En Argentina, la discriminación de las niñas y adolescentes se agrava debido a la doble explotación que sufren, en el plano doméstico y en el laboral. Así lo admitió este miércoles Felipe Martínez, un experto de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que trabaja en el tema. Si bien Martínez reconoció que «Argentina lucha» […]
En Argentina, la discriminación de las niñas y adolescentes se agrava debido a la doble explotación que sufren, en el plano doméstico y en el laboral. Así lo admitió este miércoles Felipe Martínez, un experto de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que trabaja en el tema.
Si bien Martínez reconoció que «Argentina lucha» para resolver el problema, los datos actuales y otros anteriores subrayan lo dramático de la situación.
Los niños, las niñas y los adolescentes argentinos consideran que es la policía la institución que provoca «mayores índices de violencia» hacia ellos. Los adolescentes de la ciudad de Buenos Aires, en particular, consideraron que el Estado «es el primero» que no los cuida, e identificaron como violencia la «falta de controles adecuados», revelaba en 2005 un informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
También señalaba que «el abuso de poder y el exceso de control» por parte de los adultos como generadores de violencia en las escuelas.
Entre los chicos y chicas de los sectores de menores recursos, las formas más frecuente de violencia son el maltrato físico y psicológico dentro de sus propias familias, afirmaba el mismo reporte del PNUD.
Por su parte, este martes el diario porteño Pagina 12 informó que «la agricultura en la Argentina esconde una realidad vergonzosa: principalmente en las provincias del Norte y en la región cuyana, pero también en el conurbano bonaerense y en el valle del Río Negro, se utilizan chicos y chicas en las actividades de cultivos y cosechas más diversas. Las únicas provincias que declararon no tener esta modalidad de trabajo infantil en sus territorios fueron Chubut, Santa Cruz, Neuquén y Tierra del Fuego. Entre los chicos que trabajan en el ámbito rural, no asisten a la escuela uno de cada 10 pibes de 5 a 13 años, y 6 de cada 10, entre los que tienen de 14 a 17 años».
El mapa de la mano de obra infantil rural fue elaborado en el ámbito del Ministerio de Trabajo y se dio a conocer ayer en el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, en el marco de un seminario en el que participaron directores de la OIT, Unicef, PNUD y la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (Conaeti). La conclusión más importante del encuentro fue que el trabajo infantil existe en el país como consecuencia de la pobreza, constituye un reproductor de la marginación y conspira contra la educación de los chicos.
El otro aspecto que quedó en claro es que en Argentina las niñas sufren por la explotación laboral y, además, la doméstica, dos factores que agravan su discriminación, según destacó Carlos Felipe Martínez, coordinador del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. «La gravedad del trabajo infantil está fuera de discusión», concluyó la secretaria de Trabajo, Noemí Rial, según Página 12.
El mapa del trabajo infantil arroja que las provincias de Mendoza, Misiones, Chaco y Tucumán se destacan por registrar explotación infantil a lo largo de todo su territorio. Se emplean chicos en los cultivos y las cosechas más diversas: tabaco, yerba mate, algodón, cítricos, té, hortalizas, arroz, frutas, soja, maíz, trigo, caña de azúcar, vid, aromáticas.
Existe un corredor de uso de mano de obra infantil que se extiende por todo el valle del Río Negro, en plantaciones de frambuesa, manzana, ciruela y frutilla.
En la provincia de Buenos Aires hay chicos en la explotación agrícola de la zona de Baradero, San Pedro, San Nicolás y Ramallo; en cultivos de frutilla y verduras en La Plata y sus alrededores; en los de vid en Berisso.
«El trabajo infantil es un impedimento para el pleno acceso de los chicos a sus derechos», destacó Ennio Cufino, coordinador de programas de Unicef Argentina. Y agregó: «La escuela tiene un rol fundamental para prevenir el trabajo infantil». Gerónimo Venegas, secretario general de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre), habló en primera persona: «Empecé a trabajar a los 9 años, por eso sólo tengo hasta cuarto grado de la primaria», y sumó otro aspecto al debate: «El trabajo infantil existe donde hay trabajo en negro».
La Argentina asumió el compromiso internacional de eliminar por completo el trabajo infantil del país para el 2015, entre los denominados Objetivos del Milenio. Para el 2007 debería reducirlo un 3 por ciento, recordó ayer el representante del PNUD. Existe un plan nacional para erradicarlo, presentado en 2006 por el ministro de Trabajo, Carlos Tomada. Pero todavía no existe una estimación certera de la magnitud de esta problemática en el país. Se avanzó en el 2004 con la primera encuesta nacional que se encaró desde el Ministerio de Trabajo, pero su alcance fue limitado: abarcó el Gran Buenos Aires, Mendoza, Jujuy, Salta, Tucumán, Formosa y Chaco. El conjunto de chicos relevados representa aproximadamente la mitad de niños y adolescentes de 5 a 17 años del país. El estudio contabilizó que trabajan tanto en áreas rurales como urbanas el 6,5 por ciento de los chicos de 5 a 13 años y el 20 por ciento de los que tienen entre 14 y 17 años: 193.095 y 263.112, respectivamente.
«La encuesta encontró que el porcentaje de niños y niñas que trabajan es mayor en la zonas rurales: el 8 por ciento entre los que tienen de 5 a 13 años. Pero esta diferencia aumenta significativamente en el caso de los adolescentes, donde el 35 por ciento realiza alguna actividad productiva, muchas veces por un salario ínfimo o ninguna paga», destaca el ya citado matutino de Buenos Aires.
El relevamiento encontró que el 10 por ciento de los chicos más pequeños que trabajan en el ámbito rural no van a la escuela, y la han dejado el 62 por ciento de los adolescentes. La repitencia en la secundaria se duplica entre los estudiantes trabajadores en comparación con los alumnos que no trabajan.
Las últimas estadísticas mundiales indican que más de 132 millones de niños y niñas de cinco a 14 años trabajan y un 70 por ciento de ellos lo hace en el sector rural. En Latinoamérica y el Caribe hay 20 millones de chicos explotados laboralmente, siete millones de ellos en las peores formas de trabajo infantil como la prostitución, la pornografía y el tráfico de estupefacientes.