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El bloque negro no existe

Fuentes: Rebelión

La marcha de la generación Z del pasado 15 de noviembre del 2025 volvió a sacar a la luz una discusión que reaparece cada vez que hay protestas multitudinarias en México: «el advenimiento cuasi-mistico de una horda de encapuchados violentos» que los medios de comunicación y sectores de la sociedad llaman bloque negro. Los sucesos no son inéditos ni tampoco recientes, y mucho menos se trata de un fenómeno que se manifieste con exclusividad en nuestro país.  

En los titulares de la prensa nacional aparece la evocación al supuesto grupo, por lo menos desde aquel fatídico 01 de diciembre del 2012 —hace ya más de 15 años—, cuando distintas personas pertenecientes a diferentes organizaciones políticas se congregaron en las inmediaciones de la Cámara de Diputados en San Lázaro para tratar de impedir la investidura presidencial de Enrique Peña Nieto (2012-2018). Estos sucesos culminaron con decenas de detenidos, lesionados, y la posterior muerte del activista Juan Francisco Kuykendall, herido de gravedad por un proyectil lanzado por la extinta Policía Federal (PF). El 1DMX fue el primero de muchos episodios futuros donde el descontento popular daría pie a la acción directa como forma de lucha callejera contra el autoritarismo estatal.

De noche todos los gatos son pardos

Tras el saldo de la marcha del 15 de noviembre —más de cien heridos y casi el mismo número de detenidos—, volvieron a surgir las teorías conspirativas más desagradables, las acusaciones y contra acusaciones de siempre y la obsesión por encontrar los planos que llevan a la ciudad perdida de la Atlántida. En un primer comunicado oficial del gobierno federal, la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, dijo en la mañanera del 17 de diciembre que los jóvenes mexicanos no son violentos, y después cuestionaría: «[…] ¿pero esta violencia de dónde vino? Pedí a la fiscal de la Ciudad de México que se investigue quienes son estos grupos, porque esta violencia, ¿están pagados?». Un día después, en la mañanera del martes 18 de noviembre, volvió a tocar al tema ante un cuestionamiento por parte de una periodista que le preguntaba si esos grupos estaban financiados por su partido, tal y como se venía diciendo en redes sociales, a lo que Sheinbaum respondió que: «[…] esos grupos no pertenecen a nuestro movimiento […] ni si quiera eran jóvenes quienes promovieron la violencia en la marcha […] estos grupos golpeadores que tiraron la valla no tienen que ver con nuestro movimiento». En apoyo a los dichos de Sheinbaum, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, hizo público en una conferencia de prensa que en el Congreso de la Ciudad de México se creó una comisión de investigación para saber: «[…] quienes están atrás del bloque negro, ¿Qué partido político? ¿Qué personajes ¿Y como es que convocaron a gente de diversos lugares? […] y lo que sucedió ese día, fue financiado por grupos con nombre y apellido y le tocará a la fiscalía investigar más allá».

Casi en lo inmediato, Alessandra Rojo de la Vega, la alcaldesa de oposición de la alcaldía Cuauhtémoc, grabó un video por su cuenta y lo subió a a sus redes sociales oficiales, donde decía: «Cada vez que hay una marcha que incomoda al gobierno en turno, por coincidencia, aparece el bloque negro. Pero la pregunta es simple y sencilla, ¿de quien depende? Porque a ver, seamos serios, ¿Quién tiene el dinero, la logística, la capacidad para financiar y mantener a un grupo que se asume anarco-comunista?» Por supuesto que en su defensa, acusaba al partido en el poder de ser los responsables. Emilio Álvarez Icaza, senador de la oposición, manifestó en una mesa de análisis en la que debatía con un exsenador del Partido Verde Ecologista de México, que: «[…] ustedes promueven el bloque negro y ahora quieren chivos expiatorios […] en este gobierno ha tenido el mayor auge en el mundo, nunca aparece en las manifestaciones de gobierno, nunca aparece en las manifestaciones de morena, pero cuando hay una movilización por una causa social ahí está […]».

En síntesis, todos los actores políticos tradicionales condenan la violencia, se dicen ser defensores de la paz, y acusan a sus contrarios de «manipular» a grupos de personas para causar desorden y ataques en las demostraciones públicas. Inútil sería colocar todas las declaraciones correspondientes en este espacio.     

Hay izquierdas más a la izquierda que la izquierda

Norberto Bobbio decía con certeza que en las democracias liberales se tiende a castigar a los extremos del espectro político pues en estos regímenes se ejerce una fuerza gravitacional hacia el centro [1]. El argumento es justo siempre y cuando se reconozcan dos hechos que además guardan relación con los acontecimientos de mediados de noviembre del 2025: 1) la política no se reduce a los torneos electorales entre una fuerza «oficialista» y otra de «oposición», sin importar cual sea de derecha o de izquierda; y 2) siempre hay tendencias político-ideológicas más radicales que se sitúan en los bordes del eje político.

La realidad es que en México ha existido desde finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, una tradición de izquierda radical, socialista y anarquista, que ha sido eclipsada por un nacionalismo de izquierda más moderado. El magonismo y el pobrismo son solo dos ejemplos históricos de esta extrema izquierda rica en tradición, historia y significantes.  

El enfrentamiento directo contra la policía, la expropiación de recursos de las grandes cadenas comerciales, el sabotaje a las vías de comunicación, el mero caos y el desorden, son expresiones de lucha legítimas y necesarias que incluso llegaron a emplear los iconos mundiales del pacifismo [2]. Mas allá de las preferencias táctico-estratégicas y de la idoneidad de los métodos —algo que se siempre se ha discutido en el seno de izquierda— evidenciar, estigmatizar y criminalizar a los compañeros y compañeras que luchan por otros medios no es la forma de proceder ante algo que no debería resultar tan difícil de comprender.

Es más fácil creer en las conspiraciones que reconocer que hay mas izquierdas y que existe plena agencia e iniciativa propia por emprender acciones que no necesariamente pasan por los modelos organizacionales y racionales de la acción política estándar.

Notas:

[1] Norberto Bobbio. Derecha e izquierda. Madrid: Taurus, 1996.  

[2] Véase el caso de Nelson Mandela antes de ser encarcelado cuando participaba en Umkhonto we Sizwe (Lanza de la Nación).   

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.