El año que pasó se manifestó pletórico de alternativas cambiantes, desde abajo y desde arriba. El próximo puede ser trascendente en cuanto al fracaso o el “éxito” del avance privatista y desregulador que arrastra contradicciones que amenazan sus expectativas de avance de sus destructivos planes en un contexto de ampliación de alianzas y calles de apariencia tranquila.
Fin de año y presupuesto
Terminó el año con el gobierno de Javier Milei abocado a la aprobación de una ley presupuestaria después de dos años de completo arbitrio financiero en el aparato estatal.
El proyecto de presupuesto 2026 fue convertido en ley. El oficialismo ya puede mostrar que tiene apoyo legislativo para su plan anual de gastos y recursos del Estado. Se lo pedían el Fondo Monetario Internacional (F.M.I), el gobierno estadounidense y esa abstracción denotativa del gran capital llamada “los mercados”.
Pasó por el Senado sin modificaciones. No las hubo en el artículo 30, el que deroga los pisos mínimos de financiamiento en materia de inversión, ciencia y tecnología y educación técnica.
Más allá de sus repercusiones financieras concretas, lo que queda establecido es el estado de guerra del gobierno contra la educación, la ciencia y la tecnología en manos del Estado. Cada vez menos inversiones en esos sectores. En favor de la privatización indirecta por vía del ahogo presupuestario. El visto bueno a este artículo consiguió apenas un par de votos menos que los que tuvo la aprobación en general de la norma. Amplio consenso de los “amigables”.
Ese artículo hace juego con el 12, que otorga discrecionalidad al poder ejecutivo en el envío de fondos a las universidades, a los que incluso puede congelar si considera insatisfactoria la utilización de las partidas. Tampoco hubo consenso para cuestionarlo.
Otra disposición amenazante anida en el artículo 25 que amplía las facultades del poder ejecutivo y restringe las del Congreso Nacional en materia de manejo de la deuda. Se autoriza al ejecutivo efectuar canjes, reestructuraciones y otras operaciones financieras sin participación del poder legislativo. Facilidades para el alineamiento perpetuo y creciente.
En suma, más “motosierra” en variados ramos presupuestarios “ordenados” en contra de los intereses populares y de la voluntad de ser una nación.
Las previsiones del presupuesto para el año que se inicia son en exceso optimistas si no antojadizas: 5% de crecimiento anual de la economía, 10% de inflación en el mismo lapso y una estabilidad absoluta en la cotización del dólar. Más allá de su escasa verosimilitud pueden ser utilizables a la hora de la suma de arbitrariedad para el manejo de los fondos.
Observadores más o menos afines al gobierno ponderan un supuesto giro “realista” o “pragmático”. Se basan en que el presidente no forzó el regreso del proyecto a diputados para reponer la derogación de las leyes sobre discapacidad y financiamiento universitario que fueron votadas en contra en esa cámara. Y en que no ha cometido el desafuero de ejercer el veto de un proyecto originado en su propio ámbito.
No hay tal cosa. Milei sigue aferrado a su programa de máxima. Mientras tenga margen y necesidad incrementará las medidas represivas y pisoteará la constitución para llevarlo adelante. Que insulte más o menos a sus adversarios o a sus aliados remisos tampoco modifica nada sustancial.
Con este suceso, la gestión de La Libertad Avanza (LLA) afianza su cariz de “seriedad”. Con la aprobación de la apodada “ley de leyes” atenúa su aspecto de campamento aluvional, plagado de incoherencias y desbordes. Y se aproxima a la imagen de un gobierno medianamente previsible, asido al timón de la administración.
Ha ejercido el usufructo de su nuevo peso parlamentario y la capacidad de su entorno para generar aliados. Sea por decisión más o menos espontánea o vía extorsiones con los fondos federales.
Ahora puede seguir su política de ajuste del gasto, saqueo del aparato estatal y alivio fiscal para los capitalistas con un sello de “institucionalidad”. Lo respalda el poder legislativo. Y exhibe una confluencia interpartidaria que lo ha avalado.
Algunos elementos para el balance
2025 fue para el gobierno de LLA un año plagado de problemas. Tuvo como punto de partida a principios de febrero la reacción multitudinaria que desató el discurso homofóbico de Davos, encabezada por la comunidad LGBT+ y acompañada por vastos sectores sociales y políticos.
Estallaron luego escándalos de corrupción como el cryptogate y el manejo de los fondos de la Andis. Experimentó varias derrotas en votaciones parlamentarias relevantes que incluyeron insistencias en contra de la vocación “vetocrática” del poder ejecutivo. Sufrió una derrota en el comicio bonaerense que parecía ilevantable.
En la gestión económica la baja de la inflación mediante la utilización de “anclas” que incluyeron la depreciación de salarios, jubilaciones y otros ingresos populares fue una nota saliente. Pese a sus efectos deletéreos el gobierno reclama por ello una cuota de legitimidad y le ha rendido en el plano electoral.
Sus manejos financieros, en cambio, lo llevaron a momentos críticos sobrellevados con dos rescates sucesivos con protagonismo del imperio del norte. Primero por medio del F.M.I en abril. Luego con la inusitada intervención directa del presidente Trump y de la secretaría del Tesoro, cuando el tipo de cambio parecía volar por los aires en víspera de elecciones, con el gobierno detrás.
Ese auxilio in extremis y sobre todo el miedo al caos resultante fue un factor gravitante en el resultado favorable de los comicios. Obturó lo que parecía hasta ese momento un sendero directo hacia el desastre electoral.
El gobierno norteamericano dejó claro su respaldo al subordinado más firme que tiene en el conjunto de lo que ellos llaman “hemisferio occidental”. Salvo cataclismos, ese sostén seguirá, en tanto se garantizan enormes ventajas para el comercio y las inversiones de ese origen en nuestro país.
El presidente ha exhortado de vuelta a “atarse los cinturones” porque vienen muchas más reformas. La batalla de la contrarreforma laboral aún está en curso. Y si ésta llegara a ser sancionada vienen otras después para las que se requiere que un amplio espacio social y político esté preparado. Es previsible un nivel de conflictividad en ascenso.
Sus aliados siguen el camino de la supeditación entusiasta al gobierno. Los grandes capitalistas están dispuestos a todo en pos de la reestructuración a su favor de la sociedad argentina. Hasta a respaldar las barbaridades de Agustín Laje y sus adláteres, a quien financian con generosidad.
Se suman con firmeza al repertorio reaccionario de la actual gestión en todos los terrenos. Los arrestos “humanistas” o las “inquietudes sociales” que exhibían algunos de ellos, es ya evidente que eran fachadas de conveniencia. Otro tanto puede decirse de las preocupaciones “republicanas”, sólo esgrimidas cuando sirven como herramienta contra gobiernos que no siguen al pie de la letra sus dictados.
La presencia de Milei no es aleatoria ni sus énfasis ideológicos resultan irrelevantes para las clases dominantes. Por ejemplo su pronorteamericanismo obsesivo puede resultar funcional para empresarios que sufren la competencia china, como Paolo Rocco. Y al mismo tiempo indeseables para quienes mantienen importantes negocios en el área del Mercosur o en vinculación con la potencia oriental.
A lo que se agregan sectores completos que verán amenazadas sus posiciones en caso de verificarse el leonino acuerdo comercial con EE.UU. Allí está la agroindustria que debería pagar por todas las fases de utilización de las semillas patentadas por los emporios multinacionales. Y las farmacéuticas que tendrían el embate del pago puntual por las patentes a sus similares de la potencia del norte.
Otro tanto puede afirmarse de otra de sus obsesiones, la apertura económica rápida e indiscriminada. Abarata insumos importados, es cierto, pero al mismo tiempo y sobre todo crea una competencia en el mercado interno ardua de contrarrestar.
Así y todo, la actual gestión no sobrelleva una oposición fuerte de los sectores capitalistas afectados por unas u otras de sus decisiones. El ataque en toda la línea contra los trabajadores y el poder de los sindicatos los cautiva. La mayor regresividad del sistema tributario satisface uno de sus más caros sueños.
No resulta procedente el asombro porque, por ejemplo, los industriales orientados al mercado interno no alzan más su voz contra la matriz “aperturista“ desplegada por el gobierno. Esa sorpresa minusvalora su alineamiento con la estrategia global en la lucha de clases. Le dan prioridad a esa orientación general, a la que propagandizan como un “cambio histórico”.
La que a su vez está respaldada por la diversificación y la capacidad de maniobra de buena parte de ese empresariado, que puede dedicarse a otro rubro de forma de compensar eventuales pérdidas. O “reconvertirse” a la importación. O volcarse a la especulación financiera.
Con una bancada parlamentaria muy acrecida por el éxito electoral, con supuestos opositores dispuestos a ayudarlo desde el congreso o los gobiernos provinciales, el oficialismo exhibe una fuerza renovada. Blasona además del consenso expresado en las elecciones. Magnifica la amplitud del sufragio favorable del 40% de los votantes en una elección con un desusado nivel de abstención.
“Éxitos”: De quien y para quienes
El equilibrio fiscal, “motosierra” mediante, y el ya mencionado descenso de la inflación fueron lemas de la gestión de La Libertad Avanza (LLA) desde antes de llegar al gobierno. Son hoy los estandartes del supuesto “éxito”, pese a la contabilidad creativa que acompaña al primero y la estabilización del segundo en un nivel muy alto para los parámetros internacionales. Y aún en la comparación con un buen lapso de los execrados gobiernos kirchneristas.
Se le ha sumado la afirmación de que hubo una muy significativa reducción de la pobreza. Más allá de digresiones estadísticas, el descenso del consumo popular no parece abonar esa supuesta certeza.
Milei y sus seguidores se basan en esos parámetros para exhibir su política económica como un “éxito”.
Es insuficiente la calificación de las políticas en curso como “ajuste”. Encarnan en cambio un proceso de reestructuración integral de la sociedad argentina. Con el capital cada vez con mayor poder sobre el trabajo. Todos los privilegios van para las grandes empresas y los ricos.
El fanatismo del “libre mercado” está respaldado por un aparato represivo cada vez más fuerte y diversificado. Enfilado hacia un modelo de país en modo de factoría extractivista. Producción primaria, energía, bancos y financieras como casi únicas áreas privilegiadas.
Un paraíso para el capital local y extranjero sin educación ni ciencia propias. Una sociedad cada vez más desigual con trabajadores y pobres privados de derechos y con un futuro de mayor empobrecimiento.
Su agenda reaccionaria integral, el enfoque punitivista en general y criminalizador de la protesta social en particular integran el proyecto de gobierno. Trata de potenciarlos para su capital político.
Otra veta es la demonización sistemática y permanente de todo lo que huela a “estatismo” y “populismo”.
Para ello cuenta con el indispensable concurso de los medios y la instrumentación diligente por parte del poder judicial. Para este año se prevé el avance de los juicios por el caso Hotesur-Los Sauces y hasta el proceso por el acuerdo con Irán. Se sumará la causa de los cuadernos, sin duda la estrella del acoso judicial. La condena y prisión domiciliaria obtenida en mayo pasado exhibe nuevos capítulos en materia de restricciones y vigilancia.
La Corte Suprema tiene dispuesto que se hará cargo del remate de los bienes de Cristina Fernández de Kirchner. Otro prospecto de espectáculo masivo que gozará de un público ávido de distractivos vestidos de indignación moral y pruritos “republicanos”.
El jefe de Estado no deja de jactarse de que Cristina Kirchner ha ido presa bajo su mandato. Se sabe un servidor hasta ahora eficaz del antiperonismo inducido desde arriba a modo de revancha antipopular.
El lado de la combatividad popular
Las luchas populares viven un período signado por la paulatina y trabajosa toma de conciencia acerca de la magnitud de la agresión que trae aparejada el gobierno de Milei. Además, ya está claro que no es un fenómeno pasajero destinado a sufrir un rápido ocaso. Salvatajes del F.M.I y el gobierno de Estados Unidos mediante, ha podido mantenerse en el poder y hasta consiguió la convalidación de su mandato en las urnas.
La contrarreforma laboral es una pieza maestra de la batalla del gobierno a favor del capital y en contra de les trabajadores ha quedado para febrero. La administración procurará una vez más algo aproximado a una votación “a libro cerrado”.
Daría así a los capitalistas los instrumentos para ampliar la explotación de los asalariados. Reducción del “costo laboral” la llaman. Al mismo tiempo que los priva de sus posibilidades de defensa por vía de la negociación de convenios colectivos y el derecho de huelga
La reacción de la CGT ha sido tardía. Y reproduce sus métodos burocráticos, que jamás apelan a las bases. Una movilización para ellos es la convocatoria a los gremios para que una parte de sus afiliados den un paseo por el espacio público sin mayores consecuencias. Ni continuidad en la lucha. No hubo paro correlativo a la manifestación que organizaron.
Tampoco es cuestión de que declaren un paro general a secas. Uno de esos apodados “materos” porque su repercusión básica es que trabajadores y trabajadoras se queden en la casa. Convierten así la lucha en un encubierto estímulo a la pasividad.
Es válido y necesario el reclamo de que se llame a paros activos con movilización callejera, impulsados por asambleas en los lugares de trabajo e inscriptos en un plan de lucha integral. Y que estreche lazos con otras movilizaciones sectoriales.
Tales medidas no saldrán de iniciativas espontáneas de las conducciones sindicales mayoritarias. Será menester la presión persistente desde las bases. Que de seguro demandará la puesta en juego de la militancia más activa en el seno de los distintos ámbitos laborales.
La unidad garantizaría el carácter amplio y masivo de la protesta social. La combinación del movimiento de los trabajadores formales con los precarizados y otros sectores pobres es una deuda pendiente, un imperativo acuciante. Lo mismo con otros combates que exceden el campo económico, desde el movimiento estudiantil al feminismo.
Durante el año, la morosidad corporativa y la reticencia a la lucha del sindicalismo no abarcó a otros sectores. La combatividad del gremio aceitero y del neumático fue una presencia fuerte. Lucharon como pudieron trabajadores afectados por suspensiones, despidos o cierres. También los estatales y docentes, a menudo a despecho del inmovilismo de las conducciones.
Jubiladas y jubilados marcaron una presencia constante asentada en una coordinación de organizaciones muy diversas dentro del sector. En la última etapa del año destacó también la ocupación reiterada del espacio público por el movimiento contra la megaminería en Mendoza. La defensa de los discapacitados construyó por primera vez un movimiento de fuerte presencia pública.
La presencia del movimiento universitario en su pluralidad ha sido algo discontinua, lo que no quita que se desplegara una y otra vez ante las coyunturas críticas. Las movilizaciones gestadas en torno al hospital Garrahan constituyeron un ejemplo luminoso. Y se podría seguir con otros muchos casos.
Se abre una disyuntiva para todos quienes tienen voluntad real de ejercer la resistencia y el propósito de no agotarse allí y encaminarse a la contraofensiva. Y será además una develación de quienes carecen de ella y prefieren algún modo de colaboración. O bien opten por una oposición “seria” que ni siquiera amague afectar los intereses del poder real.
La primera posibilidad es la confrontación con el gobierno en todos los espacios posibles y en las calles en primer lugar. La restante entraña la limitación a los ámbitos institucionales, con el Congreso Nacional al frente. Y las posibilidades que da el “toma y daca” que abarca las más de las veces concesiones lesivas para los supuestos representados.
Sumado esto último a la pacífica espera de las elecciones de 2027 mientras se procura mostrar “seriedad” y “sensatez” y se eluden movilizaciones y críticas fuertes. Buscarían así que los grandes empresarios y los medios los acepten como recambio más o menos plácido de la gestión “libertaria”. Y para la administración de las terribles consecuencias que ha producido y aún tiene para generar.
Los resultados dañinos, que no serán fáciles de revertir, determinarán la corresponsabilidad de todos los cómplices, por acción, omisión o pliegue pacífico al supuesto “espíritu de la época”.
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Quienes no tienen la resignación y los acomodamientos entre sus opciones necesitan el pensamiento y la acción superadores de cualquier reducción a la mera defensa de lo preexistente. Se requieren propuestas audaces. Reapropiación de las banderas de la libertad y la democracia, cuestionamiento completo y de perspectiva internacionalista hacia el sistema capitalista en su totalidad.
Viejas y sobre todo nuevas articulaciones deben ser levantadas en defensa de las luchas de género y diversidades, de defensa integral del ambiente, de promoción de los derechos indígenas e incorporación plena de los migrantes.
El año próximo puede ser un lapso trascendente para el afianzamiento en esa dirección anticapitalista y de proyección emancipatoria. A todas y todos nos incumbe. No hay lugar para escepticismos insistentes ni prescindencias intencionadas.
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