Si se quiere, la ninfomanía puede ser considerada como otra forma de virginidad. L. DURRELL (Justine)
Oír con los ojos es una de las agudezas del amor. TH. MANN (Shakespeare, en Doktor Faustus: 65)
Cuando todo lo que me rodea es hermoso, no puedo aburrirme. ERIC ROHMER (Jérôme, en La rodilla de Claire, p.151)
El Ciclo de tributo a Lars von Trier, desde la bóveda interdisciplinaria de La Fábrica de Sueños, vía Cine-Club Al Filo del Tiempo, termina con Nymphomaniac Vol. 1 (2013), aunque, en próxima entrega, se retomará el Vol. 2. Cuyo título, se aclara, es Ninfomaníaca y no el sustantivo Ninfomanía, ya que se trata de la historia concreta de una ninfómana: llamada A o Alex o Joe o Hey Joe (1) (por el tema de Hendrix, del tipo que va con una pistola en la mano a matar a su novia que se metió con otro tipo: la diferencia estriba en que Joe lleva la pistola en la cabeza y no piensa matar a nadie, puesto que sus balas son de salva), mujer que sufre más el trastorno psiquiátrico típico del exceso de apetito o deseo compulsivo sexual, casi siempre sin que medie un lazo afectivo. Joe padece lo que se llama hipersexualidad, voz aceptada así no figure en el manual DSM-5 (2) ni caiga dentro de la apetencia (RAE), sino más bien de la incontrolabilidad, que la lleva a ser adictiva y a designarse una mala persona.
Además, ese carácter hipersexual e incontrolable es lo que la lleva a invisibilizarse, anularse, esconderse y a estar acompañada en la crisis por depresión, ansiedad, sentimiento de culpa y angustia, displacer e insatisfacción, en sus innúmeras relaciones sexuales. La ninfomanía no es de suyo un trastorno, ya que no figura con diagnóstico propio en el manual de elección en psicología y psiquiatría ya citado, que permite categorizar los trastornos y por eso Joe no se porta como tal, sino como alguien víctima de desmesura, descontrol e insaciabilidad sexual. Razón de peso para poder comprender que la mujer accidentada o violentada, no se sabe, del inicio, que descubrió su coño a los dos años y, unos más tarde, supo que era ninfómana (bueno, a esa edad nadie lo sabe, dice su salvador), necesita descubrir lo que para Shakespeare era una necesidad o algo de lo que no se puede prescindir: Todo en la vida es cuestión de medida. Para ello, falta aún revelar esa red de sorpresas que en el filme es la Caja de Pandora.
Toda vez que coño es una palabra muy pesada, como se dice al inicio del CAP. UNO: EL PESCADOR COMPLETO, que parte de esa biblia de la naturaleza que para Joe es el libro Complete Angler, de Izaak Walton, como relata a Seligman, con quien comparte su lectura. En adelante, alternan flashbacks sobre la niñez y adolescencia de Joe con citas del adulto que la acogió, Seligman, y el relato de Joe ya adulta, encarnada por Charlotte Gainsbourg, hija de Serge Gainsbourg (el cantante que no cantaba) y Jane Birkin (la recordada figura del cine erótico y también porno) pues quien hace su papel de joven es Stacy Martin. Ésta considera que en el filme Trier quiso ‘representar la feminidad’ (3), aunque la verdad el cineasta hace mayor énfasis en la sexualidad femenina, vía pornografía antes que erotismo. Aunque tal vez lo que más le interesa es hurgar en la mente de Joe, para que sea ella misma la que desentrañe sus vericuetos y líos con vaginas, penes, culos: incluso con raros/grotescos mènage a trois…
Porque es usual que dos espontáneos/as se acuesten con alguien del sexo opuesto: lo que no, es que dos amantes quieran fornicar con la misma Joe, y entre ellos, já. Para completar lo absurdo, la esposa del amante mayor presencia la reunión en compañía de sus tres hijos, con lo cual, sólo en caso de ser eso posible, se trataría de un mènage a trois doble: ¿habrase visto tal esperpento? La madre de Joe se llamaba Katherine, y su padre, a quien la niña amaba, solía decirle Kay, para su hija ‘una perra sin corazón’ que jugaba solitario. En gimnasia subía a la cuerda con ella entre las piernas: le decía la ‘sensación’ y recuerda con claridad la palabra. La diferencia con otras personas es que requería colores más espectaculares cuando el sol se ponía: era su único pecado. Flashback: A, de niña, observa el libro Nervus pudendus (Nervio púbico). Nervus dorsalis clitoria (Nervio dorsal del clítoris). Al crearse el fresno puso celosos a los otros árboles del bosque: era el más hermoso/fuerte, en fin, el árbol del mundo.
Sí, en la mitología nórdica. Y el papá de Joe recuerda a Odín, quien se colgó de un fresno nueve días para adquirir conocimientos. Cuando en invierno se decía que ‘el fresno se quemó los dedos’ era fácil reconocerlo por sus brotes negros. También, le enseñó a Joe que las hojas del limonero al inicio eran redondas; luego, a raíz del episodio en que un cazador asesinó a la loba y sus cuatro cachorros, las hojas fueron en forma de corazón. De aquí se infiere que así responde el amor al odio, la esperanza a la desesperanza, la vida a la muerte. Ya lo dijo Kurosawa: ‘No puedo odiar a nadie. No tengo tiempo’. Joe, en su retiro, no tiene tiempo ni para ella misma. Por eso, cuando le pregunta si lo aburre con su historia, Seligman dice ‘para nada’, más bien está ansioso por saber en qué para lo de la pesca en su historia. Empieza con la mosca en la pared, la Ninfa, que combinaría con elegancia en torno a su discusión sobre la ninfomanía. Una ninfa es la etapa temprana en la vida de un insecto. Joe era una joven ninfa.
Así, era imperativo deshacerse de su virginidad. Entonces, reaparece el probable vínculo entre el cine de Trier y la literatura de Durrell, nada gratuito en mi concepto. Joe conoció a un tipo llamado J, por Jerôme, tipo sofisticado, 15 años, con moto, de ahí que sus expectativas románticas con él fueran algo altas. Además, tenía buenas y fuertes manos. Flashback: ¿Puede provenir la ninfomanía de una relación no satisfecha, máxime luego de ver la cifra 3+5 en pantalla? Quizás. Joe nunca olvidó esos dos números ‘humillantes’. Y J lo reitera: ‘3+5’. Humor maluco el de Trier. Parece (anti)humor de Varito: el de la violación de Claudia Morales. La ecuación toma un giro, al decir Seligman: Esos son números de Fibonacci (4). O la secuencia en que cada número es la suma de los dos anteriores. Para Joe puede ser, pero duele como el infierno. Por lo dicho: la insatisfacción con el joven motero y su carburador dañado, que lo daña a él para luego dañarla a ella. Juró que no dormiría con nadie de nuevo.
Vuelve a la pesca. Dos años después, Joe está con su amiga B, y como siempre tiene una nueva idea financiada por el cerdo/alcancía de su hermanito, que vacía con cierta frecuencia. Así vino la ropa Para tirar ya, idea unida a la del viaje en tren. En la mirada de Joe, de perfil al tren, se adivina su insatisfacción: de ahí que la ninfomanía sea, es probable, otra forma de virginidad. Es decir, resulta imposible la idea opuesta: la satisfacción del acto sexual; de ahí su terrible soledad, parquedad, furia tácita: la que su rostro tumefacto refleja. El que contrasta con la cara virginal de Joe, joven (Stacy Martin) y la que para ciertos críticos resulta un desatino del casting, pero, antes bien, deriva en un acierto frente al deterioro, más que físico, metafísico de Hey Joe, esa mujer que dispara a diestra y siniestra, sin matar a nadie: apenas a sí misma, silente, lacónica, sin pedir ayuda de nadie. Por eso se ignora por qué al inicio está en el piso, en ese edificio suerte de humedal de ladrillo donde cae la nieve del descontento…
Para B o Betty, no habría necesidad de tener boletos. Quien tirara con más tipos antes de llegar a destino, ganaría chocolates. Una dulce recompensa, para una incierta victoria. Seligman la interrumpe para decirle si estudiaba el río, mientras iba por el pasillo. No en vano, justo suena Born to Be Wild, de Steppenwolf. Según Seligman, la mayor parte de los grandes peces permanece protegida de la corriente, para ahorrar energía y ocultar a la presa. Esconderse en ella, implica una jerarquía muy complicada. La topografía decide sobre los mejores lugares, y el pez más grande elige las mejores posiciones. Una metáfora de la disputa sexual entre Joe y Betty. Al quedarse sin clientes, se pasan a 1ª Clase. Suceso hilarante: B le rompe en la cara los boletos al cobrador. Un adulto se ofrece a pagarlos, pero aquél le pide guardar el suyo: ya la policía se hará cargo de estas dos… ¡puticas!, así no lo diga. Pero, ante el dios dinero, el cobrador les entrega dos tiquetes de 1ª Clase para dos damitas ¡de 1ª Clase!
B le ofrece a Joe cinco puntos extras si se echa al sujeto que pagó. Ella decide hacerlo, un poco por desesperación dado que la única cosa que se le interpone, para ganar los dulces, es provocar a ese hombre. Voz en off de Seligman a Joe: ¡Excelente! Una provocación. Cuando todo instinto falla, una dramática provocación puede hacer que un pez del todo pasivo, muerda el anzuelo. Y pone el ejemplo del salmón y la trucha, que aun sin hambre de modo instintivo reaccionan a una provocación, para el caso no una mosca, pero sí algo brillante y colorido en movimiento, de preferencia rojo, como el short que Joe exhibe. Debería estar puesto frente a los peces: el mejor es el llamado arma finlandesa o Rappala. Joe quería descubrir por qué no había mordido el anzuelo y usar sus virtudes psicológicas, lo que en su opinión B no poseía en igual grado. El adulto compró en la estación un regalo a su esposa, pero ¿por qué no uno más decente?, pregunta Joe, al que antes elogió por parecer muy rico…
Quizás lo hizo por estar apurado para llegar a casa. ¿Por qué el repentino afán? Su esposa y él no han podido tener hijos y si quieren tenerlos ha de ser ya. Su esposa lo llamó para decirle que ha comenzado a ovular y que su máxima fertilidad es, justo, esa noche. He ahí la razón por la que no quiso tirar con ellas: ¿así que se guarda su esperma para la semana?, pregunta Joe, antes de joderlo con que su mujer y él están a una edad en que todo esfuerzo para que ella quede en embarazo deba tomarse muy en serio. La vanidad retada sale a flote: ‘Ahora la calidad de mi esperma alcanzó el máximo’, le dijeron y la provocación surte efecto. Es decir, la felación que Joe le hace al modesto arrogante, hace que ella reciba los dulces como premio por llegar primera al Alto de Príapo. Flashback. Seligman, parece traer a Proust: ‘En tu caso no es el gusto de pastel Madelaine, con té de flores de lima, aunque sí una mezcla de chocolate y esperma’. El sexo oral, a ojos de los pescadores, se convirtió en el arma finlandesa de Joe.
Flashback. Voz en off de Joe: ‘¿Es tu único comentario?’ Y guarda de niña el libro de Izaak Walton, El pescador completo. ¿Qué más quiere Seligman que le diga? Que actuó mal, que sus actos la muestran como un ser humano terrible, como dijo al inicio. Pero, él no lo ve así. Al contrario: como una buena y graciosa historia, para nada triste o cargada de pecados. En efecto, liberadora, por vía del arte. Lo más eficaz para darle forma al dolor. Como es hablar sobre la Caja de Pandora, esa fuente de sorpresas que es la mujer. Pero, ella insiste en que de forma consciente usa y daña a los Otros, por bien o placer de su propia satisfacción. Y lo que va hasta ahora, apenas empieza a sugerirlo. Como quien dice, sin decirlo, que el daño recibido lo paga o devuelve con otro daño. Por eso su ninfomanía es eso: la manía de la Ninfa. Origen del desquite, pero no a propósito ni con gusto, sino como una revancha frente a la impotencia. Seligman le pondera su encanto y el humor al contar la historia. No apuntaba al relato trágico.
Ni parecía el inicio de algo así. Bueno, así es Joe. Flashback. Siempre le gustaron los escalofríos al inicio de la fiebre, que permitían el pronto arribo de la enfermedad. Joe descubrió su poder como mujer y lo usó sin ninguna estima por los demás. Algo para ella por completo inaceptable. El protector considera que como ella necesita dormir, no habrá más historias. Como no sabe ni su nombre, él dice: Es Joe, y añade: Soy Seligman o aquél que es feliz, y recibe un rugelach, postre judío que se sirve con un tenedor para pastel. Es también judío de origen y aunque ha dicho que no es religioso, dice que su bisabuelo, sí. Y aclara que siempre han sido ‘antisionistas, pero no antisemitas, como ciertos poderes políticos tratan de convencernos’ (hoy serían Trump, Netanyahu y Milei), como dijo Trier para sacarse el clavo de aquella vez en Cannes cuando se declaró pro hitlerista y dijo: Yo de verdad quería ser judío, pero entonces descubrí que era realmente un nazi… (5). Ahora, Joe pasa a hablar de J.
CAP. DOS – JERÔME. El viaje en tren aumenta el apetito de Joe; luego, con B iniciaron un club: La pequeña culiada y cantaban frente a un muro: Mea vulva. Mea máxima vulva, en vez de la judeo/cristiana Mea culpa. Mea máxima culpa. B tomó la iniciativa, por ser la más audaz del grupo, y a quien Joe, cuando la observa a la vez la oye con los ojos, que en concepto de Shakespeare y su soneto es una de las agudezas del amor (6). Además, B fue criada como católica, de ahí su mea culpa: lo primero que enseña la religión, para meter miedo y crear dependencia y sometimiento. Joe está segura de que aquélla conoce las prácticas de la Iglesia Católica. Seligman: Es interesante. Blasfemous Satánico. La música; el intervalo entre B y F, o Bach y Fibonacci, obvio. Es un tritono. El intervalo del diablo. Y se ve la partitura. A propósito del nexo religión/ecuaciones quizás valga recordar el Doktor Faustus, de Mann, quien basado en Adorno desarrolla una vasta teoría musical y vincula la teología y la música.
En una de las cartas que Adrian Leverkühn, le dirige a su profesor de órgano Wendell Kretzschmar, dice: ‘Mi fe luterana me hace considerar la teología y la música como esferas vecinas e íntimamente emparentadas y a mí personalmente la música se me ha aparecido siempre como una mágica combinación de teología y álgebra’. (7) El precursor del tritono o intervalo del diablo en la música clásica (por contemporánea a perpetuidad, no por otra cosa: v. gr., prejuicio de nobleza) es Beethoven, quien, para Mann, vía Adorno: ‘Hizo del tritono el canto melódico de toda tonalidad dada y los tonos correspondientes a este adorno fueron [llamados] señores, mientras los demás quedaban relegados a la categoría de sirvientes. (8) Lo raro sería que al tritono la Iglesia lo hubiera llamado ‘el intervalo de Dios’. Uno de tantos que intenta seducir a B le dijo todo sobre Kierkegaard y quiso echársela tras cinco minutos de sus tonterías. Ella, como pretexto, le dijo que tenía la regla, tomó su pene y lo masturbó…
Era como decirle que no echara tanta paja. Aunque para ella era una verga horrible, eso se vio compensado con que, al sacarla, se desmayó, pero funcionó al final. ‘Los universitarios son un asco’, concluye B. Su mensaje iba para los hombres: era tirar y tener derecho a estar arrecha. Pero, hubo una rebelión contra el amor, porque no se les permitía tener novios, dice Joe, ni coger con el tipo más de una vez: se comprometieron a combatir las fijaciones de la sociedad sobre el erotismo. Aquí B revela a Joe su epifanía: ‘El ingrediente secreto para el sexo, es el amor’. Secreto archisabido. Aunque para Joe el amor era lujuria, añadida a celos. Todo el resto, un disparate. Por cada cien delitos hechos en nombre del amor, apenas uno era en nombre del sexo. Joe estudia medicina con su padre, al poco tiempo abandona y pasa a buscar trabajo. Joe es nombrada secretaria frente a Liz, su celosa/envidiosa rival, por Jerôme, el motero con el carburador dañado que ahora es la J en M & J Morris Ltd. Ahora, lo gracioso.
La secuencia en la que Joe le dice a c/u de los tantos con que fornica: es mi primer orgasmo. Uno de ellos debe admitir que muchos dicen eso. Joe cree que el amor es ciego, o distorsiona las cosas, o es algo que nunca nadie pidió. Lo erótico era algo que ella exigió de los hombres. Pero, este estúpido amor. Me sentí tan humillada con la deshonestidad que siguió. Lo erótico es decir que sí. El amor apela a los bajos instintos, envuelto en mentiras… [Parece decir aquí el antiguo Hollywood y su actual susti(p)uto, Netflix]. ‘¿Cómo decir sí cuando quieres decir no y viceversa?’ Y dice sentir vergüenza por aquello en que devino pues estaba fuera de su control. Su padre decía: Los troncos desnudos, son las almas de los árboles. Mientras, ella pensaba que dichos troncos son los símbolos fálicos de la Naturaleza. Luego de Jerôme, reaccionó agresiva e intensificó su cacería de los hombres e inventó el país de las grandes vergas negras, con el que desarrolló desde su orilla un estudio morfológico de los genitales.
CAP. TRES – Mrs. H. Joe, rápido se rinde al intentar recordar todos sus lazos con hombres. Optó por el dado para responder: si sacaba uno: respuesta muy cariñosa; si dos: no muy apasionada, mas aún positiva; y así hasta cinco: completo rechazo. Si seis: sin respuesta. El truco del juego radicaba en su preocupación por los nexos individuales. Cuando requería consuelo y paz, cogía su herbario y miraba las flores del fresno, el álamo, el limonero. Llega la comedia/drama, absurda, pero no kafkiana, de H y Mrs. H con sus tres hijos: la renuncia materna al auto y la decisión de montar con el trío de vástagos en bus público. Luego, se pone nerviosa al ofrecer té, pero más por el mènage a trois, bis, que se viene. Con gran humor Mrs. H confiesa que, en ese sentido, sí falló. Joe responde a Seligman que para nada la afectó ese hecho en su vida: No se puede hacer un omelet, sin romper algunos huevos. La ninfomanía para ella era insensibilidad, de ahí que pase a ser otro ser víctima de la costumbre.
A propósito del relato de Seligman sobre Poe y su postrero delirium tremens, Joe declara que también sabe lo que es un delirium, una de las secuencias más perturbadoras del filme que, a propósito, integra la Trilogía de la Depresión, junto a Anticristo (2009) y Melancolía (2011), como su tercera y última parte. El médico y padre de Joe está recluido en un hospital. Están juntos y ella le cuenta que peleó con su madre, Kay, esa ‘perra cobarde y asquerosa’. Su padre disiente, aunque a la vez entienda que no se soporten. Entonces, él le dice que ha visto a muchos morir, y cita a Epicuro, todo sobre si le tiene miedo o no a su mujer, como sobre no temer a la muerte: ‘Cuando existimos, la muerte aún no ha llegado. Cuando llega la muerte, ya no existimos’. Esto es, no le teme a su mujer y no hay que pensar en la muerte, salvo para estar más cerca de la vida, ser más conscientes del valor de existir. Si compara a Bach con su historia, Joe recuerda un tópico crucial de la ninfomanía que con frecuencia se pasa por alto.
Y es que la relación entre ellos, Bach y la ninfomanía, es el sexo. Seligman pregunta si son la perfección completa. Joe pone como ejemplo el apretón de manos. Si, como dice Bob Marley, todos nos diéramos las manos, nadie podría sacar la pistola. Ni siquiera Joe, que la lleva cargada a toda hora, menos mal que con balas de salva. Bueno o malo, el apretón de manos es símbolo de firmeza, soltura, solidaridad. Todo para decir, que una ninfómana se ve como alguien que no está satisfecha y entonces tiene sexo con muchas personas diferentes. Lo que viene a ser otra forma de virginidad, inocencia, pureza. Hecho cierto para Joe, aunque a la vez se ve como la suma de todas estas diferentes experiencias sexuales. Así que, de tal forma, sólo tiene un amante: en conclusión, una manera distinta de ser casta, sin pertenecer a una casta, tal vez sí a una escuela. A una escuela de connotaciones musicales, la de las tres voces, que al mismo tiempo le permite a Joe hablar de tres amantes, con sus distintas virtudes.
CAP. CINCO – THE LITTLE ORGAN SCHOOL. A las tres voces de la música Joe responde con tres amantes. El bajo es fácil: F compró un auto rojo. Por tener sexo con siete u ocho tipos cada noche, para Joe el calendario se complicaba y todos debían tener citas precisas. F, buen hombre, si estaba programado para las diez, llegaba a las nueve y parqueaba en la calle. Siempre sonrió al verlo. Muchas veces se apiadó y le daba café, mientras acababa la anterior. Difícil decir por qué eligió hablar de F, pero reconfortaba pues sabía lo que quería al tener sexo, había telepatía. Sin palabras, él sabía lo que quería, dónde tocarla y qué hacer. Su objetivo más sagrado era el orgasmo de Joe. Le concedía ventajas que a ningún otro daba. F era el bajo, monoteísta, predecible y ritualista, no había duda de ello. G era bastante diferente. Al único que tuvo que esperar y quería… Cuando aparecía y le abría, no entraba muy rápido: tampoco el gato, como si una vez que la puerta esté abierta tuviera todo el tiempo del mundo.
Pero, él era más que un gato, una especie de jaguar, leopardo (o puma, aunque no se diga). Se movía como ellos, lo que la excitaba. Cuando Joe yacía en su cama, era claro que tenía que acercarse a él y no a la inversa. Y cuando lo tocaba, era sin reparos, ya que sus reacciones eran impredecibles: como las de una mujer, lo que va sin ser dicho por Joe. Lo anterior significa que F estaba a cargo de todo. Así es como era. La vida de Joe, en consecuencia, era monótona y sin sentido, como sus caminatas al parque. Igual que los movimientos de un animal enjaulado, básicamente, dice Joe, todos estamos a la espera de permiso para morir. Bueno, sobre todo, después de cierta edad, ¿verdad? Antes no, porque, como dicen los viejos, nadie muere la víspera: además, ya se dijo que mientras viva, nadie sabe de la muerte y ya en ella, no hay reencarnación que valga. Y vuelve la historia de Jerôme, sobre la que no sin razones Seligman repara: que muchas coincidencias en el trabajo y en el parque, con las fotos.
‘¡Que extraña forma de encontrarte!’, dice Jerôme. Joe asiente. Él estaba allí en el bosque porque acababa de pelear con su esposa. Con ira rompió las fotos, las que Joe recogió, al inicio casi sin ganas y que él había tomado al viajar. Flashback. Vuelve la idea: B le dice a Joe: ‘El ingrediente secreto para el sexo, es el amor’. La tercera voz, el ingrediente secreto: CANTUS FIRMUS. Rellena todos mis agujeros, pide Joe con sutileza a Jerôme. En medio del éxtasis, del clímax, del orgasmo de Jerôme, Joe le dice, con amargura, que no puede sentir nada. Bien sabe que si lo hermoso la rodeara a diario no podría aburrirse: pero, sus recuerdos desagradables superan cualquier ánimo o voluntad de cambio. Y llora y exclama: ¡No puedo sentir nada! He ahí el problema esencial de la ninfomanía: frente a tantos amantes, a tantos polvos con tantos amantes, ella resulta víctima de la insensibilidad. Todo en la vida, recuerda Shakespeare, es cuestión de medida: un poco más, un poco menos, pero eso sí nada en exceso.
De ahí que la ninfomanía, por adición de materia, no por sustracción de la misma, resulte siendo, por contraste, un sucedáneo de la virginidad, o viceversa. El 23.abr.2021, Día de la Lengua, anoté en mi FB…I, algo que quizás tenga que ver con lo que plantea Hey Joe en Ninfomaníaca, porque es el sujeto, y no Ninfomanía, porque no es el mal de orden mental, sobre el ingrediente del sexo: ¿Será que todo amor es suicida o que todos somos suicidados por el amor? Que entre el diablo del tritono y escoja, porque el dios del Nervio púbico (o: de la mujer lo mejor es su flor. Es, a saber: la intercolumnia flor, León de Greiff dixit) (9), no va a resolver el dilema. Joe no se acoge al amor: lo enfrenta. De ahí deriva su malestar, bronca, rechazo a sí misma y por ahí derecho insatisfacción, insaciabilidad, hiperlascivia que la llevan a la lucha, al conflicto, al deterioro personal. Sus relaciones no son de placer sino displacer y no le producen goce sino nostalgia y aburrimiento, lo que la hunde en la desdicha.
En conclusión, Ninfomaníaca, antes que un drama sobre la supuesta enfermedad es un filme porno y un thriller psicológico, una reflexión desde la biología, la Naturaleza, los prejuicios y atavismos sobre la sexualidad femenina y, más allá, la condición humana. Una charla entre una mujer y un hombre a partir de los libros que lleva a revelar secretos y misterios, certezas y dudas, alegrías y tristezas de los seres humanos. El que Joe se considere una pésima mujer no es algo baladí o gratuito, sino el efecto de la inmanencia histórica sobre la conciencia personal y colectiva de la condición femenina. Feminus viene del latín fe o creer y minus o menos, esto es, la mujer, y no el hombre, es de poca fe, así no es sorpresa que a través de la Historia se le vincule a ella con el Diablo, los espíritus abominables, la brujería. De ahí la caza de brujas del medioevo, los miércoles de quema de mujeres y gatos (negros, ante todo) en las plazas públicas de París durante la Revolución (1789), el aumento del feminicidio hoy.
Más que ninfomaníaca Joe es en la práctica hipersexual, mal que, curioso, no aplica para hombres (satiriasis). La noción del pecado ha sido, a través de la Historia y de la histeria machista, patriarcal y andro/falo/céntrica, cosa de mujeres. Los nexos religión y música, Fibonacci y Bach, Poe y delirium tremens, Bach y ninfomanía, que Trier aborda en el filme, pese a sus desvíos y laberintos, tienen aciertos. Los que permiten ampliar los de Dios/coito (Anticristo: una pareja tiene sexo, mientras su hijo Nick cae por la ventana) teología/álgebra, pintura y números (ver Melancolía de Durero [10]: Trier filtra los cuadros y saca ideas [11]), música y culto, demonio y lujuria, en fin, maldición de la carne y esclavitud del sexo, como hechos atribuidos en exclusiva a las mujeres. Para empezar, la figura del diablo es más próxima al pueblo (= el infierno se toma de modo más simbólico que el cielo) que el emblema de dios en la Tierra: la soberana Majestad, es decir, Rey y Papa, sucedáneos de la divinidad…
Según la Biblia, Dios permitió a las brujas el coito como ejercicio de amplia influencia, tanto por la vulgaridad visible del acto en sí, como de la vileza que el primer hombre transmitió a la Humanidad en modo pecado original: del cual, en últimas, fue culpable la mujer. Una de ella es Joe, quien quizás por eso lleva nombre de hombre y se considera pésima por pecadora del coito en exceso. El Ángel a Tobías: El demonio se apodera de aquellos que se abandonan a la lujuria. La teología, y su derivada la religión, tiene relación directa con el álgebra, y sus elementos los números, así como estos con la pintura, como puede verse en un cuadro emblemático: el citado de Durero, que alude a la Bilis negra del Medioevo, a cifras y aparatos que atañen al # Pi (3.1416), a la proporción áurea y al Cuadrado Mágico, en el que la suma de toda fila es 34. (12) Joe vive entre la melancolía y la parálisis, producto de un triste delirio, aunque no sea tremendo, como el de Poe, porque ella no es escritora ni, tampoco, alcohólica.
Ahora bien, la música ha sido, sobre todo, asunto de hombres y para hombres, y sus músicos, elegidos a dedo por la nobleza y el clero: por eso, v. gr., Bach, aun con su exceso de hijos con varias mujeres fue aceptado por el coro de áulicos universal, mientras Vivaldi, por tener cinco esposas, fue condenado y excluido y se le llamó Il prete rosso o El cura rojo, como si además fuera comunista. Mientras, a las mujeres se les marginó de nobleza, clero y música. Y ya que el filme habla tanto de Bach, la fuga hace parte de una fase litúrgica de la música, de la cual Beethoven, v. gr., romántico y clásico, estaba muy alejado: en últimas, Maestro de un periodo profano durante el cual la música se liberó del culto y pasó a la cultura. No obstante, esa liberación no fue total ni definitiva: las misas del XIX, escritas para salas de concierto, la música espiritual de Palestrina, Brahms y Wagner (Tristán e Isolda es parte de Melancolía, de Trier), evidencian los añejos nexos, nunca rotos del todo, entre música y culto.
Antes del fin, dice Mann: ‘si bien el Hombre, en sus dos formas, era un ser sexual, y [aunque] la localización del demonio en los riñones se aplicaba mejor al hombre que a la mujer, la maldición de la carne y la esclavitud del sexo eran [en exclusiva] atribuidas a la mujer y así se llegó al apotegma: Una hembra hermosa es como un anillo en la nariz de una cerda (13). ¡Qué no se ha dicho desde antaño sobre la mujer! Eso lo sabe Joe, quien antes que pésima es una mujer a la que la sociedad maldijo e hizo esclava del sexo al impedirle el libre ejercicio de la personalidad. Todo lo dicho se remite al apetito por la carne relacionado con la hembra, no mujer, de tal manera que lo carnal en el hombre es también de cuenta de la mujer. Por eso Joe se recrimina a diario, no aguanta su propia ropa existencial, lava sus penas en la artesa de la conciencia, conciencia lastimada por una sociedad que no tolera sus decisiones hasta que la hunde en el error: uno por el cual, todo en la vida, ha sido una cuestión de desmesura.
A Santiago y Valentina, quienes un día me hicieron regresar de la desmesura a la medida, sin apotegmas.
A Marthica, quien con Blanquita supo cuál es la única desmesura que no ofende a nadie: la de cuidarla…
A los Cinéfilos, de quienes tanto he aprendido la medida de las cosas, que igual intento transmitir siempre.
Notas, enlaces y bibliografía:
(1) https://paradigma40pec.com/el-dsm-5-que-es-y-para-que-sirve/
(3) https://www.filmlinc.org/daily/nymphomaniac-vol-i-stacy-martin-lars-von-trier/
(4) https://matematix.org/formula-de-fibonacci/
(5) https://www.youtube.com/watch?v=V0GrzsIMQXg
(6) https://sp_sp_citas.es-academic.com/1422/William
(7) MANN, Thomas. Doktor Faustus. Seix Barral / Oveja Negra, Bogotá, 1985, 270 pp.: 139.
(8) Íbidem, Seix Barral / Oveja Negra, 1985, 270 pp.: 71.
(9) https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2014/11/luis-carlos-munoz-sarmiento-leon-de.html
(11) https://www.youtube.com/watch?v=YdOOIRlwl_w
(13) Íbidem, Seix Barral / Oveja Negra, 1985, 270 pp.: 113.
FICHA TÉCNICA: Título original: Nymphomaniac. En castellano: Ninfomaníaca. País: Dinamarca / Alemania / Francia / Bélgica. Año: 2013. Gén.: Porno / Drama / Thriller psicológico. For.: 35 mm; color y b/n; 148 min. Versión comercial: 117 min. Dir. y guion: Lars von Trier. Prod.: Peter Aalbæk Jensen / Vicente Montesinos. Mús.: Rammstein. Fot.: Manuel Alberto Claro. Mon.: Molly Malene Stensgaard. Int.: Joe (Charlotte Gainsbourg); Seligman (Stellan John Skarsgård); Joe, joven (Stacy Martin); Jerôme (Shia LaBeouf); K (Jamie Bell); Padre de Joe, médico (Christian Slater); Madre de Joe (Connie Nielsen); L (Willem Dafoe); Camarero (Udo Kier); Mrs. H. (Uma Thurman); B o Betty (Sophie Kennedy Clark). Prod.: Zentropa / Les Films du Losange. Dist.: Central Partnership / Gutek Film / Artificial Eye / Aerofilms / Magnolia Pictures. Estudio: Zentropa / Heimatfilm. Premios: Premios Robert: ocho premios, entre ellos: Mejor Película, director, guion original. Estreno: 25.dic.2013.
Luis Carlos Muñoz Sarmiento (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine y jazz, catedrático, corrector de estilo, traductor y, sobre todo, lector. Fundador y director del Cine-Club Andrés Caicedo en 1984. Colaborador de El Magazín EE, 2012; columnista, 2018. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, se lanzó en la XXX FILBO (Pijao, 2017). Mención de Honor por MLK: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, en coautoría con Luís E. Soares, publicado por la UFES, Vitória (Edufes, 2020). El libro El estatuto (contra)colonial de la Humanidad, producto del III Congreso Int. Literatura y Revolución, con su ensayo sobre MZO y Changó, el gran putas, lo lanzó UFES, 20.feb.21. Invitado por Pijao al Encuentro Nal. de Narrativa vista desde las Regiones (Ibagué, 1º a 4 nov.23) Invitado por UFES al Congreso Literatura, Soberanía Nacional y Multipolaridad (Vitória, 25.nov.23). El 14.abr.2025 se publicó en Brasil su libro La Fábrica de Sueños – Ensayos sobre Cine (Calaméo, PDF, 482 pp., Colección Libros Imposibles). Autor en ARC, Rebelión, Magazín de EE, Las2Orillas y traductor/coautor, con Luis E. Soares, en dichos medios. Director del Cine-Club Al Filo del Tiempo, que se emite desde la bóveda interdisciplinaria de La Fábrica de Sueños. E-mail: [email protected]
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