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¿Por qué los limites del progresismo llevaron a la derrota electoral en Bolivia?

Fuentes: Rebelión

“Bolivia votó, pero no eligió”, estas palabras del expresidente Evo Morales, luego de las elecciones del pasado domingo 18 de agosto, en las que él mismo motivó al voto nulo a sus seguidores, nos permiten comprender las causas del salto atrás que dio Bolivia, por cuenta de la división del MAS Movimiento Al Socialismo, que gobernó el país andino por más de 20 años.

Según los resultados del balotaje, la segunda vuelta se librará entre la derecha y la extrema derecha, los candidatos que ganaron la contienda electoral han sido Rodrigo Paz, un delfín de la historia política tradicional en el país y Jorge “Tuto” Quiroga, expresidente de Bolivia que ya había gobernado reemplazando al dictador Hugo Banzer entre 2001 y 2002; hoy existen más similitudes que diferencias entre los dos ganadores, hay que decir, que el primero se vende como outsider con su consigna “capitalismo para todos” y busca redimir principios tradicionales del neoliberalismo con su tesis de que izquierda y derecha ya están pasados de “moda”; por su parte, el “Tuto” Quiroga, ha propuesto “salvar” al país buscando un crédito de 12 mil millones de dólares del FMI Fondo Monetario Internacional para “recuperar” la economía boliviana.

Pero ¿por qué el progresismo y las izquierdas pierden elecciones? esta pregunta formulada por el exvicepresidente, activista, politólogo marxista y profesor boliviano Álvaro García Linera, nos debe llevar a reflexionar sobre los asuntos que provocaron la implosión del que fuera el proyecto de izquierdas aparentemente más solido en la región, según García Linera, no se pierde por los trolls de las redes sociales, pues sí bien las redes radicalizan discursos, su influencia esta principalmente construida en el malestar generalizado y el desapego a posiciones progresistas; lo ocurrido el domingo no es solo un triunfo de las derechas, sino un desacierto de las izquierdas cuando se refugian bajo progresismos tibios y timoratos que analizan la perdida como resultado del “desagradecido” votante que resultó beneficiado de los proyectos progresistas y que ahora vota a la derecha, nada más ególatra y falso, pues la gente se ganó los cambios en las calles, no gracias a un gobierno “salvador”.

Ahora bien, sabemos que las derechas se anquilosan constantemente en la cotidianidad para instaurar sus discursos racistas, fascistoides y arribistas, pero las fallas del MAS, se deben dejar en evidencia para aprender de ellas y entenderlas, según García Linera, las elecciones se perdieron por errores políticos, el más grave y que reúne a los demás alrededor suyo, fue el de la gestión económica del gobierno de Luis Arce, pasó en Brasil cuando la crisis fiscal del 2015 justificó ante la opinión pública el golpe de Estado a Dilma Rousseff en 2016, pasó en Argentina cuando se perdió el poder en 2023, tras el incremento de la inflación de varios años que supo agenciar el fenómeno Milei.

En el caso Boliviano, se presentó por la malísima gestión de Luis Arce, pues la inflación en los precios de los alimentos incrementó en cerca de un 100%, la falta de combustible con largas filas y costos y un precio del dólar que casi duplica a la moneda boliviana, terminaron por crear un resentimiento en las clases medias que ya habían venido indignadas por el crecimiento y empoderamiento político de los indígenas en el proyecto inicialmente exitoso de Evo Morales. Aspectos estos, que se suman a la guerra política en la que Arce emprendió una persecución contra Evo y un Evo que aunque ya no puede ganar elecciones, sin su apoyo nadie puede ganar, terminó por convertir la pugna por el poder, en la división del MAS bajo vicios del personalismo más individual, que colectivo.

Los éxitos de la izquierda en Bolivia fueron muchos, entre ellos la reducción de la pobreza extrema que pasó de 37,7% en 2006 a un 12,9% en 2019; la pobreza moderada pasó del 59,9%  en 2006 a 37,2% en 2019, la redistribución de riqueza y la ampliación de derechos, terminaron por recomponer el camino de una Bolivia sitiada por la desigualdad y el racismo, Evo Morales quien fuera el primer presidente indígena de un país en el que cerca del 85% de sus habitantes son indígenas, transformó para siempre la historia de los pueblos, un pueblo que llegó al poder con unas tesis decoloniales, raizales y antiimperialistas, que a flor de piel se respiraron no solo en el país andino, sino en otros territorios de la región.

Lamentablemente se cayó en el caudillismo, el proyecto se hizo insuficiente al no garantizar la continuidad en el tiempo de los derechos alcanzados, este límite del progresismo, requiere como lo manifiesta García Linera, una nueva generación de reformas que industrialice, fortalezca la diversificación del mercado interno y saque a flote nuevos procesos que puedan sostenerse en el tiempo. Así entonces, es clave recordar que la historia no es inmóvil, que los procesos de cambio pueden seguirse luchando, aunque no se ostente el poder político y que la tarea está en reinventarse, para que las derrotas sean cortas, pero las victorias sean duraderas.

John Hans Vargas Amaya. Magister en Investigación Social Interdisciplinaria. Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.