Julio César, Fuiste uno de los normalistas mexicanos asesinados por la policía en la ciudad de Iguala, Estado de Guerrero (México) el 26 de septiembre. Estabas recaudando fondos para viajar al Distrito Federal, D.F. el 2 de octubre y conmemorar un año más de la Masacre de Tlatelolco (1968) en la cual estudiantes mexicanos fueron […]
Julio César,
Fuiste uno de los normalistas mexicanos asesinados por la policía en la ciudad de Iguala, Estado de Guerrero (México) el 26 de septiembre. Estabas recaudando fondos para viajar al Distrito Federal, D.F. el 2 de octubre y conmemorar un año más de la Masacre de Tlatelolco (1968) en la cual estudiantes mexicanos fueron asesinados, desaparecidos y encarcelados.
El 26 de septiembre tú y tus compañeros fueron víctimas de una nueva masacre estudiantil y algunos están desaparecidos. Intentaste huir pero caíste y te subieron a una patrulla de la policía.
Tu cuerpo apareció el 27 de septiembre en la zona industrial de la ciudad de Iguala. Estabas tirado en una calle destapada, rodeado de tu propia sangre y con señales de tortura.
Observo tu mano izquierda sobre el vientre y tu camiseta roja subida un poco más arriba de tu ombligo, el brazo derecho estirado y me detengo en tu cabeza: ¡te desollaron vivo!
Pero aún sin rostro veo el sufrimiento en tus dientes apretados. Parece que aún haces fuerza porque el dolor debió ser insoportable e imagino tu angustia y sufrimiento.
Te extrajeron los ojos y dejaron tus cuencas vacías para que tu mirada no se elevará al cielo. A pesar del horror de la escena insisto en mirarte, no con morbo sino con la ilusión de devolverte tu cara, parte de tu identidad.
Repito el ejercicio. Más allá de la sevicia con la que te asesinaron para escarmentar al movimiento estudiantil -y que dejó marcas en tu cuerpo- empiezo a ver tu verdadero rostro.
Veo a Julio César Mondragón. Un joven de rostro delicado, rasgos finos, cejas y labios delgados. Tu barbilla era pequeña, el cabello castaño oscuro y tus ojos cafés.
Eras primíparo, como llamamos en Colombia a los estudiantes de primeros semestres. Proveniente del D.F. ingresaste en la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, en la localidad de Ayotzinapa, a mediados del mes de julio.
Llegaste allí con el propósito de convertirte en maestro y le prometiste a Marissa Mendoza, tu pareja, comprar un apartamento en el D.F. para vivir con ella y Melissa, tu bebita de escasos dos meses de edad.
T us sueños fueron cortados de tajo tan cruelmente como lo hicieron con tu rostro. Pero la vida -sabia y misteriosa- se encargó de que Melissa tenga tus facciones según cuenta tu compañera.
Tu hija será el recuerdo de un joven a quien apodaban El Chilango. Julio César Mondragón, estudiante normalista, asesinado indefenso y desarmado en la ciudad de Iguala, Estado de Guerrero (México), el 26 de septiembre de 2014.
Descansa soñador, descansa…
Audio del texto, leído por la autora en Contagio Radio (Colombia): http://bit.ly/1DcdYS0
Fernanda Sánchez Jaramillo, periodista, maestra en relaciones internacionales y trabajadora comunitaria.
@vozdisidente
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.