Tres aspectos que debe tomar en cuenta la población boliviana ante el fin de la subvención a los hidrocarburos:
1. El shock de oferta y las expectativas racionales
La decisión gubernamental de levantar la subvención a los hidrocarburos constituye, técnicamente, un shock de oferta negativo exógeno. En palabras simples, es un golpe brusco a la producción causado por una decisión externa, ajena al funcionamiento normal de las empresas.
Al ejecutar esta medida en vísperas de las fiestas navideñas, se activa inmediatamente el mecanismo de expectativas racionales: las familias y empresas no esperan a que suban los precios para reaccionar, sino que ajustan su comportamiento ex ante (se anticipan a los hechos hoy para protegerse mañana). La población, que ya tenía planificado un consumo estacional elevado (los gastos fuertes típicos de fin de año), frena sus proyecciones y contrae su confianza ante la incertidumbre.
2. El efecto multiplicador del diésel y el «Pass-Through»
El incremento en el precio del diésel no es un hecho aislado; genera un efecto cascada conocido como pass-through (traslado a precios) a lo largo de toda la cadena de suministros. Dado que el transporte pesado es un costo transversal en la logística de alimentos e insumos, el aumento en el flete se traslada directamente al precio final que paga la casera o el supermercado (inflación de costos). Esto golpea el bolsillo de las familias con mucha más agresividad y rapidez que una inflación generada meramente por exceso de demanda.
3. La temporalidad: la aceleración de los nuevos precios alza
¿Por qué aplicaron esta medida en diciembre? La evidencia empírica económica indica que navidad actúa como un catalizador (acelerador) del ajuste de mercado:
- Eliminación del rezago de ajuste (ajuste en tiempo real): En un contexto donde ya existía una presión inflacionaria mensual, los precios solían ajustarse con cierto rezago (el vendedor esperaba a la siguiente reposición de inventario para subir el precio). Sin embargo, en diciembre, la velocidad de circulación del dinero es tan alta (se compra y vende frenéticamente) que este rezago desaparece por completo. El vendedor no puede esperar; debe anticiparse a su costo de reposición futuro hoy mismo. El movimiento económico vertiginoso producto de la alta rotación de ventas navideñas convierte un proceso de ajuste paulatino en uno instantáneo.
- Del overshooting especulativo: Inicialmente, reina el caos. Los vendedores tienden a una sobrerreacción (overshooting), fijando precios exageradamente altos «por si acaso». Pero, la intensa interacción entre compradores y vendedores en estas fechas fuerza un descubrimiento de precios. Aquí entran en juego dos fuerzas: el rechazo de la demanda y, fundamentalmente, la competencia entre oferentes. Si un vendedor mantiene un precio especulativo (irracional), su competencia ajustará márgenes para captar esa liquidez circulante, dejándolo fuera del mercado. En diciembre, la presión competitiva obliga a bajar los precios inflados más rápidamente que en un mes cualquiera. La excepción ocurre en sectores organizados donde los precios se establecen de manera coordina y conjunta, como sucede con los abarrotes (harina, azúcar, mantequilla, arroz).
- El «costo de reposición»: Teóricamente, la oferta se contrae (es más caro traer productos), pero no necesariamente por falta de stock actual, sino por el aumento en el costo de reposición. Aunque mucha mercadería ya esté en los almacenes (importada con costos anteriores), el comerciante racional ajusta sus precios hoy pensando en lo que le costará reabastecerse mañana con el nuevo precio del diésel. Si vende a precio antiguo, se descapitaliza. Sumado a esto, la restricción presupuestaria de las familias actúa como un freno. Al eliminarse la subvención, el sueldo real alcanza para menos. El resultado final: precios ajustados al alza por precaución del vendedor y una cantidad demandada menor por falta de liquidez del comprador. Inevitablemente, esto implica carritos o bolsas de compra más vacíos.
4. Recomendaciones para el agente económico (la gente de a pie)
Ante este escenario de corrección de precios, la familia promedio debe actuar con frialdad financiera:
- Evitar la ilusión monetaria: El ciudadano debe ser consciente de la «ilusión monetaria». No se deje engañar por la cantidad de dinero nominal: aunque usted tenga los mismos 100 Bs en la billetera que el año pasado, en términos reales (capacidad adquisitiva), ese dinero vale significativamente menos hoy. No gaste bajo la ilusión de que su dinero rinde igual.
- Optimización del gasto bajo restricción: La estrategia inteligente es priorizar lo urgente. Se debe asegurar el consumo de bienes de demanda inelástica (alimentos básicos, transporte, salud) y sacrificar los lujos o el ocio (demanda elástica). Es imperativo «ajustarse los pantalones» y racionalizar cada centavo para amortiguar el golpe al nivel de vida, hasta que los precios lleguen a ser racionales.
Marco Antonio Nina Palli es economista y politólogo
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