En medio de una crisis económica que ya no necesita adjetivos, Bolivia transita el 2025 con un dólar paralelo que supera en un 80% al oficial; como si la economía estuviera en pausa, esperando instrucciones externas para moverse. La producción se enfría, el consumo se contrae, y las familias más vulnerables se ajustan los cinturones. Mientras tanto, los discursos de los candidatos habilitados a la segunda vuelta insisten en recetas importadas, como si los síntomas locales pudieran curarse con fórmulas ajenas. Pero la realidad, tozuda, sigue hablando en boliviano.
Recetas viejas, heridas abiertas
Persistir en los lineamientos del Fondo Monetario Internacional (FMI), no solo revela una desconexión con la realidad boliviana e implica rifar la soberanía, sino que también denota una preocupante amnesia histórica. Estas recetas, aplicadas durante veinte años (1985–2005), demostraron ser eficaces únicamente para profundizar la desigualdad y debilitar el tejido social, generando una dependencia crónica de las políticas públicas y monetarias. Las secuelas económicas y sociales del neoliberalismo fueron desastrosas.
El continente ofrece ejemplos recientes que no requieren demasiada interpretación. El caso argentino, por su crudeza y cercanía, expone con claridad el costo humano de seguir fórmulas que priorizan equilibrios fiscales obviando vidas de los sectores más vulnerables. Insistir en ellas hoy, como si fueran novedad, es como ofrecer aspirinas para una fractura: alivian el discurso, pero no curan el daño.
Gobernar desde adentro
La historia económica reciente de Bolivia demuestra que aplicar modelos neoliberales ortodoxos sin considerar la estructura social, cultural y productiva del país, conduce a diagnósticos errados y soluciones fallidas. Las recetas neoliberales priorizaron la austeridad, la liberalización comercial y la desregulación, ignorando las realidades comunitarias, territoriales y laborales que configuran el tejido boliviano.
Hoy, frente a un contexto internacional marcado por la crisis energética, la inflación global y el debilitamiento de las potencias tradicionales, Bolivia debe reafirmar una economía con raíces: fiscalmente responsable, socialmente justa y soberanamente productiva. Gobernar desde paradigmas ajenos no solo es ineficaz, sino que puede agravar las crisis que se pretende resolver. Es hora de mirar hacia adentro, no hacia centros de poder ajenos.
Propuesta de enfoque soberano
Frente a las propuestas que esgrimen los candidatos de la derecha y su paradigma ortodoxo -centrado en la austeridad, el achicamiento del Estado, la flotación del dólar, la liberalización comercial y la subordinación financiera- debe aplicarse un enfoque alternativo y soberano, arraigado en la realidad estructural, social y productiva de Bolivia. Este enfoque no niega la necesidad de la responsabilidad fiscal, pero debe ser articulada con justicia social, soberanía económica y participación popular.
Proponemos 14 medidas concretas para la Economía Boliviana:
I. Soberanía Fiscal y Monetaria
1. Déficit estratégico: Utilizar el déficit público para reactivar sectores productivos con alto impacto en empleo y soberanía alimentaria.
2. Reforma tributaria progresiva: Priorizar la redistribución mediante impuestos progresivos sobre grandes patrimonios. Dónde los que más tienen, más aporten.
3. Banco Central soberano: Revisar la gobernanza del Banco Central de Bolivia (BCB) para que no se limiten a la estabilidad de precios, para alinearlo con objetivos de desarrollo nacional, el fomento del empleo y la producción.
4. Banca regulada: Supervisar con firmeza a la banca privada, protegiendo a los pequeños y medianos ahorristas, asegurando que el crédito fluya al sector productivo y evite la especulación financiera.
II. Defensa de las Divisas y los Recursos Estratégicos
5. Control de divisas y comercio exterior: Regular el comercio exterior para evitar fugas especulativas y fortalecer la balanza comercial.
6. Oro para el desarrollo: Regular la producción y comercialización del oro, evitando su captura por intereses privados y codiciosos.
7. Menos lujo, más valor: Reducir drásticamente la importación de bienes de lujo y suntuarios que erosionan divisas sin aporte al valor productivo.
III. Aplicar un Modelo Productivo y Social
8. Subvención diferenciada: Suspender gradualmente los subsidios a hidrocarburos, protegiendo a sectores populares y productivos.
9. Fin a privilegios corporativos: Eliminar subsidios y exenciones fiscales a agroindustria, minería mediana y grandes empresas que no redistribuyen riqueza.
10. Soberanía alimentaria: Prohibir la libre exportación de alimentos de primera necesidad, estableciendo como límite la satisfacción del mercado interno.
11. Sustitución de importaciones: Incentivar la producción nacional con enfoque territorial y comunitario, adaptado a las potencialidades de cada región.
12. Salarios vinculados a la productividad: Establecer una política salarial vinculada a la productividad en desmedro del clientelismo y la prebenda. Reestructuración salarial.
13. Ley activa contra el monopolio: Combatir prácticas monopolistas y oligopólicas que distorsionan precios y concentran poder económico en pocas manos.
14. Transición a energías renovables: Reactivar la inversión a la producción de energías limpias para reducir dependencia de combustibles fósiles.
Gobernanza con soberanía
Las medidas que fortalezcan la gobernanza sin comprometer la soberanía nacional deben responder a nuestra realidad estructural y social, no a los dictados del gran capital ni a intereses foráneos. La adopción de políticas públicas impuestas o promovidas por sectores agroindustriales o mineros conlleva el riesgo de reeditar los errores del gobierno saliente, arrastrándonos nuevamente a experiencias dolorosas e innecesarias para el pueblo.
Sembrar futuro
Bolivia no necesita recetas ajenas. Necesita memoria, dignidad y decisión. Una economía con raíces no es una consigna: es una estrategia para sanar, construir y resistir. Gobernar desde adentro es el primer paso para sembrar futuro.
La crisis no la debe pagar el pueblo. La economía debe democratizarse.
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