Recomiendo:
0

Aguacidio en la provincia de Misiones

Fuentes: Rebelión

El gobernador de Misiones, Maurice Closs, visitó días atrás Apóstoles, donde celebró la exitosa perforación del Acuífero Guaraní en la localidad yerbatera. En su discurso, consideró que un desafío que tenemos los misioneros es «cuidar nuestra agua y por sobre todas las cosas, tener un aprovechamiento responsable y sustentable del Acuífero». En las últimas semanas, […]

El gobernador de Misiones, Maurice Closs, visitó días atrás Apóstoles, donde celebró la exitosa perforación del Acuífero Guaraní en la localidad yerbatera. En su discurso, consideró que un desafío que tenemos los misioneros es «cuidar nuestra agua y por sobre todas las cosas, tener un aprovechamiento responsable y sustentable del Acuífero».

En las últimas semanas, Closs incluyó en sus alocuciones mensajes que resaltaron la importancia del agua y «el potencial que tiene la Argentina con la existencia del Acuífero Guaraní».

Con entusiasmo, relató en una conferencia de prensa el pasado 6 de mayo que mantuvo una reunión con el presidente de la multinacional petrolera Esso, Tomás Hess. Contó que éste le preguntó: «¿Usted sabe Gobernador que hay lugares en el mundo donde el agua vale más que la nafta?». El mandatario provincial reconoció que «ahí tomé dimensión de lo que va a pasar. Imagínense si Misiones que esta rodeada de ríos, que teniendo el Acuífero tiene estos problemas, los fenomenales problemas que tienen otros lugares del mundo, y lo que va a valer el agua en el tiempo».

Valiosa lección aprendida, señor Gobernador. Sin dudas, es importante que cuidemos el agua porque, como sabe, es un recurso esencial para la vida y además cada vez más escaso. Y por supuesto, también proteger el acuífero, ya que es uno de los mayores reservorios de agua dulce en el mundo.

Ahora bien, algo que seguramente Hess no le dijo -porque es un hombre de negocios- es que el agua no puede ser mercantilizada, ya que el acceso a la misma es un derecho humano básico y por lo tanto no es correcto -ni ético- que caiga en manos de empresas de capitales extranjeros que sólo buscan lucrar.

El neoliberalismo salvaje terminó con la privatización del agua en la provincia de Misiones en 1999. Ese año, el gobierno provincial concedió la gestión de los servicios de agua potable y cloacas en las ciudades de Posadas y Garupá a la empresa de origen español SAMSA (Servicios de Aguas de Misiones S.A.), integrante del Grupo ACS (Actividades de Concesión de Servicios).

Los argumentos esgrimidos fueron la calidad inadecuada de la prestación, falta de cobertura, deficiente infraestructura, burocratización y corrupción.

De esta manera, SAMSA desembarcó en el sur de la provincia como la solución a todos nuestros problemas líquidos. Los privatizadores y empresarios del agua afirmaron que se optimizarían y ampliarían los servicios, incorporarían máquinas y equipos de primer nivel y modernizaría todo el sistema de gestión a través de la utilización de tecnología de avanzada.

Desde entonces, nuestras aguas están en poder de este poderoso grupo empresario, que no sólo ha incumplido con las inversiones y obras prometidas sino que además ha elevado considerablemente las tarifas que los usuarios abonamos por el servicio.

¿Cómo podríamos empezar a cuidar verdaderamente nuestras aguas?

1- Constituiría un primer paso hacia adelante la recuperación total del control sobre nuestros recursos a través de la reestatización del agua en Misiones. Podremos preservar y administrar nuestras reservas hídricas sólo si están en nuestras manos.

2- En segundo lugar, es necesario exigir mayor control sobre las empresas pasteras radicadas en Misiones, que contaminan desenfrenadamente nuestros causes hídricos: Alto Paraná, la planta celulósica de Puerto Piray y Papel Misionero.

Los desechos tóxicos vertidos por estas fábricas convirtieron a nuestros ríos en verdaderas cloacas venenosas, nauseabundas y sin peces, por lo que resulta urgente aplicar un estricto control y enérgicas sanciones sobre estas empresas.

3- El indiscriminado uso de agrotóxicos y la dispersión de los mismos sobre los ríos y arroyos, además de provocar una fuerte contaminación multiplicó los casos de malformaciones y todo tipo de enfermedades en la población misionera.
Por esto, es necesario poner freno a la utilización de estas sustancias tóxicas tan lesivas para el medio ambiente y la salud.

4- No más represas. Debemos oponernos con firmeza a los proyectos hidroeléctricos de Corpus y Garabí que se impulsan por estos días. Estas obras no solo generan inundación de tierras productivas y expulsión de miles de personas, sino que además contaminan nuestras aguas, matan nuestros ríos y favorece la proliferación de mosquitos transmisores de todo tipo de enfermedades vectoriales.

5- Con respecto al cuidado del Acuífero Guaraní, en principio debemos rechazar las infundadas advertencias sobre la presencia de «células terroristas» en la triple frontera, discurso instalado por los Estados Unidos que no tiene otro fin mas que el de incrementar su presencia militar en la región para vigilar más de cerca esta reserva estratégica.

6- A todo esto, debemos sumar el silencioso pero incesante robo del agua. Como bien apuntaba Juan Yadjian en 2006 en su artículo El Agua en Misiones, «los pinos hacen falta para alimentar las fábricas de celulosa, las pasteras. Que a su vez necesitan mucha agua para producir la pasta. Por eso insistimos en que la instalación de más fábricas de pasta no responde a traer contaminación a nuestros países, sino a robarse el agua’ (…) Si seguimos haciendo caso a la necesidad de los otros, nos quedamos sin agua y sin vida».

En conclusión

Estas son sólo algunas acciones que podrían significar un cambio positivo en la preservación de nuestros recursos hídricos. «No derrochar el agua», «cerrar la canilla» o «bañarnos rápido», son recomendaciones superfluas y hasta ridículas en comparación con los males infinitamente mayores que nos aquejan.

Cuando hablamos del agua, a diferencia de otros temas, no se trata de amenazas fantasmales o abstracciones, sino de problemas verdaderos que existen desde hace tiempo y por lo tanto demandan soluciones urgentes.

«Cuidar el agua» implica un compromiso serio y una responsabilidad para todos, pero muy especialmente para quienes están en el gobierno, ya que cuentan con las herramientas para actuar rápida y eficazmente.

A las palabras se las lleva el viento, y más aún en épocas de elecciones. «Sólo los hechos dan fe a las palabras», afirma el gastado eslogan. Lastimosamente, hasta ahora sólo escuchamos frases bonitas en boca de señores que en la práctica permiten y por lo tanto son cómplices, del «aguacidio» que se está cometiendo en la provincia de Misiones.

Publicado en Revista Superficie