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Agrotóxicos

Fuentes: Rebelión

Verde que te quiero verde. Verde soja, verde aceitunado, verde dólar. Verde militar en Campo de Mayo. Verde pasto, verde Mosquito Dragón y amarillento Piernas Locas Crein. Verde bosta. Argentina, la nueva derecha y el eco-terrorismo campestre, con el sello de la Sociedad Rural Argentina. Siete días de reposo y paracetamol resultaron suficientes para calmar […]

Verde que te quiero verde. Verde soja, verde aceitunado, verde dólar. Verde militar en Campo de Mayo. Verde pasto, verde Mosquito Dragón y amarillento Piernas Locas Crein. Verde bosta. Argentina, la nueva derecha y el eco-terrorismo campestre, con el sello de la Sociedad Rural Argentina.

Siete días de reposo y paracetamol resultaron suficientes para calmar el miedo a muerte de quienes no con ocíamos los índices de víctimas fatales de gripe, que afectan habitualmente a los sectores olvidados por del estado de bienestar alimentario.

La acción mutante de una gripe estacional dejó en evidencia que el peor de los peligros está en el manejo de la información y en la incertidumbre de una sociedad global que muestra su rostro más oscuro cuando entra en peligro su individual y pequeño mundo del sálvese quien pueda.

La ficción de la ciencia llevó al extremo un entorno artificial de medidas precautorias donde los dividendos para la industria farmacológica explotaron al extremo la versión 2.0 del eco-terrorismo pandémico, auspiciado por una Organización Mundial de la Salud (OMS), en estado de alerta.

Primero México se convirtió en el foco de un virus asesino. Luego el contagio haría del imaginario futurista del film «12 Monos» (Terry Gillian-1995) un perfecto cuadro de época discriminatoria donde la ruptura del horizonte espacio temporal, gracias a una máquina -un tanto defectuosa-, sirve para identificar el punto exacto del origen del mal, y evitar así introducirnos al oscuro y subterráneo refugio de sobrevivientes autoacuartelados por el virus, en un hipotético año 2035.

Sin embargo, la cepa de la peste frijolera no respetó fronteras y mostró contrastes no tan fatalistas en su paso por Inglaterra, Francia o Suiza, entre otros países dedicados a novedosas formas de piratería imperial.

Corsarios a la carga

Pero en Argentina era ya tarde y en los cuarteles bailaban con cucardas los espectros del pasado.

Fue cuando descubrimos el renacer del «Ejército de los 12 monos», con la diferencia de no contar como líder a un Brad Pitt (Jeffrey Goines) perseguido por un Bruce Willis (James Cole) convicto, elegido como voluntario para su exterminio.

Esa es otra película. De las divisiones internas del gobierno argentino, hoy en papelera de reciclaje, no surgió ningún funcionario dotado de las cualidades persuasivas de un secretario de Comercio Interior como Guillermo Moreno, adecuado a los juegos de prepotencia y negociación comunes entre las corporaciones políticas y empresariales.

Mientras tanto, de las tinieblas del glifosato, el azote tóxico dejó en el campo de la política un herbicida de amplio espectro sintetizado por Hugo Luis Biolcati en su discurso inaugural durante la 123º exposición agropecuaria, organizada por la Sociedad Rural Argentina (SRA), el 1 de agosto pasado.

Con saludo romano reflejo, el titular de la entidad aseguró que «el campo dejó de ser aquella mansa vaca lechera que se deja ordeñar», mientras hizo suya la metralleta verbal del significante flotante: «patria», para apropiarse de su carga simbólica 54 veces al menos.

A sabiendas que nadie vendría del futuro para detenerlo, el dirigente se apuntaló en los cerca de 12 eco-diputados electos en los últimos comicios nacionales de un partido del campo que no existe, pero que transmutó en las variantes provinciales de sectores opositores.

Biolcati apeló a la memoria de corto plazo para rememorar el enojo social por la aplicación de retenciones móviles a la soja, en tanto trajo de las cenizas los intereses sectoriales de sus jinetes del Apocalipsis, más conocidos en los festivales de doma y folklore como Comisión de Enlace, quienes lo acompañaron en el palco vestidos para la ocasión.

Mas allá del particular aroma de las «vaquitas ajenas» coronadas en el evento anual, vale destacar la intacta regularidad y continuidad ideológica de los dirigentes agrarios, tanto en tiempos de dictadura como en democracia.

Los recuerdos selectivos de Biolcati dejaron de lado la fijación de retenciones instauradas por los gobiernos de facto de Juan Carlos Onganía y de Jorge Rafael Videla, entre otras medidas conjuntas omitidas, como el plan sistemático de desaparición de personas, que nunca fue mencionado en el predio de Palermo.

«Más por menos»

A los 12 eco-diputados se suman los 12 puntos para «corregir la política oficial» elaborados, a mediados de julio, por una cámara desalineada de Unión Industrial Argentina (UIA), conocida como AEA (Asociación Empresaria Argentina), y cuyo director ejecutivo, irónicamente, se llama Jaime Campos.

No obstante, hubo un cónclave en la Rural de esta asociación de 64 empresas a las que les interesa el país en la que participaron el sigiloso príncipe de la soja Gustavo Grobocopatel (Los Grobo), además de Carlos Garetto (Coninagro), Mario Llambías (CRA), Eduardo Buzzi (FAA), Luis Pagani (Arcor), Luis Betanza (Techint), Sebastián Bagó (Laboratorios Bagó) y Enrique Cristofani (Banco Santander Río), entre otros.

Un capítulo aparte merece la insistencia en el error por parte del gobierno nacional, que actúa como farmacia de turno en una suerte de colador dialoguista que se diluye con los días en las palabras de una sopa de letras que suenan a cuento chino, cuando se aplica el garrote vil sobre los pequeños consumidores atados al monopolio natural de los servicios públicos; mientras la histórica cúpula sindical verticalista recupera el tiempo perdido por tratarse del último refugio para un proyecto político cada vez más incierto de cara al Bicentenario.

El crecimiento marginal de los índices de pobreza son la contratara de un modelo poco distante con los esquemas del país de Nunca Jamás menemista, que incluso obligó al jefe de ministros Aníbal Fernández a reconocer la incongruencia de los datos del INDEC, luego del inusual mensaje papal de Joseph Ratzinger en su carta dedicada a la crisis alimentaria argentina, a propósito de la usual campaña eclesiástica «Mas por menos».

Abierto el corral para los jinetes sojeros, no por casualidad incorporaron en su agenda el tema del hambre y ofrecieron desde el estrado migajas de maíz -sin retenciones- a cambio de refundar una nación agrodependiente, apelando a la mesiánica fantasía de que la crisis internacional volverá a preferir la factoría argentina como «granero del mundo», y destruir por generación espontánea el complejo sistema de desarrollo industrial que incluye desde hace décadas políticas producción primaria para el autoabastecimiento.

Pasta base

Lo cierto las facultades especiales concedidas inicialmente a Domingo Felipe Cavallo -que licuan las funciones del Congreso- son renovadas anualmente. Vencen el 24 de agosto y tendrán por estos días un tratamiento acelerado en ambas Cámaras, donde la clave esta en las cláusulas del Código Aduanero que permiten al Poder Ejecutivo decidir sobre las retenciones a las exportaciones.

Los argumentos de quienes aún confían en el gobierno o intentan sostener su institucionalidad frente al peligro real de asonadas posmodernas, como la de Honduras, invitan a no confundir al «enemigo» político, cuando observan la mutación de la nueva derecha que ya salió de su efecto invernadero, dotado de un supuesto plan de seguridad económica y social como arma secreta para encaminar mágicamente los destinos de la «patria».

Los dueños de la tierra aprendieron sobre los beneficios de capital financiero, por eso no piden que se grave esa renta. Ya no aplican la violencia oligárquica sobre la que se construyeron feudos cazando indios (capándolos como premio), fusilando campesinos y alambrando las fronteras.

El elogio de Mario Llambías (Confederaciones Rurales Argentinas) al clan Martínez de Hoz mostró el juego de perversiones en la confusión forzada entre esclavista fundador de la SRA (José) y el ministro de Economía de la última dictadura (José Alfredo). También el nacimiento de un nuevo eco-terrorismo.

Una patología previsible entre los integrante s del «Ejército de los 12 Monos», con un Biolcati, igual de temerario pero menos border que el Brad Pitt de la película, y un escudero encarnado en el ruralista entrerriano Alfredo de Angeli, que por estos días llena tapas de revistas del corazón con su novia fashion, Marcela Allaix, que no emula a Angelina Jolie pero completa la escena de liquidez intelectual útil a las distracciones autoritarias

El problema más preocupante está entre quienes están del otro lado, sin advertir que enemigo interno es el ostracismo y la confianza cedida a quienes defendieron las demandas de esos sectores en los noventa.

Entre ellos, el sobreseído por el delito de peculado Hernán Martín Pérez Redrado, unos días antes de asumir la titularidad del Banco Central, formado en Harvard y en la numerología cabalística durante su paso por la Comisión Nacional de Valores en los primeros tiempos de Domingo Felipe Cavallo.

Que el CEMA (Centro de Estudios Macroeconómicos) haya sido fundado en plena dictadura y que el actual ministro de Economía, Amado Boudeau, haya salido de sus entrañas es sólo una picardía del destino.

Entre los herederos de Charles Manson y sus jinetes, la versión futurista de «12 Monos» y el hermetismo de un gobierno errático, queda para la población a la que no le cortaron la luz por falta de pago el distanciamiento recreativo de alquilar la versión más realista de aquellos «12 hombres en pugna» (Sidney Lumet-1957), un poco más entretenida, aunque nada cambie el veredicto la relación de coexistencia mutua entre acusadores y jurados; y todo conduzca a los disciplinamientos de los «12 del Patíbulo» (Robert Aldrich-1967), en la versión neofascista eco-terrorista campestre del siglo XXI.

Federico Corbière. Periodista y Lic. en Ciencias de la Comunicación