El balance de la situación actual en Bolivia requiere una mirada profunda sobre la complejidad de la crisis política y económica, en la que el colapso de las reservas de divisas, la escasez de dólares, la dependencia en hidrocarburos, el aumento de precios en combustibles y alimentos, y los bloqueos de carreteras actúan como fuerzas que empujan al país hacia una situación cada vez más insostenible.
Crisis de representación y fragmentación del MAS
La situación actual puede analizarse, como una crisis de hegemonía. Antonio Gramsci argumentaba que un bloque histórico pierde hegemonía cuando ya no puede representar los intereses de su base social ni presentar un proyecto de futuro creíble. Esto parece aplicable al MAS, que en sus inicios fue capaz de aglutinar a diversos sectores sociales —indígenas, campesinos, trabajadores— alrededor de un proyecto de transformación que incluía la creación de un Estado plurinacional. Sin embargo, el desgaste del liderazgo de Evo Morales y la división entre él y el presidente Luis Arce han mostrado cómo la estructura del MAS se fragmenta, revelando una pugna por el poder y un vacío ideológico que ha debilitado al partido y desmovilizado a sus bases.
Desde la perspectiva leninista, el partido debería funcionar como una vanguardia revolucionaria, disciplinada y cohesionada. La división entre el “evismo” y el “arcismo” contradice esa cohesión. Lenin advertía que, sin disciplina y una línea clara, los partidos corren el riesgo de ser absorbidos por luchas internas que terminan beneficiando a las fuerzas contrarrevolucionarias. Así, la falta de una orientación ideológica clara en el MAS ha llevado a un estancamiento y debilitamiento que erosiona su rol como fuerza de transformación.
La crisis institucional y el Estado Plurinacional
El Estado boliviano atraviesa una crisis de legitimidad. Hinkelammert argumenta que los Estados en América Latina suelen funcionar como “aparatos de opresión” en lugar de “Estados de derecho”, lo que se manifiesta en la falta de un sistema judicial imparcial y en la corrupción endémica. La crisis de las instituciones bolivianas y la judicialización de la política —tanto por el gobierno de Arce como por Morales— han convertido al Estado en un instrumento para fines personales y faccionales, debilitando la confianza pública en la democracia.
Causas de la crisis económica y de divisas
- Desgaste del Modelo Extractivo y Dependencia en Hidrocarburos: Durante años, Bolivia basó su economía en la exportación de hidrocarburos, una fuente de ingreso confiable que ahora se ha debilitado debido a la reducción de reservas y la falta de inversión en el sector.
- Escasez de divisas y dólares: Al disminuir los ingresos del gas, la capacidad de Bolivia para generar divisas ha quedado severamente comprometida. La escasez de dólares ha golpeado al sistema financiero y ha dificultado la importación de productos esenciales, lo que, en un contexto de crisis, amplifica la inflación y la escasez.
- Crisis Alimentaria y en Combustibles: La falta de divisas se traduce en una incapacidad para asegurar el abastecimiento de alimentos y combustibles, bienes básicos que dependen de la importación. La crisis en el precio y la disponibilidad de combustibles afecta de forma directa el transporte, la producción agrícola y, en consecuencia, el precio de los alimentos en los mercados locales.
El Impacto de los bloqueos de carreteras
Desde una perspectiva marxista, se puede entender la lógica de los bloqueos como un mecanismo de lucha de clases. Karl Marx defendía la organización de los trabajadores para defender sus intereses, pero también enfatizaba la importancia de tener un objetivo común y claro que buscara la transformación de las estructuras de poder. Los bloqueos, cuando se utilizan de manera fragmentada o responden a intereses mezquinos, pueden volverse autodestructivos, desviando el foco de los objetivos de cambio estructural hacia el agotación de las fuerzas populares. Sin un propósito unificador, estas acciones se convierten en esfuerzos aislados que terminan desgastando a quienes intentan movilizarse.
La situación actual en Bolivia resalta esta problemática. Con el Movimiento al Socialismo (MAS) dividido entre el presidente Arce y el exlíder Evo Morales, el partido ha perdido la fuerza unificadora que alguna vez lo caracterizó. Esta fragmentación ha debilitado al MAS, alejándolo de sus bases y minando su capacidad de respuesta ante la crisis. Sin embargo, esta división también podría abrir una oportunidad para el cambio.
Consecuencias de la crisis
- La inacción y el aparente desinterés del gobierno de Arce para resolver los problemas básicos han llevado a una crisis de confianza. La falta de transparencia, los escándalos y la percepción de incapacidad para actuar de forma efectiva han incrementado el descontento de la población y la erosión de las instituciones. La debilidad institucional y la desconfianza afectan no solo la gobernabilidad, sino también la cohesión social.
- La crisis ha dividido a la sociedad, profundizando las fracturas entre regiones, clases sociales y sectores políticos. La división dentro del MAS es un reflejo de esta polarización que permea la estructura política y social, lo que impide la construcción de una respuesta unificada frente a la crisis.
- La inflación y el alza de precios en bienes básicos son una carga insostenible para la mayoría de los hogares bolivianos. Con el encarecimiento de alimentos, combustibles y otros productos, la población se enfrenta a una situación de precariedad que no se vive desde hace décadas, y la sensación de que el país está en un estado de declive acelerado genera una frustración generalizada.
Las posibles alternativas
- La división dentro del MAS podría dar paso a la conformación de un bloque nacional popular amplio de sectores sociales y políticos que prioricen los intereses de la nación sobre los intereses personales o faccionales. Esto incluiría no solo a las facciones de Evo Morales y Luis Arce, sino también a otros sectores progresistas y regionales que se sientan marginados. Este bloque nacional popular podría unificar esfuerzos para proponer un gobierno de transición que lleve al país hacia una nueva etapa de elecciones democráticas, con el compromiso de reformar el partido y democratizar su liderazgo.
- La activación de un acuerdo bilateral con Brasil para la exportación de litio podría generar los ingresos en divisas que Bolivia necesita para aliviar la crisis financiera y su dependencia en los hidrocarburos. Sin embargo, este acuerdo debe estar estructurado con transparencia y en beneficio del país, garantizando que las divisas se destinan a proyectos de desarrollo sostenible y no a resolver déficits temporales.
- El gobierno boliviano podría redirigir esfuerzos para invertir en energía solar, eólica y en la modernización de la agricultura. Este enfoque reduciría la dependencia de hidrocarburos y permitiría que el país sea menos vulnerable a las fluctuaciones en los precios de los combustibles. La agricultura sostenible, además, ayudaría a mejorar la seguridad alimentaria, combatiendo así la crisis de alimentos.
- Reforma Económica: La escasez de dólares y la devaluación de la moneda local pueden combatirse con medidas que incentiven las exportaciones y promuevan la inversión extranjera.
- Reformas en el Sistema Judicial: La instrumentalización del sistema de justicia para fines políticos ha sido una de las causas de la crisis. Una reforma que garantice la independencia judicial y el respeto al Estado de derecho ayudaría a restaurar la confianza pública y permitiría que los conflictos se resuelvan de forma justa y pacífica.
Bolivia enfrenta un momento importante, donde la inercia, el desgobierno y la falta de dirección han creado una tormenta perfecta de crisis económica, política y social. Las alternativas de solución —como el acuerdo con Brasil, la venta de litio y la creación de un bloque nacional – popular — representan oportunidades de cambio, pero también exigen una transformación profunda en la actitud de la sociedad, que debe asumir un papel activo y vigilante.
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