No quedan dudas que la carne es el producto que mejor simboliza, a lo largo de toda la historia, el alimento de los argentinos. Esto es así desde los tiempos que los gauchos carneaban libremente, se continuó hasta que los alambrados sarmientinos le pusieron límites a esa costumbre.
En simultáneo las llamadas “Campañas al Desierto”, aniquilaron a los nativos y le agregaron tierras a lo que se constituyó como oligarquía con su producción integrada a Europa; así es como la carne se transformó en la muestra de este modelo agroexportador que ya está agotado a pesar de lo cual sigue vigente.
Pasaron las décadas pero las vacas y –sobre todo- la carne quedaron como emblema de una producción y un consumo básico y sustancial.
Hoy podemos analizar la situación económica y social argentina observando los problemas que atraviesa ese sector: baja del consumo, la inflación y la caída de ingresos, el problema de nuestras exportaciones y la concentración económica.
La baja del consumo
El consumo anual de carne durante el año 2020, a la par de estas últimas y exorbitantes subas de precios, fue de 50,2 kilogramos por persona. Es el registro más bajo de la historia, que comenzó a medirse en 1910, con consumo de 56 kilos per cápita. En las décadas que van desde 1920 hasta 1950 rondaron los 75 kilos, con algunos picos –como en 1923 y 1950- cuando superaron los 90 kilos.
En las décadas de 1960, 70, 80 y 90 anduvieron entre un mínimo de 68 kg (1990) y un máximo de 90 kg (1978). Para el año 2000 la baja se consolidó en los 64, que llegaron a los 57 en el 2010. Según las estimaciones existentes, el consumo actual estaría por debajo de los 50 kilos per cápita.
Las causas de esa reducción en el consumo de carne son múltiples, aquí se indican algunas de ellas.
El avance de costumbres veganas y vegetarianas, en los sectores más jóvenes y de mayores ingresos, se hace sentir pero no son las razones más significativas, al igual que la de aquellos que disminuyen su ingesta en la comida diarias o dejan de consumir carnes rojas por prescripción médica o para equilibrar mejor su alimentación cotidiana.
Pero las causas más importantes las encontramos en el hecho que la producción de carne es semejante a la existente hace 45 años atrás pero con una población mucho mayor. Desde el gobierno lo atribuyen a mayores exportaciones y desde los sectores populares colocan la causa central de la reducción del consumo en la suba del precio.
La inflación y caída de ingresos
La inflación para el año pasado fue del 36,1%; pero la Canasta Básica Total, que marca el límite de la pobreza, subió un 39,1% y la Canasta Básica Alimentaria, a partir de la cual se mide la indigencia estuvo en el 45,5%. En cambio el incremento del precio de la carne subió entre un 55 y 75%, muy encima de todas las demás cifras publicadas.
Una vez más, vemos de qué modo los productos de consumo masivo son los que más suben, confirmando que la inflación es mayor para los pobres que para los sectores que pueden acceder a mayores consumos.
El gobierno, tratando de evitar que se le escape la inflación, fijó “valores populares” a ocho cortes de carne.
Según Luis Eugenio Basterra, Ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, se trata de cortes de novillo con rebajas que van del 15 al 30%. Ellos regirán hasta el 31 de marzo, en ese momento se determinará su futuro.
Esta medida, con todas las limitaciones y riesgos que ya se indicarán, trata de ponerle un límite a la reducción de ingresos, motivada por pandemia e inflación. Una reciente publicación de una encuesta de la Universidad Católica Argntina recogió que en el conurbano bonaerense el 50,5% de hogares pobres (durante el 2019) vieron reducidos más sus ingresos en el 2020.
Exportación
Según el propio ministro Basterra, las actuales subas de precios tienen que ver con las exportaciones de cortes con hueso a China. Es bueno recordar que los precios internacionales de la carne cayeron un 4,5%.
En nuestro país siempre fue un motivo de conflicto la provisión de carne para el consumo respecto a la destinada a la exportación. Esa tensión se profundiza cuando las necesidades de divisas obligan a exportar más y no crece en la proporción suficiente la disponibilidad de carne. La actual es una situación de esas características.
Concentración de la economía
Esta cuestión es uno de los aspectos más notorios, sensibles y peligrosos de la situación planteada. Se trata de la concentración económica que esta medida alimenta y que es uno de los males de la economía argentina y que está en la raíz de la situación que atraviesa el país, con el agravante que –en esa concentración- ocupan un rol relevante las empresas extranjeras que luego remiten las ganancias a sus países de origen.
Los gobiernos prefieren negociar con un pequeño grupo de grandes empresarios antes que promover la multiplicación de organizaciones de productores y distribuidores que acerquen la producción al consumo, generando condiciones para poner en marcha una auténtica economía popular.
Esta metodología que, más allá de algunas cortas ventajas, es negativa para la mayor parte del pueblo ya fue utilizada por Guillermo Moreno, en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y su efecto fue -efectivamente- contrario a la idea bajar los precios. Esa situación –más allá de las bonitas palabras de ocasión- ahora vuelve a repetirse con este acuerdo respecto de la carne.
El convenio abarca a las grandes cadenas de supermercados: Coto, Jumbo, Vea, Disco, Carrefour, Walmart, La Anónima, Día, Libertad, Carnicerías Friar, que venderán esos productos los días miércoles, sábado y domingo, en sus 1.600 bocas de expendio.
Según el presidente de la Asociación de Propietarios de Carnicerías, Alberto Williams, quedan afuera del mismo las 100 mil carnicerías que hay en el país y donde se comercializa una inmensa mayoría de las ventas minoristas.
El carnicero Alberto Samid, “Rey de la Carne”, exmiembro del directorio del Mercado Central, mediático dirigente peronista, con prisión domiciliaria por evasión impositiva, tiene otra perspectiva y lo dice exaltado: “Es carne de segunda, ni los chinos la quisieron (…) Es un arreglo para los frigoríficos, venden vaca, que vale la mitad del novillo, como si fuera novillo (…) ¡es un mal arreglo!” y termina cuestionando el carácter peronista de un gobierno que hace trabajar al pueblo por dos kilos de carne por día.
Todo lo anterior debe relativizarse si tenemos presente que este acuerdo es por seis mil toneladas por mes, algo así como el 3% del consumo interno. De lo que se deduce que, sin desconocer las tendencias que impulsa, es más un acto propagandístico que una decisión que pueda favorecer a franjas importantes de la población.
Juan Guahán. Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)