Los mismos de siempre, los que se hacen llamar «servidores públicos» y se embolsan las arcas de los recursos del Estado, son los que hoy pretenden aprobar un atraco descomunal contra el pueblo. Carstens y Felipe Calderón metieron una iniciativa al Congreso, que una parte de la clase política asegura que «no permitirá». Resulta curioso […]
Los mismos de siempre, los que se hacen llamar «servidores públicos» y se embolsan las arcas de los recursos del Estado, son los que hoy pretenden aprobar un atraco descomunal contra el pueblo. Carstens y Felipe Calderón metieron una iniciativa al Congreso, que una parte de la clase política asegura que «no permitirá». Resulta curioso ver al PRI encabezando este «descontento», cuando ha sido ese partido, el instrumentador de cantidad de saqueos, agresiones y represión. ¿Ahora de pronto son los que nos defienden? Nada de eso.
Pasada esta pantomima de debate, los legisladores aprobarán, seguramente no la propuesta calderonista con sus puntos y sus comas, pero sí un paquete tremendamente agresivo contra los de abajo y de protección a los beneficios de los de arriba. No cabe duda: se está cocinando un atraco de magnitudes históricas.
Apechugar la crisis, «responsabilidad de todos».
Están en campaña los señores del dinero. Dicen que todos tenemos que apechugar y «aportar» para rescatar las finanzas de la nación, y más aún, que esta «aportación» será, en mayor medida, «para los pobres». Si realmente ese 2% de impuesto general que proponen será redistribuido para apoyar a la parte más empobrecida de la población (lo cual tendríamos argumentos de sobra para poner en duda), no sería, como dicen, para «erradicar la pobreza», sino para contener el descontento. No se trata de un programa estructural que vaya resolviendo la desigualdad y la miseria, sino de un cúmulo de recursos en manos del gobierno, que se usarán a discreción, sea para apagar focos rojos o para seguir enriqueciendo a los más ricos. Por lo demás, los pobres de los que habla el gobierno también van a ver disminuida la miserable ayuda que les den cuando les apliquen los nuevos impuestos al consumo.
Y desde ya, echaron a andar su plan. Por todos los medios a su alcance, Calderón y los suyos están poniendo un tapabocas reforzado a las posibles expresiones de repudio, adelantándose a lo que puede ser una ola de resistencia. Si no quieres apoyar a los pobres, pagar los nuevos impuestos, aceptar el aumento general de precios y los recortes, eres un egoísta, un ignorante, no comprendes la situación, estás llevando a la bancarrota al país.
La crisis no golpea igual a todos. Desde sus posiciones privilegiadas, los empresarios recortarán salarios a sus empleados y tal vez no puedan cambiar de coche este año. En cambio, para los de abajo viene lo peor, más pobreza, desempleo, migración y desesperanza.
En Guatemala, se decretó «estado de calamidad pública» por la duplicación de la hambruna y la muerte de hambre de 462 personas en la primera mitad del año. Según informes de la ONU (15 de septiembre pasado), casi la mitad de la población mundial está desnutrida (3 mil millones de habitantes), y mil millones sufren hambre, la cifra más alta de la historia. En México, la situación del hambre es «alarmante» dijo el relator especial para temas de alimentación. Y aun así, van los nuevos impuestos por todo, por comer, por leer y por sanar, por tener un salario, por depositar en el banco, por fumar, por beber, por hacer una llamada telefónica, por prender la tele, por entrar a internet, por comprar un cachito de lotería… Vaya, ni Santa Anna pudo imaginar tal variedad.
Paquete económico, como la leña al fuego
Para sacar al capitalismo del hoyo, muchos países actualmente devuelven impuestos, bajan precios, aumentan subsidios. Pero en México, cegados por el dogma neoliberal, los señores del gobierno hacen exactamente lo contrario, reprimir el consumo, limitarlo, quitarle más dinero a los trabajadores, despedir a miles de empleados del Estado, etc. En suma: menos dinero para el pueblo, menos consumo, y por tanto, menos producción y menos empleos, que al cabo nos llevarán a una todavía menor recaudación y un mayor «boquete fiscal».
Para su derroche ¡Ni un peso más de nuestros bolsillos!
El gobierno se proclama austero, pero ya todos sabemos lo que en realidad es: un ladrón de los recursos público. Nos piden más dinero, cuando ya se llevaron la mayor parte de la riqueza producida por ríos enteros de sudor y sangre de nuestro pueblo. No sacian su sed y su avaricia. No podemos estar dispuestos, no podemos darles más. Según Calderón, los esfuerzos en austeridad que propone le permitirán obtener más de 180 mil millones de pesos, lo cual no significa nada, comparado con los 2 billones de pesos que este gobierno ha condonado a las grandes empresas por los regímenes tributarios especiales que les exenta de pago de impuestos.
Recortan el presupuesto a la educación, siendo particularmente perjudicada la educación superior, pero en cambio aumenta el gasto de operación del gobierno y su burocracia en 49 mil 578 millones de pesos. Los servicios personales a los «servidores» públicos, se incrementarán 6 mil 796 millones, quedando en 829 mil 125 millones para 2010, más del doble de los 300 mil millones de pesos que se tradujeron en el «shock» financiero que anunció Carstens el mes pasado.
Por todo esto es que el paquete económico de Calderón debe encontrar el más amplio repudio popular, no sólo de los partidos y los empresarios que hacen el teatro del «debate», sino de todos nosotros, del pueblo, quienes seremos los realmente perjudicados por este paquetazo económico, a punto de aprobarse.
Nuestra voz debe ser unánime: ¡Ya basta!
Nada de aumento de IVA, ni recortes a educación, ni retiro de subsidios. Nada de incremento de los precios de los servicios, electricidad y gasolinas. Ningún impuesto más. ¿Cuáles son las preocupaciones del pueblo? ¿Llenar el boquete financiero de Carstens? ¿Darle más dinero a Calderón para su sueldo y el de todos los parásitos de la alta burocracia? No, el pueblo quiere que la riqueza que genera llegue a su mesa, que sus hijos puedan ir a la escuela, que su familia tenga acceso a clínicas y hospitales con medicinas gratuitas. El pueblo quiere trabajo y una vida mejor. Lo que Calderón propone, no tienen nada que ver con eso. Ellos quieren llenar el hoyo fiscal para seguir en las mismas, explotando al pueblo, seguir enriqueciéndose a costa del trabajo ajeno. En su propuesta no hay nada que nos haga pensar lo contrario, no hay impuestos a la especulación financiera, no hay recorte sustancial de sueldos a los políticos, ni reducción de sus gastos de servicios personales.
Dice Carstens que los recursos de su nuevo impuesto del 2% a todo, será para los pobres, que el gobierno lo certifica frente a quien sea. Y Calderón sale casi hasta por las coladeras diciéndonos que «seamos solidarios» con los pobres, que los apoyemos, que cada chicle que masquemos servirá para darle de comer a un pobre… ¡Qué canallada! Pedirle al pueblo que acepte este chantaje. Exigirle que ponga más cuando ya ha sido exprimido hasta el cansancio y ellos mantienen intactas sus fortunas. ¡No tienen vergüenza Calderón y su camarilla! Sí queremos erradicar la pobreza, pero no a costa de hacer más pobre a todo el pueblo, sino a costa de la riqueza de unos cuantos. A costa de acabar con este aberrante sistema económico.
Alimentación, educación, salud, vivienda y trabajo, pueden y deben ser derechos garantizados para todos. Por ello tenemos que dar una lucha sin tregua. En esa crisis, la pelea será por los recursos, los de arriba inventarán cualquier tipo de chantajes y mentiras para apropiárselos, y así resguardar sus privilegios; frente a ello, los de abajo debemos oponernos, repudiar el paquete económico de Calderon y movilizarnos para derrotarlo, contraponiendo un programa anticrisis que proteja al pueblo y anteponga, sobre cualquier otra cosa, sus derechos más esenciales. Sí hay dinero, está en el despilfarro y los gastos absurdos del gobierno, en los altos salarios de los funcionarios públicos, en la corrupción, el pago de la deuda externa, etc. Sí hay recursos, pero se destina a favorecer a los grandes empresarios de dentro y fuera del país.
Que el gobierno siga viendo al norte y rezando por la reactivación de la economía gringa; veamos nosotros al sur, a nuestros hermanos latinoamericanos que cada vez más avanzan en la construcción de una sociedad más humana, más justa, más igualitaria. En manos de los actuales gobernantes, los medios productivos generan desempleo y miseria; el bienestar sólo será posible si estos pasan a manos del pueblo.
La movilización del pueblo, es lo único que puede detener este monstruoso saqueo.
¡NO AL PAQUETE ECONÓMICO DE CALDERÓN!