En ciencias sociales, en las disciplinas que abordan el comportamiento de hombres y mujeres en interacción con otros hombres y mujeres, la cultura, las cuestiones materiales, un problema medular es la definición de categorías. ¿Cuáles son los conceptos, las categorías con que vamos a trabajar?
Explícita e implícitamente, los análisis sociales, políticos y económicos remiten a un conjunto de categorías, herencia, sobre todo, de los Siglos XIX y XX vinculadas al Estado-Nación.
Las categorías nacionales no reinaron en soledad. Al contrario, algunas de las grandes corrientes ideológicas no aceptaron o lo hicieron a regañadientes los estados nacionales. El marxismo ve al Estado Nación como una superestructura de las relaciones de producción que lo exceden y determinan. El liberalismo lo acepta con pesar y, en sus distintas versiones, reserva funciones policiales más o menos rigurosas al aparato estatal.
Marxismo en sus distintas vertientes, liberalismo, anarquismo, son ideologías internacionalistas. Predominantemente fueron subsumidas en los últimos dos siglos en las teorías y en los hechos por realidades y categorías nacionales.
Cabe mencionar a la particular intensidad que tuvo esta disputa en el marxismo alemán durante la Primera Guerra Mundial.
Sólo a modo de ejemplo de cómo una categoría nacional impregna casi universalmente los distintos paradigmas analíticos podemos mencionar el PBI o PIB (Producto interno bruto), o los indicadores de ingreso per cápita, o el coeficiente de Gini que mide la desigualdad. Todos esos indicadores económicos están relacionados al ámbito nacional. Por supuesto, la economía no es una excepción al respecto.
¿Sigue eso siendo válido?
Voy a expresarme mejor analizando un caso: que Macri haya destruido la Argentina ¿quiere decir que fracasó?
La pregunta no es una vacuidad retórica y está lejos de ser una singularidad argentina. Macri destruyó la economía provocando una caída mayor a 5%, el ingreso per cápita cayó mucho más, la pobreza y la indigencia crecieron, la riqueza se concentró, la educación y la salud se deterioraron, el país perdió soberanía, la Justicia fue sometida a una mafia, la inseguridad y el narcotráfico crecieron, aun así ¿Macri fracasó? ¿Estás seguro?
Macri y Clarín provocaron un proceso de anomia social anclado en el mayor proceso de idiotización de masas de que se tenga registro, por el cual una persona puede actuar políticamente de modo alienado (es decir en contra de sus intereses objetivos) y esgrimiendo las incoherencias más flagrantes, ¿es eso un fracaso?
Macri, como siempre supimos, no es solo Macri. La decisión de la derecha global de arrasar los pueblos debe ser analizada bajo nuevos parámetros.
Estamos en guerra contra una élite que ya no reconoce leyes nacionales ni internacionales, que entiende que al mundo le sobra gente y está dispuesta a solucionarlo, que es capaz de manipular sectores enteros de la población, engañar al mundo todo, falsificar hechos e inventar justificaciones para su depredación. Que actúa de modo coordinado, no, coordinado no es la palabra, actúa en complicidad porque saben que delinquen, conocen las reglas del conflicto y las llevan al límite. Siempre contra las mayorías y los pueblos.
No de otro modo puede entenderse la militancia activa que realizan a favor de la muerte por coronavirus. Otrora inconcebible, se animan, se creen legitimados.
La idea de que los gobernantes serían evaluados en función de parámetros relativos a si hacen bien o mal a un país, de que defienden aunque definida de modo difuso alguna idea de interés nacional, queda como una rémora anacrónica.
Tenemos que dar cuenta de criminales establecidos en nuestro territorio, representantes de élites, decididos a empobrecer y matar miles de compatriotas.
¿Qué categorías usaremos?