En todo México, militantes de Morena organizan poder territorial para que la ciudadanía participe y controle decisiones.
El lunes (1), la presidenta Claudia Sheinbaum realizó su primer Informe de Gobierno ante el Palacio Nacional. A través de un discurso de poco más de una hora, Sheinbaum repasó los principales logros de su gestión, señalando que el país vive un “momento estelar” de su historia.
Según todas las encuestas, Sheinbaum llega a su primer informe con un 80 % de aprobación entre los mexicanos. Su firmeza en la defensa de la autonomía nacional frente a Estados Unidos, así como la amplia implementación de los programas de bienestar para la población, han sido algunas de las claves de su éxito.
Tan solo en 2025, su Gobierno ha destinado el 2,3 % del Producto Interno Bruto a programas de bienestar entregados directamente a la población. Estas políticas, implementadas desde la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, permitieron que México alcanzara el nivel de pobreza más bajo de los últimos 40 años y redujeran la desigualdad de manera significativa, convirtiendo al país en el segundo con menor desigualdad del continente, después de Canadá.
Sin embargo, más allá de estos logros, los últimos once meses también han supuesto grandes transformaciones en el proceso de la Cuarta Transformación, que explícitamente se propone transitar hacia una nueva etapa.
Construcción desde abajo y poder territorial
Tras los históricos resultados electorales que la convirtieron en la primera presidenta de México, con una ventaja de 32 puntos, Morena puso en marcha una campaña de afiliación para que la ciudadanía pudiera integrarse formalmente, participar y tener voz dentro del partido.
La meta inicial era alcanzar los 10 millones de afiliadas y afiliados en un año; sin embargo, apenas seis meses después ya se habían registrado 8 millones. A partir de este logro, Morena inició una segunda fase enfocada en la organización territorial. Esta etapa no solo busca aumentar el número de afiliaciones, sino también “generar espacios reales” para que la militancia pueda organizarse y participar activamente en la toma de decisiones.
El desafío es enorme. México cuenta con más de 71 mil secciones electorales en todo su territorio, delimitaciones geográficas muy pequeñas que pueden abarcar apenas unas calles, donde se instalan las casillas durante los días de elección.
El objetivo de Morena es construir un Comité Seccional en cada una de estas secciones. Cada comité debe estar conformado por al menos cinco personas, elegidas en una asamblea vecinal.
En conversación con Brasil de Fato, Alexandra Huerta Rojo, concejala de Morena, explica que la finalidad de estos comités es que quienes deseen ser protagonistas de la Cuarta Transformación encuentren un medio de participación desde la realidad cotidiana de cada sector.
Alexandra, electa concejala de Tláhuac, una zona periférica de la Ciudad de México, con apenas 24 años, es la concejala más joven de Morena. Actualmente acompaña la conformación de asambleas en su distrito y, a partir de su experiencia, ilustra la importancia del trabajo territorial que se está llevando a cabo.
“Muchas veces los partidos no llegan a las periferias”, señala, y afirma que “esta es una nueva y mejor manera de organizarse, porque la idea es que todas y todos sean partícipes y escuchados”.
“Es en lo local donde se genera el contacto más directo con el pueblo. Por eso la organización tiene que estar ahí. Somos un Gobierno humanista en el que el pueblo es el principal actor del movimiento. El objetivo de los comités es que quienes quieran ser protagonistas de la Cuarta Transformación encuentren un medio para participar desde la realidad cotidiana de cada sector”, explica.
Subraya que el propósito es “construir con los de abajo para llegar hasta arriba”, y se emociona al destacar que en los territorios “participan jóvenes, mujeres y diversos grupos en situación de vulnerabilidad”.
Desde mediados de agosto, cada domingo Morena convoca asambleas territoriales para impulsar los comités. Solo en las últimas tres semanas se han celebrado más de 16 mil asambleas en todo el país, espacios donde los funcionarios del Gobierno —miembros de Morena— deben escuchar los planteos de la población.
“No se trata solo de ganar elecciones —repite Alexandra—, sino de lograr que el pueblo deje de ser espectador y se convierta en actor y agente del cambio”.
En la misma línea, Camila Martínez, secretaria nacional de Comunicación, Difusión y Propaganda de Morena, explica que la finalidad de estas estructuras es fortalecer la organización desde las bases, procurando que “en cada comunidad exista un grupo de militantes activo”. Estos espacios tienen como misión evaluar y proponer estrategias que contribuyan a resolver los problemas cotidianos de la gente, así como valorar el trabajo de las alcaldías.
“Queremos que nuestro partido se construya de abajo hacia arriba, con raíces territoriales sólidas, donde todos sepan que hay compañeros del movimiento trabajando cerca de su casa, a quienes pueden acudir para debatir, proponer y —claro— también criticar. Queremos un partido que no solo esté en los ministerios, sino también junto a las personas de a pie, en la construcción del país con el que soñamos”, enfatiza.
Poder popular y control ciudadano
Además del despliegue territorial, estas estructuras tienen una misión igual o incluso más importante: el control popular de los funcionarios públicos del partido. Las asambleas buscan realizar encuentros en los municipios, donde la militancia de base pueda evaluar el trabajo de los representantes y constituir un espacio en el que estos deben rendir cuentas directamente ante la comunidad.
“Hemos decidido, en Morena, constituir un partido-movimiento de masas, abierto a todas las personas que quieran participar en el desarrollo de su comunidad. Se trata de cuidar e impulsar la formación constante de las compañeras y compañeros en los territorios. Queremos construir un partido político que no sea el instrumento de una clase política que responde a la gente, sino una fuerza en la que el propio pueblo responda a sí mismo, a su comunidad y al partido.”
Las referencias al expresidente Andrés Manuel López Obrador aparecen de manera recurrente en el discurso de Martínez. Planteamientos estratégicos, reflexiones y máximas éticas que AMLO repetía con insistencia se han convertido en brújula para miles de militantes en México.
“Solo el pueblo puede organizar al pueblo y solo el pueblo organizado puede salvar a la nación” parece ser una de las máximas que guían la construcción de formas de intervención política en las que las personas comunes sean las protagonistas.
“Era una frase del presidente López Obrador que justamente hablaba de esto. Hace unos días platicábamos con un compañero y recordábamos una idea que él siempre repetía: que los militantes teníamos que ser pueblo, hacer pueblo y estar con el pueblo. No basta con que tal político provenga de un territorio; es necesario construir los espacios para que más personas puedan participar en política. Ese es el rol de la militancia: no solo representar, sino también abrir puertas”, afirma.
Las reformas impulsadas por la Cuarta Transformación no podrían implementarse sin apoyo popular. “Sabemos, por experiencia propia, que las campañas mediáticas de la derecha pueden ser muy poderosas —reflexiona Martínez—. ¿Cómo enfrentamos esto? Con organización popular y con un verdadero trabajo territorial”.
La apuesta, asegura, no es solo mantener el contacto con las bases, sino profundizarlo.
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