En México como en gran parte de América latina, por estas fechas (1 y 2 de noviembre) se celebran los “Días de todos los santos y los fieles difuntos”, celebraciones llenas de tradiciones ancestrales, prehispánicas y por qué no decirlo, de misticismo, devoción y esperanza por alejar los malos espíritus que se llevarán nuestros muertos cuando vengan del mas allá a disfrutar de lo mundano, mediante el altar que se coloca para ellos, sin dejar de arreglar sus moradas eternas en el panteón, que mágicamente se llena de vida por dos días, con flores, velas, música, bailables y rezos.
El México prehispánico nos dice que, para llegar al Mictlan, lugar de descanso eterno, debemos pasar cuatro años (descomposición del cuerpo) y nueve niveles verticales, a saber: El Itzcuitlán: el perro Xoloitzcuintle te atraviesa el río; Tepectli Monamictlán: Choque de cerros sin ser triturado; Iztepelt: Cerro de obsidiana que desgarra; Itzehecayan; Cerro de nieve que te desnuda; Paniecatacoyan: Lugar donde vuelas; Timiminaloayan: Lugar de flechas; Teocoyohuehualoyan: Donde jaguares te comen el corazón; Izmictlan Apochcalolca: el alma atraviesa un rio de aguas negras; Chicunamictlan: Lugar de nuevas aguas.
A los mexicanos nos unen muchas cosas en común y en diversas formas, la religión, la comida, las tradiciones, la gastronomía, las culturas, los usos y costumbres, el deporte, las fiestas patronales, el día del niño, día de la madre, navidad, incluso por estas fechas se hacen mega festivales de miles de mexicanos sin importar credo o clase social para desfilar vestidos de calaveras o algo parecido, recordando a nuestros muertos y una tradición que no debe morir, que no debe descansar en el Mictlan.
En este sentido nunca le preguntamos al vecino o al amigo, por qué tiene costumbres o ideas diferentes a las nuestras, por qué es católico, cristiano o mormón, que deporte es bueno o malo o su equipo favorito, hemos llegado a librar batallas homofóbicas y reconocer derechos de tercera y cuarta generación, sin más inspiración que a ser libres, felices.
Pero nos preguntamos por qué no podemos ponernos de acuerdo en acciones de gobierno en los tres niveles, que nos garanticen seguridad pública, acceso a la vivienda, salud, educación. Los partidos políticos y los gobiernos surgidos de ellos, independientemente que tengan un origen constitucional y democrático, deberían ser, terminado el proceso electoral gobiernos de todos y para todos, pero lamentablemente la percepción no es así, dista mucho de ello. Existen lugares en el país donde militar en un partido político diferente al que gana una elección, puede representar hasta un peligro o incertidumbre para su integridad o colectividad.
El articulo 1 constitucional establece que todo individuo gozará de las garantías que otorga esta Constitución, las cuales no podrán restringirse ni suspenderse, sino en los casos y con las condiciones que ella misma establece. Ello en íntima relación con el 14, 16, 17, 133 constitucionales que prevén garantías de seguridad, legalidad, fundamentación, motivación debido proceso, en la impartición de justicia y progresividad de los derechos humanos por la convencionalidad internacional comprometida.
Es decir, los partidos políticos como entidades de interés público una vez que son gobierno, deben acatar lo establecido en la constitución política de México, porque en el nivel que juran y protestan el cargo, lo hacen para servir a su comunidad. En efecto, la máxima democrática es que se gobierna obedeciendo y muchas veces se gobierna para uno y no para todos, lo que es lamentable. No se trata de que porque pagamos impuestos sea mi calle la que tenga la luz ya, pero si se trata de que las administraciones publicas transparenten su actuar dando confianza y certidumbre a sus gobernados.
El país está teniendo cambios significativos en todos los sentidos y con la llegada de Claudia Sheinbaum, Presidenta de México, se han despertado expectativas muy interesantes para la comunidad, se está legislando en bienestar para todos y también debemos decirlo en la cuestionada reforma judicial, lo que no es malo porque abre el abanico de escuchar todas las voces en un bien común, tema que será de ora entrega.
Solo queremos dejar testimonio que no hay mexicanos de primera o de tercera, sino mexicanas y mexicanos con un bien común, democracia plana y progreso con justicia social.
Nos falta mucho y lo sabemos, ojalá que estos días de muertos nos haga reflexionar a los que estamos vivos y queremos seguir así, pero felices, contentos, prosperando, el país es tan maravilloso y su madre tierra nos reclama y demanda estar a la altura de la circunstancia.
Rafael Marín Marín es Secretario General del Frente Nacional Jurídico en Defensa de la Constitución y el Estado de Derecho.
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