Nuestra propia historia parece desmentir aquello de que ésta no se repite sino como comedia. Lo trágico se reitera en acontecimientos similares a los que solo parecen separar el tiempo y la distancia ¿Acaso no es verdad, por ejemplo, que la «masacre de Octubre»ocurre como una revancha de la oligarquía contra el pueblo rebelde que […]
Nuestra propia historia parece desmentir aquello de que ésta no se repite sino como comedia. Lo trágico se reitera en acontecimientos similares a los que solo parecen separar el tiempo y la distancia ¿Acaso no es verdad, por ejemplo, que la «masacre de Octubre»ocurre como una revancha de la oligarquía contra el pueblo rebelde que empezó a amenazar seriamente sus intereses, igual que en 1942, cuando el presidente Peñaranda en los afanes de la restauración oligárquica y de revancha contra los mineros comete la «hazaña» de masacrar humildes hombres y mujeres de Catavi y Siglo XX?
Peñaranda pasó a la historia como el autor de la «masacre de Catavi». Goni como el autor de la «masacre de Octubre».
La historia asocia a Peñaranda con los denominados «precios de democracia», así se denominó al hecho de vender el estaño a precios inferiores a los vigentes a nivel internacional, como un aporte de Bolivia a la coalición de las «democracias occidentales» en guerra contra el eje Alemania-Italia, los principales beneficiarios fueron EE.UU. e Inglaterra. La masacre sucede el 21 de Diciembre de 1942 y el 29 de ese mismo mes, el presidente Peñaranda firma con los EE.UU. un convenio de «mutua cooperación» que entre otras cosas acuerda los precios de venta de nuestro mineral. Ni siquiera se había terminado de sepultar a las víctimas de la masacre del 21 y el entreguismo antinacional se había consumado.
Ya en 1941 Bolivia exportó el doble de lo exportó en 1938; este extraordinario incremento obedeció a que tanto EEUU como Gran Bretaña aprovechan la coyuntura de los inicios de la segunda guerra mundial -incluso antes del ataque a Pearl Harbour- para alimentar sus refinerías con mineral boliviano -EEUU comenzó a operar una refinería en 1942 con una capacidad de 50.000 toneladas por año- hasta entonces la mayoría del estaño era operado mayormente por Inglaterra. La tendencia al incremento de las exportaciones se mantuvo en promedio a lo largo de la década.
Al país no le beneficio la coyuntura y el valor estratégico del estaño para realizar la diversificación de la economía. La clase obrera siguió con salarios de hambre. El estaño boliviano sirvió a los EEUU para establecer sus reservas estratégicas, que en décadas posteriores fue utilizado como un instrumento para bajar el precio del estaño en el mercado internacional de acuerdo a sus intereses, perjudicándonos como país.
Esta aún fresco el recuerdo de las decenas de hombres, mujeres y niños asesinados en Warisata y el Alto de la Paz y asistimos a un nuevo auge exportador, esta vez del gas, tendencia que promete ser sostenida y en crecimiento. Las exportaciones se hacen nuevamente a «precios de democracia», es decir, a precios que solo benefician a la oligarquía petrolera y los EE.UU. El precio del gas boliviano se calcula en función a una canasta de cotizaciones del petróleo en el mercado internacional, subiendo o bajando de acuerdo a las variaciones del crudo. Los análisis técnicos de la evolución de los precios del gas natural son expectables, por Ej. En California costaría de 3 a 3.5. dólares el millar de pies cúbicos, pero a la economía boliviana ingresaría 0.70 centavos de dólar por cada millar como consecuencia del famoso «precio en boca de pozo» de loas actuales contratos leoninos. Solo migajas para el país.
Con el gas sucede lo mismo que con el estaño, sirve a la estrategia estadounidense en el marco del ALCA, que busca el control de los recursos naturales de América Latina para la disputa ínter imperialista con los otros bloques de poder en el ámbito mundial y, como aconteció con el estaño se actúa en contra de los intereses del pueblo, que sufre las consecuencias de la subida de los precios de los derivados de hidrocarburos y esta aún latente la amenaza de mayores alzas.
El Gobierno de Peñaranda mantenía la apariencia democrática y de poderes diferenciados, pero todo estaba bajo el arbitrio de la «rosca» minera. Hoschild, uno de los barones del estaño, desde el exterior dictaba medidas administrativas y lo decía por medio de cartas públicas. Lo grotesco era que los ministros aceptaban esos «consejos»i. Carlos Aramayo, otro de los barones del estaño, un par de años antes, en declaraciones públicas decía «personalmente en representación de mi grupo conferencie repetidas veces con el ministro de hacienda Espada, y le dije que mi compañía pagaría conforme a la ley 1923. Le explique que el decreto del 7 de Junio nos parecía inconstitucional y que preferíamos ignorar su existenciaii» (el subrayado es nuestro)
Tenemos un gobierno democrático, pero igual que en tiempos de la rosca el arbitrio esta en manos de la nueva oligarquía petrolera, hasta el sentido de las declaraciones son iguales. Aramayo en ese entonces decía «nos parece inconstitucional y… preferimos ignorar su existencia»respecto al decreto del 7 de Junio de 1939 del presidente Busch mediante el cual se estableció la retención del 100 % de divisas por el Banco Central de Bolivia a la exportación de minerales. Hace unos días, el vocero legal de las petroleras en declaraciones públicas, consultado acerca de la decisión del gobierno boliviano de exportar el gas por Perú y la firma de un convenio internacional en tal sentido con el presidente Toledo del Perú, expresó que la decisión de por dónde exportar el gas era una decisión de ellos -las petroleras- por que es un negocio privado, desairando públicamente al presidente. En el siglo pasado la rosca minera ignoraba las decisiones del gobierno. Hoy, en pleno siglo XXI, las petroleras también, con el mismo desdén de quienes se saben dueños del poder.
Que las petroleras clamen por descongelar los precios internos de los derivados de hidrocarburos es una cosa, que el presidente abogue para descongelarlos y se adecuen a los del mercado internacional con el único argumento de que a él le parece «razonable», es francamente grotesco. Las tragedias en nuestra historia, al fin y al cabo no hacen más que mostrar el verdadero rostro de la clase dominante y su vasallaje respecto al imperialismo. Son los momentos culminantes de su soberbia y al mismo tiempo de su debilidad. La soberbia de Goni el breve en su gobierno fue mayor cuando más débil estaba.
El presidente Mesa, paradójicamente, a partir de un «victorioso referéndum» comienza a parecerse más a su predecesor. Al igual que él, cuando en pose triunfalista luego de haber logrado una mayoría espuria en el parlamento que le permitió ser presidente dio su rienda suelta a su soberbia, olvidando algo elemental, que en política y en la guerra no hay victorias definitivas.
Bs. Aires 17 de Agosto del 2004
Notas
i Pla, J. Alberto «América Latina, siglo XX: economía, sociedad y revolución», Bs. Aires -1969:
ii Ibíd. Pág. 183