Escribo estas pocas líneas a ‘vuelo de pájaro’, unos minutos después de presenciar el acto oficial por el 42 aniversario del 2 de abril de 1982. Como Veterano de Guerra y como argentino me invade una extraña mezcla de indignación, bronca y tristeza.
Muchos pensadores sostienen que en esa fecha tuvo lugar uno de los grandes acontecimientos de la historia argentina del SXX. Así como el 17 de octubre de 1945 evoca la lucha de los trabajadores contra la opresión social, la recuperación de Malvinas remite a la lucha del país contra el yugo colonial. La ‘cuestión social’ y la ‘cuestión nacional’ son las fuerzas motrices fundamentales de cualquier proyecto de transformación y quedan reflejadas en ambos acontecimientos.
Es evidente que tanto Milei como el elenco que lo acompaña –incluida su vicepresidenta, la pseudo-malvinera Villarruel– representan lo contrario al espíritu de Malvinas. Son la expresión de la más ingnominiosa y humillante subordinación del país a las grandes potencias occidentales, EE.UU. y Gran Bretaña en primerísimo lugar. Lo dice el propio Milei de modo explícito cada vez que puede. No lo impulsan lo que él llama con impostada religiosidad ‘las fuerzas del cielo’ sino las muy terrenales ‘fuerzas del Norte’.
Esa condición miserable quedó de manifiesto en el fugaz acto de hoy. Un protocolo de menos de 30’ de duración, sin pueblo y sin ex soldados de Malvinas, en el que Jorge Macri –el Jefe de Gobierno de CABA– recitó la consabida leyenda de los ‘chicos de la guerra’ tantas veces repudiada por los VGM desde 1982 hasta hoy, y el presidente Milei mal leyó un texto breve en el que sin pudor afirmó que para recuperar la soberanía austral la Argentina debe pagar la deuda externa y hacer buena letra con los poderosos de este mundo, porque de ese modo ‘seremos respetados’. Agregó algunas frases que procuraron colocar a los que combatimos en Malvinas en el mismo bando de las Fuerzas Armadas contra ‘los políticos’, los organismos de derechos humanos y los que luchan contra la entrega del país. Para rematar nos cursó una generosa invitación al ‘Pacto del 25 de Mayo’, en el que pretende consagrar su programa antipopular y antinacional, es decir anti-Malvinas, con el apoyo de algunos gobernadores.
Ninguno de los oradores mencionó la palabra ‘colonialismo’ ni se refirió a Gran Bretaña. Ese solo hecho alcanzaría para retratar el grado de postración en el que se encuentra hoy nuestro país. En memoria de los 649 caídos en aquella digna y justa batalla antiimperialista, este 2 de abril debe ser no solamente un día de conmemoración de un hecho pasado; más que nunca debe robustecer nuestro compromiso de organización y lucha contra un gobierno que ha llevado el entreguismo a niveles inimaginables.
Fernando Cangiano es exsoldado combatiente de Malvinas y pertenece al ‘Grupo de Reflexión La Malvinidad’ de Argentina
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