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Acerca de la reducción de la jornada laboral

Fuentes: Rebelión

Desde que en Inglaterra nace la clase obrera (a mediados del siglo XV para luego alcanzar su máximo desarrollo a finales del siglo XVIII e inicios del XIX con la aparición de la Revolución Industrial), la lucha de los trabajadores asalariados se ha concentrado en dos principales demandas: la reducción de la jornada de trabajo y el incremento salarial. Esto se explica porque es a través de la prolongación de la jornada laboral y de los bajos salarios, como los patrones logran incrementar sustancialmente sus ganancias y riquezas. Es por ello que ambas son demandas históricas de la clase obrera.

Cabe mencionar que la primera movilización internacional del 1° de mayo, en 1891, tuvo precisamente como principal bandera de lucha la reducción de la jornada laboral a 8 horas diarias, y gracias a la incansable lucha de los trabajadores, a nivel mundial, posteriormente esta exigencia histórica logró materializarse.

En nuestro país, desde la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en 1917, y posteriormente con la creación de la Ley Federal del Trabajo, en 1931, quedó establecido que la duración máxima de la jornada laboral sería de 8 horas diarias.

No obstante, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en 2024, los mexicanos laboramos un promedio de 2 mil 193 horas al año, cuando dicho organismo internacional -que está lejos de ser defensor de la clase obrera- recomienda un promedio de 1,736 horas anuales, de modo que nuestro país, en los hechos, es uno de los países en América Latina y el mundo donde se trabajan las jornadas laborales más extenuantes.

En este contexto, hace un par de años, el gobierno morenista encabezado por AMLO planteó una iniciativa de ley para reducir la jornada de 48 a 40 horas semanales, sin embargo, eran tiempos del relevo presidencial y, por tanto, solo se trató de un anuncio que perseguía objetivos electorales: en realidad no se concretó nada.

Y ahora, para “taparle el ojo al macho”, el gobierno del 2° piso de la 4T, encabezado por Claudia Sheinbaum Pardo, retoma la iniciativa y plantea que antes de terminar el 2025 comenzará a rediscutirse la propuesta en el Congreso de la Unión. Al respecto y sin lugar a dudas, estamos en favor de la reducción de la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales, es decir, que los trabajadores laboren cinco días y tengan derecho a dos días de descanso a la semana, que es la esencia de la reforma.

En este sentido, estamos a favor de la reducción de la jornada laboral porque ello significaría mejorar la calidad de vida de los trabajadores, porque se reducirá su desgaste físico y mental, contribuyendo a equilibrar su vida laboral con su vida familiar. De modo que el trabajador podría destinarle mayor tiempo a su familia y a otras actividades que, a pesar de no ser remuneradas, también son muy productivas, como lo es su formación y desarrollo personal en lo deportivo, cultural, artístico, intelectual, político, etc.

Por otro lado, cabe señalar que, si los patrones aplicaran una política que fomente un entorno más equitativo y sostenible que beneficie a todos los actores económicos, entonces la reducción de la jornada laboral también le conviene a ellos porque contarán con trabajadores más productivos y eficientes, hecho que, a mediano plazo, permitirá fortalecer la competitividad de las empresas.

Ahora bien, a pesar de estar de acuerdo con la reducción de la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales, dicha reforma no será benéfica para los trabajadores si no está acompañada de medidas complementarias que garanticen su cabal aplicación. Veamos.

Decimos sí a la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales; siempre y cuando se garantice que el salario y el ingreso del trabajador no disminuya.

Sí a la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales; siempre y cuando se garantice que, si el trabajador labora más de 40 horas, de 41 a 49 horas semanales, reciba el pago de las horas extras al doble; y si excede las 9 horas extras laboradas a la semana, se paguen al triple, tal y como lo establece la ley. Para que esto se cumpla se deben implementar mecanismos eficaces para que los trabajadores denuncien a los patrones que incumplan con la ley y, en consecuencia, las autoridades los obliguen a cumplirla además de sancionarlos de manera pronta y expedita.

Sí a la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales; siempre y cuando se garantice el incremento sostenido del salario mínimo. En 2024 el incremento fue del 20 por ciento y en 2025 bajó al 12 por ciento. El incremento del salario mínimo para 2026 que se anunciará próximamente ¿cuidará más el interés de las empresas o el de los trabajadores? Está claro que sin un aumento continuo del incremento anual del salario mínimo, el trabajador no tendrá un segundo día de descanso semanal porque estará obligado a buscar otro empleo que ayude a completar el ingreso mínimo para su familia.

Sí a la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales, siempre y cuando se garantice el control de precios de la canasta básica. Actualmente calculada en 18 mil 963 pesos mensuales para una familia de cuatro integrantes, lo que supone un ingreso de 632 pesos diarios, por tanto, los 278 pesos diarios del actual salario mínimo representan solo el 44 por ciento del costo de la canasta básica.

Sí a la reducción de la jornada laboral de 40 horas semanales, siempre y cuando se garantice que dicha reforma se aplique de manera inmediata, ya que la gradualidad que propone el gobierno morenista para materializar la reducción de la jornada hasta el 2030 significa que el segundo día de descanso semanal para el trabajador será solo un nuevo espejismo, parecido al que sostiene aquella vacilada de que nuestro sistema de salud es todavía mejor que el de Dinamarca.

Además, no podemos perder de vista las recientes cifras que nos ofreció la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI: somos 133 millones de mexicanos; la población ocupada es de 59.5 millones, de los cuales 26 millones lo hacen en la formalidad y 33 millones laboran en la informalidad. De modo que la iniciativa para reducir la jornada de trabajo deja fuera a la mayoría de la población ocupada que lo hace en la informalidad (55.4 por ciento) que tendrá que seguir laborando jornadas de 10, 12 y hasta 14 horas diarias.

Que nadie se engañe, ni los patrones ni el gobierno a su servicio aplicarán medidas para mejorar la vida de los trabajadores. El único mecanismo que permitirá que se haga realidad la reducción de la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales en beneficio de los trabajadores, se encuentra en la fuerza, la unidad, la combatividad y capacidad de lucha de los trabajadores, es decir, en la conciencia, combatividad y capacidad de lucha de sus organizaciones sindicales. La historia del movimiento obrero mundial nos muestra que no hay otra ruta, tal y como el genio de Marx nos lo advirtió: “La emancipación de la clase obrera debe ser obra de los obreros mismos”.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.