Desde la última clase que dicté sobre búsqueda bibliográfica en el segundo cuatrimestre del año pasado hasta hoy se han producido cambios profundos en el mundo de las publicaciones científicas. La crisis económica en los paises del norte puso a las Universidades del primer mundo, como las de Harvard, Cambidge y otras en una situación […]
Desde la última clase que dicté sobre búsqueda bibliográfica en el segundo cuatrimestre del año pasado hasta hoy se han producido cambios profundos en el mundo de las publicaciones científicas. La crisis económica en los paises del norte puso a las Universidades del primer mundo, como las de Harvard, Cambidge y otras en una situación similar a la que es habitual en el hemisferio sur: ya no tienen dinero para continuar pagano el acceso a las publicaciones a las que vienen accediendo.
Eso hizo que comenzara a prevalecer el interés por el acceso al conocimiento por sobre el negocio editorial y que comenzaran a tomarse en serio propuestas alternativas que tienen ya varios años de antigüedad pero que hasta el momento venían siendo marginales, como el acceso abierto. Hoy aseguran que «la transición al acceso abierto es inevitable«.
La primera movida fue un boycott mundial al editorial Elsevier: se convocó a los académicos a no enviar más artículos a ninguna de las revistas de este editorial si no bajaba los precios. Luego se presentaron varios proyectos de ley en diferentes países para que los resultados de todas las investigaciones científicas que fueron financiadas con dinero público (proveniente de agencias estatales, es decir con los impuestos) se publiquen bajo la modalidad de acceso abierto a todo el mundo. En nuestro país ya tiene media sanción el proyecto de ley correspondiente. A raíz de eso las universidades de todo el mundo están dando mayor impulso a los repositorios, bibliotecas digitales de acceso abierto donde se puede consultar la producción de los docentes, investigadores y egresados de una universidad. Incluso algunas instituciones financiadoras de investigaciones científicas, como el Wellcome Trust, de Inglaterra, ha decidido penalizar a los investigadores que no publiquen todos sus papers en revistas de acceso abierto reteniéndoles el último cheque de su subvención, lo que equivale aproximadamente a un 10% del financiamiento total.
La UNLP ya tenía el suyo, el SeDICI, y recientemente nuestra Facultad creó Naturalis, cuyo contenido crece cada día. A esto se suma otro movimiento, impulsado por el auge de las redes sociales, el microblogging y en general todas las herramientas de tipo Web 2.0, que está desarrollando medidas bibliométricas alternativas a los índices de impacto del ISI, hasta ahora hegemónicos.
Estas nuevas medidas altenativas, conocidas como altmetrics, miden el impacto de las publicaciones científicas no solo por la cantidad de citas de colegas en otras revistas científicas, sino también por la cantidad de menciones que reciben en Facebook, Twitter, Linkedin y otros sitios similares, lo cual da cuenta de un impacto mucho más amplio del reducido al mundo académico. Por último, existen propuestas de sustituir el sistema de evaluación por parte de pares (peer review) por una modalidad también en auge denominada crowdsourcing (algo así como delegar la evaluación en la multitud).
Estas nuevas propuestas son mucho más ágiles y van más allá de la academia. Ninguna de ellas es nueva, pero todas ellas han comenzado a ser consideradas como una alternativa real a partir de que la crisis ha convertido en casi impracticable continuar con el sistema vigente.
Las cuestiones de fondo son muy importantes. Tienen que ver con los derechos de autor, la propiedad intelectual, con el derecho de acceder libremente a la información y con la gestión del conocimiento. Las nuevas propuestas provienen del movimiento open source y del software libre y son compatibles con las nuevas tecnologías y las nuevas relaciones de producción que ellas están impulsando. Marx que las formas de propiedad son la expresión jurídica de las relaciones de producción. Y que cuando las fuerzas productivas alcanzan cierto grado de desarrollo se vuelven incompatibles con las relaciones de producción vigentes y, en consecuencia, el derecho existente sobre la propiedad se convierte en un freno al avance de las fuerzas productivas.
En esta idea basé la hipótesis central de mi primer proyecto de tesis doctoral que no pude terminar por causa de la conjunción de la crisis económica del 2001 y mi crisis matrimonial de 2000. Ahí afirmaba que la criminalización de los hackers es la expresión de ese conflicto entre una legislación propia de la era industrial que desaparece y las nuevas relaciones de producción de las que el hacking es la expresión más avanzada.
Este conflicto viene siendo además el núcleo duro de las discusiones internacionales sobre patentes y propiedad intelectual en el ámbito de la Organización Mundial del Comercio aún antes de su fundación, cuando eran las «rondas» del GATT, en especial la ronda Uruguay.
Este mismo conflicto está en la raíz de las luchas de los laboratorios transnacionales por patentar los genes y los organismos transgénicos, en los esfuerzos de las multinacionales del entretenimiento por evitar el intercambio de archivos de música y video a través de las redes, el los de las megacorporaciones del software por evitar la copia de programas, el que impulsó las iniciativas retrógradas como la SOPA, PIPA y ACTA, que ya he comentado anteriormente en este blog.
Cualquiera que haga uso efectivo de las posibilidades de las nuevas tecnologías se convierte en un «pirata» para la legislación vigente, legislación que se escribió cuando estas tecnologías NO EXISTÍAN. Desde otro punto de vista podríamos decir que los verdaderos piratas son las editoriales y discográficas que lucran con la comercialización de obras que no produjeron, obteniendo por ello en ocasiones mayores ingresos que los propios autores.
Vivimos en una época que es un punto de bisagra. Dos modelos contradictorios están en lucha y la victoria de uno u otro tiene consecuencias absolutamente diferentes para la humanidad, y en ningún caso intrascendentes. Con el desarrollo de la biotecnología mantener la propiedad privada del conocimiento conduce a la ignorancia masiva y a la propiedad privada de la vida, de los alimentos, de la cura para las enfermedades y también de nuevas enfermedades. Imaginen un poco las consecuencias a futuro. En cambio si el conocimiento, las patentes y el código genético se aceptan y protegen bienes comunes, permitiendo su libre acceso, intercambio y mejora otra será la historia.
El principal argumento en contra que se escucha hace referencia a la justa retribución que merecen los creadores por su producción intelectual, la cual es al mismo tiempo un estímulo para que continúen produciendo. Pero ese argumento se basa en la premisa de que el actual modelo de negocio es el único posible, mientras que al mirar la historia del desarrollo de las nuevas tecnologías se descubren nuevos modelos de negocios, como el cobro por servicios, el mismo crowdsourcing y nuevas formas de propiedad, bajo la formas de licencias como las GNU (GPL, AGPL, LGPL, GFDL) o las diversas alternativas de Creative Commons. Hoy mismo están en discusión varias alternativas de nuevos modelos de negocio para las publicaciones científicas. Los invito a hacer fuerza para ayudar a la victoria de los nuevos modelos.
Para terminar les dejo algunas direcciones útiles sobre este tema para quienes deseen profundizar. Por otra parte en entradas anteriores de este mismo blog encontrarán más comentarios y vínculos sobre el boycott a Elsevier, el acceso abierto los proyectos de ley argentinos sobre acceso libre a la cultura y a las publicaciones científicas.
- LSE Handbook to achieve greater visibility and impacts with audiences outside the university
- Guía para el uso de Twitter en la investigación, enseñanza universitaria y actividades de impacto
- Repositorio Digital de la Universidad de San Andrés
Fuente: http://pablogrodriguez.blogspot.mx/2012/07/acceso-abierto-y-bibliometria.html