. Las formas republicanas de Democracia se impulsaron desde las revoluciones paradigma de las transformaciones políticas a nivel mundial: la revolución independista norteamericana y la revolución francesa. Ambas experiencias en disputa con el poder dominante, colonial el primero y real-feudal el segundo, generaron desde la burguesía naciente un proceso de incorporación del descontento de las […]
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Las formas republicanas de Democracia se impulsaron desde las revoluciones paradigma de las transformaciones políticas a nivel mundial: la revolución independista norteamericana y la revolución francesa. Ambas experiencias en disputa con el poder dominante, colonial el primero y real-feudal el segundo, generaron desde la burguesía naciente un proceso de incorporación del descontento de las masas para sumarlas al proceso de transformación.
Este uso político de las reivindicaciones populares frente al poder, se convertirá en una tónica del poder vigente dentro la democracia actual, en tanto que la forma de representación y elección, se fueron sujetando a dos variables fundamentales. La capacidad de la propia burguesía para hacer uso de sus recursos y posibilidades para revalidarse y legitimarse por el voto y de esta manera sostener políticamente al sistema y, por otra parte, todavía más importante, presentar una forma de hacer democracia como la única legítimamente posible, es decir a partir de la instauración institucional de la forma, las otras maneras de participación se deslegitiman como no democráticas.
Ahora bien, también se acuñó el concepto de que este tipo de Democracia es el único sistema perfectible, y es verdad, el sistema a través de sus operadores ha sido capaz de capear adecuadamente las tormentas interpeladoras al sistema, y cuantas veces fuera necesario relegitimar esta democracia. Aún más, históricamente esta forma única ha hecho contrapeso con el autoritarismo y las dictaduras y sin embargo nada más basta mirar las bases de mercado capitalista que sustentan, para darse cuenta que ambos sistemas políticos reproducen al capitalismo.
Sin embargo de todos estos avatares, el sistema democrático formal ha encontrado que la manera de tomar decisiones, que permita la mayor y mejor participación posible, debe contar con la mayoría absoluta. De esta manera en la mayoría de las Constituciones Políticas Republicanas, la elección de los representantes y autoridades se da con el 50% más 1 es decir por mayoría absoluta. En casos de sociedades demasiado divididas, sus representantes han optado por la simple mayoría incluso con el objeto de facilitar la toma de decisiones; porque en definitiva, la forma en que se decide tiene que ver también con la forma en la que se aplican las decisiones.
Es interesante ver históricamente, como los sectores dominantes han aplicado a su manera este concepto en la gobernabilidad democrática. Encontramos procesos de empantanamiento que obligan al pactismo político, llámense «pactos por la democracia», «megacoalición», etc. el resultado era el mismo, saltar el requisito de la mayoría necesaria a través del reparto de pegas y prebendas estatales. Por tanto esta búsqueda de tener una mayoría apabullante, fue entendida como una medida en Democracia, y sirvió para la aplicación de las medidas neoliberales que afectaron al conjunto del país. Pero ni siquiera entonces se les ocurrió que para facilitar la participación de las minorías los porcentajes deberían subir a los 2/3. Una vez más se confirma que cuando el poder tiene el sartén por el mango, simplemente lo administra, no lo cambia.
Hoy vemos un escenario distinto, en el que el poder está en disputa, y el proceso de hegemonía se está modificando, que los que antes no pretendieron para nada la modificación de las proporciones de las decisiones por mayoría absoluta, hoy plantean que los 2/3 es la medida democrática. Está visto, una vez más que para los grupos de poder, la democracia se lee según el lugar en el que te encuentres, no?
Si leemos el art.71 aprobado y en disputa, la mayoría absoluta como regla general, sin embargo se propone 3 modalidades para la aplicación de los dos tercios: para la aprobación del texto final, para 3 artículos que fueran observados y que tengan el respaldo de un tercio para su cambio, y si no llegara a acuerdo, sería llevado a Referéndum de Aprobación de la Nueva Constitución. Es decir que en realidad la modalidad es mixta y permite que las minorías expresen su parecer en el proceso, sin embargo lo que si es el proceso de inversión de la propia Democracia liberal, es la exigencia de que sean las minorías las que definan en última instancia el proceso de aprobación de la nueva CPE, lo que podría significar en realidad no forzar un proceso de concertación incluso vía huelgas de hambre como se pretende, sino la de generar las posibilidades para bloquear la construcción de una nueva CPE para el país.
Está visto, para concluir, de que el proceso de construir una democracia a medida para este país es un reto histórico, pues existe aún demasiado peso oligárquico en las definiciones y sentidos de lo democrático. Hacer que la concertación pase a través de lo comunitario como proceso de convencimiento mutuo, será una tarea que deberemos asumir en el nuevo Estado, para que del debate liberal sobre minorías y mayorías, pasemos a ser constructores propositivos que aprendan a sumar en la diversidad y no a descalificar a quienes sean diferentes como ocurre todavía hoy.