Los datos de la pobreza que difunde en estos días la Universidad Católica de la Argentina, la UCA, son muy interesantes para pensar el país, la región y el mundo[1]. Son datos convergentes con los que oportunamente difunde el Instituto de Estadísticas y Censo, el INDEC. Por eso son de interés para el análisis, ya que anticipan la información oficial y resulta confiable para la consideración económica, política, cultural y social.
Al mismo tiempo, la OIT informó a principios de diciembre sobre los salarios en el mundo para el 2020/21, en el marco de la pandemia por el COVID19, con resultados que ratifican la tendencia al empobrecimiento de millones de personas, por baja de salarios y pérdidas de empleo.[2]
En rigor, ambos informes no solo explicitan el crecimiento del empobrecimiento por la pandemia del COVID19, sino como proceso que se arrastra con antelación y que, cruzando los datos, se verifican tendencias del capitalismo contemporáneo, que corrobora el Informe anual del Credit Suisse.[3] Lo que se ve es una expansión abismal de la grieta de ingresos y en definitiva de riqueza entre muy pocos que acumulan patrimonio y renta, y millones en condiciones de vida cada vez más precaria. Resulta preocupante la situación del empobrecimiento en la Argentina, por su historia y potencialidad, por territorio, climas y una población con calificación y organización social de larga trayectoria. En realidad, se trata de un fenómeno global con especificidades propias que deben ser consideradas especialmente.
Para el tercer trimestre del 2020 crece la pobreza y la indigencia en la Argentina contra el mismo periodo del 2019. Si era del 40.8%, el guarismo de personas bajo la línea de la pobreza se amplió hasta el actual 44,2%. En materia de hogares bajo la pobreza pasó del 32,1% al 34,9%. La indigencia registra en el periodo un 10.1% de personas y 7,3% de hogares por debajo de la línea de indigencia.
El cuadro que sigue da cuenta de esos valores y de la evolución de los datos en la última década. Está claro que se agrava en este año por impacto de la pandemia, sin duda, pero el arrastre viene de lejos. No se trata de un problema novedoso. Es ya un tema estructural que se prolonga por años y sin vista de solución en el corto o mediano plazo. Ello supondría una discusión existente sobre el orden socioeconómico y las relaciones sociales de producción y distribución. De punta a punta el dato de la pobreza evoluciona del 31,8% al 44,2% sin horizonte cercano de mitigación importante.
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Notas:
[1] UCA. Informe de avance: Deudas Sociales en la Argentina 2010-2020. Crisis del
empleo, pobrezas y desigualdades en el contexto COVID-19. APORTES PARA UNA AGENDA SUSTENTABLE DE DESARROLLO HUMANO INTEGRAL; en: http://wadmin.uca.edu.ar/public/ckeditor/Observatorio%20Deuda%20Social/Documentos/2020/ODSA_3Dic_2020_Presen_Difusi%C3%B3n%20Final4PM.pdf
[2] OIT. Informe Global sobre salarios 2020/21. Salarios y salarios mínimos en tiempos de COVID19, en: https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/@dgreports/@dcomm/@publ/documents/publication/wcms_762534.pdf
[3] Credit Suise, Informe sobre la riqueza global 2020, octubre 2020, en: file:///C:/Users/jcgam/Downloads/global-wealth-report-2020-en.pdf
Julio C. Gambina es presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP