El Congreso Nacional y la legislatura bonaerense han sido sede de sendas muestras de que allí anidan variados intereses y voluntades sectoriales. Lo que escasea mucho es la vocación por hacer resonar en los recintos parlamentarios la voluntad del pueblo. Así como la intención no sobornable de hacer desde allí la crítica de las demasías de los poderes extraparlamentarios.
El último jueves tuvo lugar la sesión de la Cámara de Diputados en la que juran los legisladores que inician su mandato. La nota más saliente de esa reunión fue la actitud de hostigamiento que la bancada de La Libertad Avanza (LLA) llevó adelante sobre diputados de la oposición.
En particular fueron afectados los del Frente de Izquierda Unidad (FIT-U), a quienes se increpó sobre todo por incluir en su fórmula de juramento la condena al genocidio en Gaza y su solidaridad con el pueblo palestino. Encabezaba el abucheo la diputada Lilia Lemoine, habitual punta de lanza de las algaradas del oficialismo.
Consiguió hartar a Myriam Bregman, quien a despecho de su habitual serenidad pidió que la hicieran callar. “Que esta señora se calle la boca porque la verdad nos tiene cansados” fueron las palabras exactas que usó la diputada de la izquierda.
Horas después Lemoine justificó por completo su actitud. Invocó que los diputados de LLA sufrieron hasta ahora la hostilidad de Unión por la Patria (UxP) con el respaldo de “los zurdos” y que ahora les tocaba a ellos sentir el rigor de los “refuerzos” que habían llegado a la bancada libertaria, hoy convertida en primera minoría.
Agregó que “iban a saber lo que es el bullyng” con lo que asumió una actitud discriminatoria y de maltrato injustificado que está de sobra condenada. Asimismo destacó que no fueron actitudes individuales suyas sino que encontraron seguimiento por el conjunto de su bloque, lo que por cierto se corresponde con la estricta verdad.
En dirección a la izquierda agregó que al escucharlos jurar “por un país extranjero” le surgió “la patriota” y no quiso ni pudo contenerse. Por lo menos curiosa esta asunción de patriotismo para una dirigente del partido que lleva adelante un alineamiento total con EE.UU. A extremos no vistos ni siquiera durante las “relaciones carnales” que promovía el gobierno de Carlos Menem.
El accionar con pretensiones de humillación no se limitó a la representación legislativa. El presidente Javier Milei celebró y acompañó desde su palco las manifestaciones de sus correligionarios. Y entonó a voz en grito las consabidas consignas en nombre de la libertad y en contra de “la casta” a la que tendrían atemorizada los “libertarios”, cada vez más notorios en su asociación con ella.
El escándalo se convirtió en la nota saliente de la sesión. Sólo pudieron competirle los piropos a micrófono abierto que le dedicó a algunas diputadas el representante por el Chaco Gerardo Cipolini. Lo hizo en ejercicio de la presidencia transitoria de la cámara antes del nombramiento de autoridades, la que le correspondía por ser el miembro de mayor edad.
Si alguien con toda intención quisiera dar una muestra del divorcio entre la mayoría de los supuestos representantes del pueblo y las necesidades y preocupaciones de las masas populares, no la hubiera logrado con mayor claridad.
El espíritu de censura y venganza y la imposición de la fuerza del número sin ninguna consideración estuvieron presentes, según la confesión espontánea de la ya mencionada diputada de LLA. La mirada de menosprecio hacia las mujeres y el comentario fuera de lugar sobre sus cuerpos también.
La condición de primera minoría que los “libertarios” quieren imponer hasta el abuso no responde sólo al pronunciamiento favorable de las urnas. Su bloque ha engrosado con disidentes de PRO y U.C.R. (los famosos “radicales con peluca”) que ya venían en respaldo del oficialismo y ahora lo han formalizado con su afiliación a la fuerza en ascenso.
El complemento fueron las disidencias en el peronismo y sus adyacencias, que se han orientado a la suma a bloques provinciales o han formado pequeños núcleos propios. Y han menguado así la representación de esa corriente.
Abona esas posiciones más de un mandatario provincial de afinidades peronistas, como Gustavo Sáenz de Salta, Gerardo Zamora de Santiago del Estero y Raúl Jalil de Catamarca.
Lo concreto es que UxP quedó relegado a la segunda minoría. Sobreviene así un status de llamativa debilidad parlamentaria. En medio de una situación en la que quienes jugaron durante el anterior período de sesiones al “opooficialismo” han resuelto en su mayoría dejar de lado sus actitudes críticas y correr alborozados en socorro del vencedor.
Amerita una gran preocupación el uso que se dará a la hoy nutrida bancada libertaria y a sus potenciales aliados. Probablemente dispuestos a canjear sus votos favorables a cambio de algunas compensaciones en obra pública y/o en distribución de fondos para las arcas provinciales.
Como es sabido se anuncia el tratamiento de las contrarreformas laboral y tributaria. Entrañan en síntesis el empeoramiento de las condiciones de trabajo y de vida de obreros y empleados, mayores ganancias y libertad de acción para los patrones, menos impuestos para los más ricos y cargas más elevadas para los pobres.
Se añade un proyecto de nuevo blanqueo de capitales bajo el rótulo de “ley de inocencia fiscal”. Un punto más para que quienes más tienen menos paguen. Y puedan seguir con la ronda eterna de “bicicletas financieras” y fuga de capitales.
Si se sale del campo económico nos encontramos con un proyecto de amplia reforma del código penal. El contenido más saliente de la misma será el incremento de las penas por los más variados delitos y el avance de la “presunción de inocencia” de las fuerzas represivas.
Más presos en cárceles y comisarías y más jóvenes muertos por las balas policiales sin que nadie les pruebe nada y mucho menos se les celebre un juicio. Para mayor escarnio además se incluye en el proyecto la supresión de la figura de femicidio. Se arrasaría así con largas luchas del movimiento feminista y de los defensores de los derechos humanos. Un alarde de misoginia que muestra una vez más la amplitud de la agenda regresiva del gobierno.
Asimismo asoma en el horizonte una reforma educativa de sesgo privatizador; elitista, facilitadora del libre albedrío para los planes de estudios en establecimientos privados e introductora de la enseñanza religiosa en las escuelas. Se rompería así con un siglo y medio de laicidad educativa.
Son sólo algunas entre otras “bellezas” del incipiente proyecto. Sólo les falta prohibir la enseñanza mixta o quien sabe que otras barbaridades del mismo estilo. La historia misma de la educación pública en Argentina quedaría afectada.
Perecerían modalidades que más allá de idas y vueltas han jalonado el itinerario de nuestra sociedad. Hasta los “padres fundadores” de la era de Julio Argentino Roca, tan admirados por el presente gobierno repudiarían semejante plan.
De la vereda de enfrente queda la expectativa de que la pequeña bancada de izquierda sepa sostener las causas justas y oponerse con fuerza a las contrarreformas en curso. No cabe duda de que tienen la decisión y voluntad necesarias en esa dirección. Su capacidad de trabajo y su vocación de acompañamiento a todas las luchas harán el resto.
El peronismo en uno de sus peores momentos
Merece un tratamiento específico la actual situación del peronismo, dentro y sobre todo fuera de los recintos legislativos. Carece de un liderazgo unificado, tiene a su principal conductora presa y no posee un candidato de consenso para las próximas elecciones presidenciales. Gobierna menos provincias que en cualquier otro momento.
Y viene de sufrir tres contrastes electorales consecutivos: Las legislativas de 2021 y 2025 y las presidenciales de 2023. No es la primera vez que esto le ocurre (por ejemplo 2013, 2015 y 2017) pero pareciera que el nivel de desconcierto, pesadumbre e internismo que han desatado estos reveses tiene esta vez un peso inusitado.
Acaso el factor más grave es que el justicialismo tiene debilitado su vínculo con los trabajadores y pobres que siempre fueron su principal base de sustentación. Esto se evidencia porque en los comicios cercanos se ha convertido en una agrupación de poco más del 30% de los votos, cuando tuvo momentos en que estuvo muy cerca o por arriba del 50%. Asimismo perdió las elecciones en provincias que en general le han sido afectas.
Peor aún, no se ven por ahora claros síntomas de reacción. Continúa el ensimismamiento en las internas. Y no hay decisión para salir de los espacios cerrados e incluso secretos con una oposición firme al programa de regresión integral que lleva adelante el actual gobierno.
Tampoco se hace pública la formulación de un programa comprensible y en lo posible breve, al alcance del conjunto de la ciudadanía. No pueden suplirlo los mamotretos de cientos de páginas elaborados por expertos de indudables conocimientos y capacidades, pero con poca aptitud para la interpelación de un público amplio.
Sólo serán leídos por cuadros y dirigentes que podrán aprovechar sus contenidos pero no convertirlos en herramienta para recuperar voluntades de los millones de abstencionistas. Ni la de los también muy numerosos antiguos partidarios del peronismo que hoy votan a LLA, así sea por descarte.
En la relación con el sindicalismo se revela una atonía cercana al cuadro anterior. La Confederación General del Trabajo parece instalada en la negociación a como dé lugar, con la preocupación por sus intereses corporativos de cobro de cuotas y renovación indefinida de sus mandatos como motivación principal.
Orientada por millonarios propatronales como Héctor Daer, Armando Cavalieri y Gerardo Martínez, la central sindical huye de las medidas de fuerza. Valga como muestra que ha dejado pasar la reducción del salario mínimo hasta niveles ridículos, pese a que es más que evidente la política del gobierno de esgrimir un “ancla salarial” que une lo útil a lo agradable:
Un estancamiento en los ingresos que facilite un límite para la inflación y el incremento de las ganancias empresarias a costa de los asalariados.
En cuanto a las CTA el panorama no es mucho mejor. La CTA de los trabajadores sigue engrampada en el “cristinismo” con Hugo Yasky como espada gremial y parlamentaria y poco espacio para los objetivos gremiales.
Su par “autónoma” no manifiesta la independencia que su denominación proclama. Atenúa el cuadro el combativismo no siempre bien encauzado del conductor de ATE, Rodolfo Aguiar. Al menos no rehúye el conflicto, las movilizaciones públicas ni las medidas de fuerza.
Mientras tanto en la provincia de Buenos Aires…
Un panorama de características algo similares se vivió en la sesión inaugural de la legislatura bonaerense. Allí el gobernador Axel Kicillof se enfrentaba a dificultades de peso. Tanto los representantes opositores como sus cada vez menos “compañeres” del llamado “kirchnerismo puro” le pusieron difícil la aprobación del presupuesto provincial.
Sobre todo la autorización para endeudarse, en resguardo de las muy comprometidas finanzas del Estado bajo su conducción. El pleito se decidió de una manera muy controvertible: Un toma y daca descarado. Cabe añadir que el intercambio no se dio en torno a pujas ideológicas o programáticas o a la aprobación de proyectos propiciados por uno u otro bloque.
Al contrario, se remitió a la habilitación del acceso a cargos, facilitada por el gobernador una vez que se convenció que no obtendría sus demandas por otra vía. La ampliación del directorio del Banco Provincia ofició de prenda de acuerdo entre los diferentes bloques.
Queda en evidencia que también en el espacio bonaerense las preocupaciones no giran en torno de un gobierno de cara a la ciudadanía sino al acomodamiento entre diferentes facciones de profesionales de la política.
Quienes en ese carácter están atentos sobre todo a la repartija de cargos y de “cajas” para financiar sus actividades políticas o engrosar sus bolsillos y los de sus aliados. Para peor, la disputa, como ya escribimos, se dio en torno a una nueva ronda de endeudamiento.
Un peso adicional sobre el enflaquecido presupuesto provincial, afectado por la flagrante desventaja en la coparticipación que arrastra la provincia más poblada del país. Lo que repercute más temprano que tarde sobre el bolsillo de los ciudadanos y ciudadanas que solventarán con impuestos el futuro pago de capital e intereses de la deuda proyectada.
Entretanto la provincia seguirá inmersa en las carencias de todo tipo de su población, incluido el acceso a servicios básicos y a la salud y educación públicas y gratuitas. Sobre todo en el conurbano la situación de deterioro lleva muchos años. El declive no se detiene, más bien tiende a profundizarse.
Eso no parece preocupar en demasía a los miembros del parlamento provincial ni a los dirigentes y cuadros del oficialismo bonaerense. Una parte de ellos están imbuidos en la tarea de sepultar por completo las ambiciones presidenciales de Kicillof. Inútil preguntarse acerca de qué beneficio traerá a la población de a pie el cumplimiento de tan trascendente empeño político.
Crisis de representación
Todo lo anterior afirma con fuerza la idea de que vivimos una crisis de representación de fenomenales proporciones.
Las instancias deliberativas que son el supuesto baluarte de la democracia representativa dan la espalda a cualquier proyecto de país y a la mínima cobertura de las demandas más elementales de nuestra sociedad.
Parecieran empeñadas en fomentar el descrédito de las instituciones frente a una ciudadanía que asiste atónita e indignada a los escarceos de cuerpos legislativos integrados sobre todo por millonarios que buscan perpetuar sus privilegios. Cambian de partido con suma facilidad y aparecen desconectados de toda otra definición que no sea el favorecimiento en toda la línea de los poderes fácticos. Más el seguimiento servil a la gran potencia del norte y a los grandes inversores de parecida procedencia.
Esa situación se prolonga e incluso empeora con el transcurso del tiempo. La única organización política que se muestra en ascenso está integrada por una mayoría de improvisados que tienen como haber principal el servicio a tiempo completo a los intereses del gran capital. Cuando se sale del terreno de la política económica se los encuentra entregados hasta la exageración a la imitación supina de las decisiones de los amos del norte.
Si se quiere tomar un personaje que exhibe de modo cabal el perfil típico de esta ominosa “clase política” basta detenerse en Patricia Bullrich. Exponente del punitivismo hasta la exageración, procura el aumento de su capital político merced a la satisfacción de los peores impulsos de un sector de la sociedad.
El mismo que se encuentra siempre ávido de un “orden” que se imponga a costa de sangre, sobre todo de pobres colocados a merced de aparatos policiales y judiciales carentes de escrúpulos y rebosantes de un clasismo reaccionario.
Le agrega el alzarle la mano de manera constante a los peores represores, tanto en el presente como en retrospectiva histórica. Allí están el coronel Ramón Falcón y el comisario Alberto Villar en el nombre de los institutos que entrenan a los policías. A los que forman para esgrimir con más eficacia balas, gases y palos dirigidos al disciplinamiento y represión contra quienes están fuera de los círculos privilegiados.
A la hora de encolumnarse con todas y cada una de las directivas de EE.UU e Israel la hasta ahora ministra deviene insuperable. Se ha sumado con entusiasmo a la versión desbocada y militarista de la lucha contra el narcotráfico.
Más cerca en el tiempo se subió a la ola antimigratoria que baja del norte. Hasta acaba de crear una policía de frontera que tomaría las funciones que hasta ahora tuvo la gendarmería, a la que hay que relevar de su rol tradicional. Ocurre que ahora se encuentra concentrada en las grandes ciudades para colaborar en el apaleamiento de las protestas populares.
Hasta fundó una unidad policial de investigaciones que calca hasta el límite de la ridiculez las misiones y modalidades del F.B.I. norteamericano. La hasta hoy encargada de “seguridad” parece vivir dentro de una serie de ficción. Es cierto que no todo el tiempo. No faltan las versiones de que ella y sus familiares están bien atentos a asegurarse el futuro mediante prósperos negocios impulsados por su destacada posición en la función pública.
Bullrich se integra ahora al maltrecho congreso nacional. Allí dirigirá el bloque de senadores de LLA. Pueden caber pocas dudas de que servirá de ariete oficialista, en particular en favor de los proyectos más reaccionarios.
Disciplinará a sus subordinados del bloque. Y si es necesario entablará la batalla contra cualquier muestra de independencia de la vicepresidenta Victoria Villarruel. Tan reaccionaria como ella pero proclive a invocar más las formalidades “republicanas”.
En las condiciones que venimos describiendo, no es de extrañar que a una proporción creciente de habitantes del país la sola mención de que viven en un sistema de “gobierno del pueblo” les suene a una burla despiadada. La democracia realmente existente se torna indefendible desde los más variados puntos de vista. En primer lugar porque ya ha transcurrido un prolongado lapso en que bajo su imperio no mejora la vida de casi nadie.
La minoría que sí eleva su condición a fuerza de leyes y políticas que la favorecen sin embargo actúa como si fuera una víctima del sistema y no su beneficiaria principal. Pretende hoy suprimir cualquier regla que no vaya en directo beneficio de sus intereses. Y aprobar nuevas que mejoren sus “oportunidades de negocios” e incrementen la “seguridad jurídica”. También aspiran a borrar del mapa el derecho del trabajo y todas las políticas sociales que sean posibles.
Valga como ejemplo de sus verdaderos designios que para los jubilados y jubiladas, un sector tan numeroso como empobrecido, planean un empeoramiento de los sistemas de actualización de los haberes. Acompañada por una mayor dificultad para acceder a los “beneficios” y una elevación de la edad jubilatoria. Si fuera por ellos ser pobre y trabajador se volverá una suerte de maldición que sólo puede solucionarse con la muerte.
Allí en el “si fuera por ellos” radica una clave de la cuestión. Sólo un amplio movimiento de resistencia, multidimensional, desplegado sobre todo en el espacio público sin descuido del universo digital puede enfrentar con éxito esta ofensiva antipopular. El mismo puede ser el punto de partida de un nuevo compromiso democrático desde abajo.
El régimen constitucional actual se ha vuelto insostenible en tanto que portador de un proyecto democrático. Por añadidura se encuentra bajo fuego de una política de extrema derecha dirigida a convertir a Argentina en una sociedad de “libre mercado” donde sólo la compraventa sea una relación social virtuosa.
Si pueden harán desaparecer la política digna de tal nombre para alcanzar la fusión entre un Estado “ajustado” y un interés capitalista que salte sobre las mediaciones institucionales. Hoy nos encontramos con un gobierno en situación fortalecida por su triunfo electoral. Todo indica que ya no se verá forzado a una gestión a fuerza de decretos y vetos presidenciales.
No sería la primera vez que nuestro pueblo toma parte en parar en seco a gobiernos que creían tener comprada la estabilidad de su predominio y el favor electoral de la población. Se requiere el compromiso ineludible del trabajo firme para que esto vuelva a ocurrir. Habrá que tener en cuenta que es posible que esto sólo pase si se articula ese esfuerzo una vasta unidad que se haga portadora de un proyecto alternativo tan audaz como creíble.
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