Los acontecimientos mundiales de las últimas semanas suman vértigo y una marcada desazón social- tanto al interior de los países desarrollados como en los no desarrollados- dada la sismaticidad orgánica de como funciona el sistema capitalista contemporáneo.
La multiplicación de muertos y contagios por el Corona Virus se ha transformado en el escenario cotidiano que puja por la hegemonía mediática sobre sus consecuencias económicas que ya eran significativas dada la crisis financiera ulterior.
Las soluciones parecen distantes – en apariencia el desarrollo ideológico de los últimos 40 años seco la plaza de ideas donde un aparente mundo homogéneo sigue el mismo libreto o dictamen.
Sin grandes modificaciones del mismo, a pesar de que figuras como el Papa Francisco I y su pedido por la condonación de las deudas de los países sub desarrollados haya tenido algún margen de eco sobre los tenedores mundiales de bonos argentinos.
Todo lo contrario, la oferta ha sido considerara regular y ameritadle de su reconsideración aun al precio de que la Argentina caída definitiva y concretamente en cesación de pagos.
La historia reciente local sabe de vivenciar dicha situación y de las consecuencias mas mediatas sobre la población, es por ello que premeditadamente la libre disponibilidad de los depósitos se encuentra medianamente suspendida ante el grito de los mejores representantes del liberalismo.
El intento por detener el espiral inflacionario sobre los bienes básicos ameritaría el estudio de las cadenas de valor y comercialización donde en vigor se fijan los precios, no tanto en un pequeño establecimiento donde generalmente ya reciben la grilla.
Pareciera que se pesca al pequeño para dejar que el grande siga en acción.
La tan mentada emisión monetaria que permite lubricar la plaza y estimular el consumo en los alicaídos sectores populares tiene una primera lectura que es la señalada anteriormente y una segunda que es la discusión sobre el respaldo real de la medida.
No solo la Argentina ha emitido sido los países centrales con la salvedad de que el respaldo de sus economías es sutilmente mayor.
No en vano el país tan solo representa el 0,4 % de las Exportaciones Mundiales de Bienes y Servicios del año 2019 lo que también da cuenta de cual es el lugar del mismo en el contexto internacional.
Otrora fueron los tiempos de principio de siglo donde ese valor rondaba el 3 % con un argumento veraz de ser no mas de un tercio de la población actual.
La otrora crisis del 30 fue un golpe mortal para la espiral exportadora donde desde ese momento la caída ha sido estrepitosa.
Estimar un futuro es una ciencia incierta pero el establecimiento de un Consejo de Expertos Ad Honorem por parte del Gobierno para aunar un proyecto de desarrollo y una serie de medidas inmediatas podría ser una carta política del presidente Fernández nada desdeñable que le permitiría sostener su mediano nivel de aceptación.
El margen argentino es limitado por varios factores entre ellos la crisis recesiva mundial y las acuciantes demandas sociales locales donde mas de un tercio de la población es pobre.
Nada debe alegrarnos de los casi 500 comedores en la ciudad más rica del país sin contar su multiplicación en los espacios periféricos de la ciudad capital y del resto de los centros urbanos nacionales.
Bregar por una salida exportadora es no comprender la coyuntura actual algo que gran parte de los supuestos especialistas locales presentan y que desdeñan de un desarrollo endógeno basado en motorizar los recursos naturales humanos y energéticos en pos de un proyecto industrial que aunque sea en primera medida suplicie bienes y servicios poco accesibles y de demanda potencial.
La materialidad energética de nuestra Patagonia y de la Plataforma Continental y Submarina puede ser el insumo mismo de dicho proceso lo que motorizaría la absorción de una mano de obra desocupada y que a su vez demandaría una monetización de la divisa local.
El esperado fin de la pandemia y la puesta en marcha del país no pueden ser procesos distantes.
Es hora de poner la artillería y los cañones sobre nuestros objetivos.
Ezequiel Beer. Geografo UBA. Analista Político.