Los mexicanos somos objeto de una machacona campaña propagandística oficial que busca convencernos de que el país marcha viento en popa y enfrenta con éxito cualquier dificultad que se le presenta. Desde las conferencias mañaneras federales hasta los remedos de estas llevadas al ridículo a nivel de cada estado y hasta de cada municipio, se reproduce el mismo discurso con las declaraciones más triunfalistas nunca antes escuchadas.
La más reciente, repetida y presumida una y otra vez, dice que han logrado disminuir la cantidad de pobres en nuestro país. Se afirma que, de 2018 a 2024 (año en que el INEGI ha hecho su más reciente reporte), la cifra de pobres en México disminuyó de 51.9 a 38.5 millones de personas, es decir, que la pobreza habría disminuido, en números redondos, en poco más de 13 millones de mexicanos.
De entrada, quiero señalar que la gran mayoría de amigos, conocidos, vecinos o compañeros de trabajo con los que trato, la gran mayoría gente humilde y trabajadora, al enterarse de esta noticia y de estos datos, simplemente arquean las cejas en señal de extrañeza y los más francos, prorrumpen en sonoras carcajadas pues su vida cotidiana y la de sus conocidos, no checa con estas cuentas alegres que presume el gobierno. Las vivencias y carencias diarias de la gente humilde, son su fuente de información muchas veces más rica y auténtica en ejemplos, que las alegres y maquilladas estadísticas oficiales.
Pero veamos las cosas con el detalle que permite el espacio: el gobierno de la 4T por boca de la presidenta, dice que esa “hazaña histórica” (así la llama poniéndole mucha crema a sus tacos) se debe, fundamentalmente, a tres factores: “al aumento del salario mínimo, a los programas sociales y al acceso a los derechos”. Veamos cada uno de ellos.
1.- El aumento a los salarios.
Según los criterios del INEGI, se es pobre si lo que gana la gente no le alcanza para adquirir lo que se llama la Canasta Básica alimentaria y no alimentaria y, sufre además, al menos, la carencia de alguno de los derechos sociales elementales como educación, salud, seguridad social, vivienda y alimentación.
El gobierno pone su acento, sobre todo en la cuestión del ingreso con respecto al costo de la mencionada Canasta Básica alimentaria y no alimentaria. Pues bien, en el último tramo de 2024 (fecha del reporte del INEGI) se calculaba que dicha canasta ascendía a 4 mil 552.89 pesos por persona al mes, pero si tomamos en cuenta que las familias trabajadoras en promedio están formadas, según el propio INEGI, por cuatro personas (el jefe de familia, la esposa y dos hijos), el costo familiar mensual de la mencionada canasta ascendería a 18 mil 216 pesos, monto que con el salario mínimo de entonces (248.90 pesos por día y 7,467 al mes) no se alcanzaba a cubrir con un salario mínimo, sino, por lo menos, con tres salarios mínimos, es decir, un ingreso de 747 pesos al día, que la gran mayoría de los trabajadores mexicanos no tiene, ni a través de la mayoría de las categorías más altas en los tabuladores de sus Contratos Colectivos de Trabajo: en México el 78.6% de los trabajadores perciben entre un salario mínimo y poco más de dos (sin llegar a tres o más). Esto según el estudio del investigador Arturo Huerta González “Indicadores que cuestionan la reducción de la pobreza en México”, elaborado con datos del INEGI y publicado en La Jornada de Oriente, el 19 agosto de 2025.
Así es que, ni antes en el 2018, ni para las fechas del resultado que dio a conocer el INEGI de la supuesta reducción de la pobreza, en agosto de 2025, ni antes, ni ahora pues, el ingreso de las familias obreras alcanzaba para cubrir ese monto de la Canasta Básica, ni con un salario mínimo, ni siquiera con dos.
Peor aún, el pasado 11 de agosto el Semanario “Proceso” en un artículo de Camila Ayala con datos del propio INEGI, señaló que, “Sheinbaum registra la canasta básica más cara de julio desde 1992 […] El primer julio con Claudia Sheinbaum en la Presidencia registró el costo más alto para vivir, no solamente desde que comenzaron los gobiernos de la Cuarta Transformación, también desde 1992, año en que inició este tipo de registro oficial […] En julio de 2025, la línea de pobreza por ingresos, que es el monto mínimo mensual por persona para cubrir alimentos, vivienda, transporte, salud y otros gastos esenciales, se ubicó en 4 mil 718.55 pesos en zonas urbanas y 3 mil 396.71 en rurales, de acuerdo con el Inegi, esto medido en precios corrientes”.
Así que, sólo viendo la relación entre el supuesto mejoramiento del salario y el gasto en los satisfactores más elementales (y esto con los propios datos del INEGI) no hay sustento real y verdadero para que el gobierno de la 4T, presuma que en México se ha reducido la pobreza en 13 millones de mexicanos.
2.- Los programas sociales.
Pero el gobierno de la 4T dice que, además de la “mejoría salarial” (que ya vimos que es solo de números, ilusoria por tanto), otro factor que influyó en la reducción que presume de la pobreza en México fueron los “programas sociales”, es decir, el reparto de tarjetitas con dinero, supuestamente para “ayudar a los pobres”. Sobre esto, el mismo gobierno reconoce por boca de la Secretaria del Bienestar, Ariadna Montiel, que este reparto de dinero solo mejoró los ingresos de la gente en un 17%, es decir, que de cada 100 pesos que percibe quien ha mejorado sus ingresos, 65 provienen de un salario y solo 17 provienen de recibir alguno de los diversos programas sociales (24 programas sociales que van dirigidos en su gran mayoría a personas que se encuentran fuera de las actividades productivas: adultos mayores, personas con alguna discapacidad, apoyos a jóvenes que ni estudian ni trabajan, a madres solteras, las becas escolares, entre otros). Con esto querrían decir que la mejoría sustancial que, según ellos, ha sacado de la pobreza a poco más de 13 millones de mexicanos, se debe al aumento de los salarios, cosa que como tratamos de demostrar más arriba no es cierta porque el 78.6% de los trabajadores perciben entre un salario mínimo y poco más de dos, que no les permite acceder a la canasta básica alimentaria y no alimentaria.
Pero es importante destacar este aspecto de las ayudas asistenciales: si no ayudan significativamente a reducir la pobreza, como el propio gobierno reconoce, ¿por qué se siguen manejando tan intensamente y destinando cuantiosos recursos (desde con AMLO para acá, han tenido un incremento de 184%), que, según ha dicho el propio gobierno, han salido de recortes presupuestales que ha hecho a rubros tan importantes del presupuesto federal como los de salud, educación y cultura, entre otros? Sencillamente, porque el objetivo de ese reparto de dinero no es atacar de raíz la pobreza (porque para eso no sirven, como estamos viendo), sino para la compra de conciencias y de votos. Dándole a algunas modestas ayudas en efectivo a la gente para tener su voto cautivo para el partido oficial, aunque ello implique que le recorten en servicios de salud y educación.
3.- El acceso a los derechos sociales.
Y aquí podemos pasar al otro aspecto que el gobierno dice y presume que influyó para la reducción de la pobreza: el acceso a los derechos sociales. No perdamos de vista que el criterio oficial clasifica a la población en la pobreza si su ingreso no le alcanza para acceder a la Canasta Básica alimentaria y no alimentaria y si, además, sufre al menos la carencia de alguno de los derechos sociales elementales como educación, salud, seguridad social, vivienda y alimentación.
Con base en algunas notas periodísticas muy recientes, veamos cómo la situación en estos rubros tampoco pinta muy color de rosa: la desigualdad social sigue marcando la suerte de la gran mayoría de las familias trabajadoras mexicanas en estos aspectos.
a) Desigualdad del ingreso.
“La Oxfam y el Indesig indican que la desigualdad estructural persiste: hogares más pobres en México ganan 72 pesos por día, calculan, […] las familias del decil más pobre apenas perciben al mes 2 mil 168 pesos por persona, lo que equivale a 72.3 pesos diarios, de acuerdo con el análisis de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2024 (ENIGH), realizada por Oxfam México y el Instituto de Estudios sobre Desigualdad (Indesig). En contraste, los hogares del decil más rico ganan 140 mil 998 pesos mensuales por individuo, es decir, 65 veces más que los más pobres”.
“Al observar los recursos del 1% más rico, que perciben 958 mil 777 pesos al mes por persona, destaca que poseen un ingreso 44 veces mayor que el promedio nacional y 442 veces superior al del primer decil”.
“De tal forma, los hogares más pobres obtienen 2% de los ingresos totales del país, mientras que 1% se reparte el 35%” (El Universal 21 de agosto de 2025).
b) Frente a la crisis y la falta de recursos: a agarrar de donde sea.
“Histórico aumento de retiros por desempleo de Afores; van más de 21 mil millones de pesos. En los primeros siete meses de 2025, más de un millón de trabajadores retiraron fondos de Afores por desempleo, marcando máximos históricos y alertas por estafas”.
“El 2025 ha registrado un récord en los retiros por desempleo de las Afores. Según las estadísticas oficiales, de enero a julio, los trabajadores mexicanos retiraron un total de 21 mil 87 millones de pesos, esto representa 17.6 por ciento más que en el mismo periodo del año anterior, informó la Consar” (Portal Línea Directa 16 de agosto de 2025).
c) La niñez en el abandono.
“Viven en la pobreza la mitad de menores de 5 años en México”. “La mitad de los niños mexicanos de hasta cinco años viven en la pobreza, y bajo las condiciones actuales, tres de cada cuatro no lograrán superarla en la edad adulta, expuso el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY)”.
“La estimación se hizo con una metodología que contempla no sólo los ingresos económicos, sino también el acceso a derechos sociales como la vivienda y servicios de salud, educación y alimentación, lo que en suma mide la pobreza multidimensional”.
“Así, 41.9 por ciento de la población de cinco años y menos se encontró en pobreza multidimensional el año pasado; en el grupo de seis a 11 años, el porcentaje fue de 39.3, mientras de 12 a 17 años, 36 puntos porcentuales. Todos, por encima de las privaciones generales que arrastra el resto de la población” (La Jornada 19 de agosto de 2025).
Solo hay que agregar que la pobreza de esos niños proviene, indudablemente, de la pobreza de sus padres.
d) Juventud en el abandono.
“A pesar del gasto de 120 mil millones de pesos en becas, en el sexenio de AMLO hubo menos jóvenes con empleos formales que en el sexenio anterior […] El secretario del Trabajo, Marath Bolaños, presumió que el 70% de los beneficiarios salen con empleo. Sin embargo, la dependencia federal respondió por transparencia que en 2023 menos de un 5% de los becados logró trabajo, mientras que en 2024 la cifra no alcanzó ni el 1%” (Portal “Animal Político” del 10 de marzo de 2025).
e) Educación en el abandono: deserción escolar.
“Becas del Bienestar no frenan la deserción escolar en México”. “La inversión de 102 mil 948 millones de pesos en becas escolares durante 2024 –equivalentes al 9.3% del presupuesto público– no impidió que 994 mil 219 estudiantes abandonaran la educación en el ciclo escolar pasado (con datos del INEGI). Aunque estas transferencias beneficiaron a 2 de cada 10 estudiantes durante el ciclo 2024-2025, no hay evidencia que muestre que estos programas estén manteniendo a los niños y jóvenes en las escuelas. Además, se ha presentado una baja en la cobertura de las becas para educación básica y medio superior” (Portal “Animal Político” 20 de agosto de 2025).
El propio diario “La Jornada” (vocero casi oficial de la 4T) en su edición del pasado 13 de agosto, destacaba en el plano de la educación, con cifras del INEGI, que el rezago en este punto, lejos de bajar, creció, “al pasar de 23.5 millones de personas en 2018 a 24.2 millones en 2024”.
f) Acceso a la salud.
También la edición mencionada del diario “La Jornada”, consignaba que “las carencias por acceso a los servicios de salud aumentaron más del doble, al pasar de 20.1 millones a 44.5 millones de personas en seis años (del 2018 al 2024)”. Y esto, contado con las propias cifras del INEGI.
Además, se ha señalado que la frágil y pobre economía de las familias trabajadoras, se puede derrumbar frente a los llamados gastos catastróficos en cuestiones de salud (un accidente, la aparición de enfermedades que requieren de largos tratamientos y de muchos gastos): “Aumentó en los hogares el gasto de bolsillo en salud. El gasto trimestral promedio por hogar para temas de salud pasó de 1,135 a 1,605 pesos entre 2018 y 2024, un incremento real de 41.4% (es decir, 469.8 pesos). Esta alza impacta sobre todo a las familias con menores ingresos […] Incrementaron los gastos catastróficos, 1.11 millones de hogares incurrieron en gastos catastróficos de salud en 2024 -es decir, aquellos que ponen en riesgo la estabilidad financiera de las familias pues superan el 30% de la capacidad de pago-. Esto representa un aumento de 64.5% con respecto a 2018 (436,783 hogares)”. Estudio de “México Evalúa” con base en datos de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gastos del INEGI, publicado en El Financiero 1 de agosto de 2025.
¡En efecto, en más del doble creció la población marginada que carece de todo servicio de salud, y son hoy casi 45 millones de mexicanos que tienen que rascarse con sus uñas para ver cómo se curan o que padecen enfermedades dolorosas o que están en riesgo de morir por no tener acceso a tratamientos y medicinas!
Hasta aquí, este breve recuento.
Preguntamos: ¿a este desastroso panorama, expuesto con cifras del propio INEGI, puede llamársele, “acabar con la pobreza”? No, definitivamente no.
En sus cuentas alegres, el gobierno de la cuatrote presume que, gracias a su “hazaña histórica” de bajar el número de pobres en más de 13 millones, ya solo quedan 38.5 millones de pobres en nuestro país. Pero, de acuerdo con sus propios criterios (“es pobre el que no le alcanza para acceder a la Canasta Básica alimentaria y no alimentaria y además de eso carecen, aunque sea de uno de las derechos sociales”) ya vimos que el 78.6% de los trabajadores perciben entre un salario mínimo y poco más de dos (sin llegar a tres o más) que no le alcanzan para la dichosa canasta y ahí están los 24.2 millones marginados de la educación, los casi 45 millones de mexicanos sin salud y otros tantos millones que no tienen seguridad social, vivienda propia y sobreviven en el empleo informal que abarca a más del 55% de la población que vive de su trabajo.
Señores de la 4T, todos esos mexicanos son muchos más de los 38.5 millones de pobres que dicen ustedes que quedan en el país. Son muchos más millones de pobres (algunos estudiosos serios del tema calculan que siguen existiendo por lo menos 100 millones de pobres en México) y cada vez son más pobres.
En contrapartida, porque son realidades que siempre van juntas, si hay cada vez más pobres, del otro lado de la cancha hay ricos cada vez más ricos: “En México tan sólo dos mexicanos poseen tanta riqueza como 50% de la población de toda América Latina […] el 1% de las personas más ricas se han quedado con casi 25 de cada 100 pesos de la nueva riqueza creada en lo que va del siglo XXI, mientras que 50% más pobre se ha quedado con sólo 1.5 de cada 100 pesos, según datos de Oxfam” (El Economista, 8 de octubre de 2024).
Por eso, aun con sus propias cifras, cuentas (y cuentos) y criterios para medir la pobreza, les podemos decir que mienten, que ¡otra vez! están engañando al pueblo pobre queriéndole hacer tragar la llanta trasera del tractor, de que todos vamos, raudos y contentos, hacia el reino del bienestar.
Dice el gobierno de la 4T que la reducción de la pobreza, que ellos presumen pero que no es cierta ni aun midiéndola con sus propios criterios, demuestra que “el modelo del humanismo mexicano” (así le llaman a lo que han venido haciendo desde hace siete años) sirve y da resultados.
¿En qué consiste dicho modelo? Bien a bien, nunca lo han explicado más que con declaraciones demagógicas como estas: “Que no puede haber gobierno rico con un pueblo pobre”. Según lo que hemos dicho, esto no se cumple: la gran mayoría del pueblo trabajador mexicano sigue sumido en la pobreza y, en contrapartida, vemos que los ricos se han hecho cada vez más ricos y esos sí que están contentos con “el bienestar” que les ha dado el gobierno de “primero los pobres” y, tras ellos, después de sus “extenuantes jornadas por el bien del pueblo” vemos a los morenistas, a los nuevos administradores de los negocios del capital, dándose una escandalosa vida de lujos y abundancia, presumiendo carísimos viajes por Europa y el Oriente, camionetas de lujo, joyas y grandes propiedades millonarias dentro del país y en el extranjero.
“Que hay que regresarle al pueblo, lo robado”, dice la 4T que es parte de su “nuevo modelo”, tanto a través de “apoyos del bienestar” como a través del acceso a los derechos sociales básicos. Pero como hemos visto, esto tampoco es cierto: hoy la mayoría de la gente trabajadora sigue marginada de tales derechos y echada a su suerte, a la buena de Dios, para sobrevivir, tanto en el plano de los servicios públicos, como en educación y salud. Tanto o peor que en “los tiempos del modelo neoliberal” que, según la 4T, quedó en el pasado.
No hay pues tal modelo nuevo “que esté funcionando y dando resultados”: continúa el modelo neoliberal pero ahora disfrazado con un ropaje “popular”. El neoliberalismo con la 4T sigue en pie con su principal apotegma: “Que las masas trabajadoras produzcan y hagan crecer al capital, que se conformen con miserables salarios de sobrevivencia y que se rasquen con sus uñas para afrontar todas sus necesidades, pues el Estado no se hará cargo de ellas”.
Los trabajadores mexicanos debemos estar alertas para desentrañar los embustes de la clase dominante y del gobierno que defiende sus intereses y saber descubrir sus pesas falsas. Debemos saber que la lucha contra la pobreza en México no vendrá desde arriba, desde la mesa rebosante de los ricos y sus defensores políticos. De ahí sólo nos echarán de vez en cuando algunos mendrugos en forma de raquíticos aumentos salariales que en nada alivian nuestra pobreza o en forma de tarjetitas de dinero con dádivas para tenernos como limosneros para servir a sus intereses políticos y económicos.
La verdadera lucha contra la pobreza en México solo puede darla el pueblo trabajador organizado y consciente de sus intereses de clase. Organizado y consciente para tomar el poder político en sus manos ante el fracaso estrepitoso que vienen teniendo los farsantes que lo engañaron prometiéndole que serían “primero los pobres” y solo están resultando ser vergonzosas tapaderas del neoliberalismo que sigue tan campante. Organizado y consciente para tomar el poder político en sus manos, para establecer un verdadero gobierno obrero y campesino, para construir una nueva sociedad con una más justa distribución de la riqueza social. No hay otra salida.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.