Al menos una centena de migrantes permanece en campamentos improvisados a la orilla del río Bravo y frente a la valla de alambres en la frontera de Ciudad Juárez con El Paso, Texas, donde la Guardia Nacional mantienen su vigilancia para evitarles la entrada.
Los migrantes instalaron los campamentos hace cinco días ante la incertidumbre de la aplicación de la ley SB4 de Texas, que convierte en delito el ingreso de un extranjero al estado de forma irregular y faculta a las fuerzas estatales para realizar arrestos migratorios y deportaciones.
A pesar de los riesgos que enfrentan los migrantes, en su mayoría de Venezuela, Colombia y Ecuador, se mantienen firmes en su intención de entrar a Estados Unidos, pues aseguran que su objetivo es encontrar trabajo.
“Nos gustaría que nos apoyaran para darnos el permiso para Estados Unidos. Nosotros venimos con una meta de venir a trabajar no venir hacer el daño a nadie, ganarnos el dinero honradamente”, dijo a EFE Alfredo Maquín, migrante guatemalteco que llegó a la frontera después de mes y medio de viaje.
“Yo tengo un mes y medio de andar viajando, he dormido varias veces en el monte, estoy mal comido, deshidratado, hemos tenido la necesidad de seguir trabajando para seguir avanzando”, explicó.
Los migrantes han iniciado fogatas en los campamentos debido a las bajas temperaturas que se registran en la zona, especialmente en la noche. La vigilancia ordenada por el gobernador de Texas, Greg Abbott, y la posibilidad de que se aplique la ley SB4 los mantiene varados a las orillas del río, a donde se apresuraron a llegar tras el anuncio de implementación de dicha norma.
“Vemos que no hay ninguna compasión por parte de las autoridades, y los tratan como delincuentes. Los mexicanos y los centroamericanos no son delincuentes”, dijo Carlos Mayorga, del Colectivo por la Paz Ángeles Mensajeros.
Frente a la situación de los migrantes, organizaciones y centros han iniciado el acopio de ayuda humanitaria para llevar a los campamentos, mientras se resuelve su situación migratoria.