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La abstención, el voto en blanco o nulo, es lo que las fuerzas revolucionarias del pueblo debemos empujar

Acerca de las elecciones del 23 de octubre

Fuentes: Militancia Comunista

Faltan pocos días para las elecciones legislativas del 23 de octubre. Los trabajadores y el pueblo venimos soportando desde principios de año esta verdadera telenovela. Pocas veces en nuestra historia estuvo tan ausente, por parte de las fuerzas mayoritarias, el debate de las ideas y las propuestas. Así se explica la apatía que las mismas […]

Faltan pocos días para las elecciones legislativas del 23 de octubre. Los trabajadores y el pueblo venimos soportando desde principios de año esta verdadera telenovela. Pocas veces en nuestra historia estuvo tan ausente, por parte de las fuerzas mayoritarias, el debate de las ideas y las propuestas. Así se explica la apatía que las mismas despiertan ante los ojos de buena parte de las masas y los luchadores populares, a pesar de la profusión de encuestas, la mayoría de las veces manipuladas y distorsionadas.

Para los comunicadores del sistema, para aquellos dueños del país que como tales tienen en su poder los grandes medios de «desinformación» masiva (no por casualidad Kirchner les prorrogó la licencia por diez y quince años más), todo se reduce a la disputa entre Cristina Fernández o Chiche Duhalde o, lo que es lo mismo, entre el presidente K y su antecesor.

Unos tratan de mostrarse como lo «nuevo», y otros pretenden sostener las supuestas banderas del justicialismo. Los primeros, rodeándose de algunos otrora luchadores, faltos de todo rumbo y dueños del más rancio oportunismo, los segundos agrupando tras de sí a los viejos caudillos territoriales. Sin embargo, esto no inhibe que (desde y con las prebendas del poder) Kirchner se haya dedicado, con el manual de conducción peronista como libro de cabecera, a atraer en torno suyo a personajes de toda calaña.

Para ello no dudan de apelar al más crudo clientelismo, como ha tomado estado público en estos días.

Y a esto pretenden presentarlo como la «nueva política».

Algunos analistas tratan de presentar este enfrentamiento simplemente como la disputa del poder para su grupo. Nosotros no descartamos esta variante. Es más, creemos que tiene mucho de cierto, pero no subestimamos la importancia de los alineamientos internacionales de cada uno de estos personajes. Como lo hemos dicho en ediciones anteriores, es sabido que Duhalde nunca ha sido un hombre permeable al establishment de los EEUU, y que sus apoyos generalmente han provenido de la «vieja Europa». De allí su alineamiento con el hoy devaluado Lula. Por otra parte, Kirchner viene demostrando permanentemente que es el alumno más prolijo que la administración Bush tiene en nuestro continente. La realización de la Cumbre de las Américas en Mar del Plata en noviembre es una muestra más de su actitud sumisa.

Otro elemento que algunos consideran es la posibilidad concreta que los eventuales tres senadores por la provincia de Buenos Aires, como la mayoría de las bancas de diputados, se repartan mayoritariamente entre dos fracciones peronistas. Nos parece que esto es lo secundario para la ocasión, en este caso lo que predomina es la disputa.

Reiteramos como lo hemos dicho en otras oportunidades, que desde el punto de vista de clase nada hay que esperar de ninguno de los dos. Las masas populares no podemos tener ninguna expectativa en cualquiera de los bandos en pugna.

Del resultado de estas elecciones dependerá en buena medida como se darán algunos realineamientos entre las fuerzas del sistema: si triunfará el proyecto kirchnerista de consolidar un modelo neodesarrollista -arrastrando tras de sí a una parte del progresismo, con ropaje centroizquierdista-; el de Duhalde, de perfil más «acabadamente peronista» (sin descartar una alianza con Macri, Sobisch y el mismo Menem), o el de Carrió y el Encuentro de Rosario, con Binner a la cabeza, de armar una fuerza de centroizquierda «más pura».

El régimen de dominación pretende por todos los medios enterrar el fantasma del Argentinazo, el protagonismo de las masas en las calles y en movimiento prefigurando la verdadera democracia. Y el escenario electoral, es decir «dentro de las instituciones todo, fuera de ellas nada», es uno de los mecanismos más aptos para ello, máxime cuando desde nuestro campo -el de la gran mayoría de las fuerzas denominadas de izquierda y revolucionarias-, lo que sigue primando es el oportunismo y el reformismo, agravadas por el fraccionamiento sin límites.

Es por todo ello que entendemos que si la apuesta del enemigo es fortalecer el régimen de dominación burgués, y su correlato parlamentario, del que las masas obreras y populares nada podemos esperar, todo aquello que contribuya a deslegitimar esta movida, a través de la abstención, el voto en blanco o nulo, es lo que las fuerzas revolucionarias del pueblo debemos empujar.