La Guerra por el agua no es la guerra del futuro. Es la guerra de ahora, junto con la del petróleo y el gas natural; pero -por ahora- no habrá batallas, bombardeos ni invasiones. Habrá, simplemente, concesiones. Es decir que el agua será tratada, por exigencia del Banco Mundial y el Consenso de Washington, como […]
La Guerra por el agua no es la guerra del futuro. Es la guerra de ahora, junto con la del petróleo y el gas natural; pero -por ahora- no habrá batallas, bombardeos ni invasiones.
Habrá, simplemente, concesiones.
Es decir que el agua será tratada, por exigencia del Banco Mundial y el Consenso de Washington, como un comodity más que será vendido a los lugareños.
El Banco Mundial está trabajando objetivamente para las empresas multinacionales y las cifras globales sobre la escasez del líquido son solamente una manera de dramatizar la situación para dar paso a inversores muy concretos.
El Banco Mundial, ha defendido permanentemente la tesis que la forma de aumentar la disponibilidad de agua, es tratándola como un producto más del suelo y del subsuelo, que como el cobre, el oro y el petróleo, debe ser explorado y desarrollado por «capitales privados» que tengan el aliciente de la «ganancia» para animarse a invertir.
En un spot publicitario que se pasa por el cable, el Banco Mundial toma el rostro y la voz de algunos niños y niñas, que inocentemente anuncian que el sueño de dicha institución es un mundo sin pobreza. Pero cuando están despiertos, los del Banco Mundial, que son siempre mucho mayores y recorridos que los de la propaganda, promueven las privatizaciones, a lo largo y ancho del mundo.
Otro sueño propagandístico del Banco Mundial es que todos los habitantes de la Tierra logren acceso al agua limpia, para mejorar su calidad de vida.
Pero cuando están despiertos, los del Banco Mundial están más preocupado en las transnacionales que van a comprar en las subastas de los servicios nacionales de agua, que en ayudar a cambiar el desbalance mundial en la distribución de este vital recurso e impulsar políticas públicas y participaciones del sector privado para llegar a los que no son atendidos.
Actualmente un habitante del sur consume un promedio de 20 litros de agua por día. Un estadounidense supera los 600 litros.
Lo mismo puede decirse del trato de prensa. La moda actual es que el Banco Mundial y sus sucedáneos inviertan en prensa. ¿Y cuál es el problema? Que tenemos una prensa que aparenta una sinceridad privatista, pero que suele recibir un pago importante por el ejercicio de esa sinceridad.
Pese al estrepitoso fracaso de las funciones que deberían haber cumplido las privatizadas según la propaganda mediática que lanzaron en los 90 los defensores a ultranza de la entrega de las empresas estatales a capitales privados multinacionales; una innegable campaña y costosa campaña ideológica está echada a andar por los medios de comunicación, a favor de sostener el sistema de privatizaciones llevado a la práctica por el peronismo en esa década.
Ahora, Kirchner critica con cierta tardía y electoral «dureza» los desplantes de Suez y, pese a conocer los estremecedores datos de las políticas de las privatizadas y el Banco Mundial, responde como el eco de las campañas en defensa del sistema privatizador de los 90, repitiendo hasta el cansancio que no es estatista
¿Para qué el discurso crítico a la compañía, si tropezaremos de nuevo con la misma piedra?
En Manila, Filipinas, la firma Suez se retiró, dejando tras de sí una epidemia de gastroenteritis que afectó a más de 700 personas; entre ellas, 7 muertos. Las tarifas habían aumentado el 500%, representando el 10% de los ingresos de una familia tipo.
En todo el mundo estas empresas han provocado desastres y contaminación: En Francia, debido a la lucha de los usuarios rebelados por el abuso de los aumentos de tarifas y el incumplimiento, han terminado rescindiendo contratos de las compañías privadas y regresan a la gestión pública del servicio.
Entonces, ¿cómo se puede dar como solución quien no tiene capacidad de hacerlo?
Una sola explicación cabe aquí, y es que el Banco Mundial está trabajando objetivamente para estas empresas y que las cifras globales sobre la escasez del líquido son solamente una manera de dramatizar la situación para dar paso a inversores muy concretos.
Parece que el sueño del Banco Mundial cuando asume su cara adulta, es que estas empresas se apoderen de lo que puedan hacer suyo dentro del mercado de agua del mundo y que desde allí puedan ensancharse y con las ganancias de un lugar abrir nuevos negocios en otros, o convencer a inversionistas de otros sectores a entrar en este pleito.
Un detalle: Según el grupo Clarín, la composición accionaria de Aguas se reparte entre Suez 39,9 por ciento; Aguas de Barcelona 25 por ciento; los empleados, a través del Programa de Propiedad Participada (PPP) 10 por ciento; Banco Galicia 8 por ciento; Vivendi Universal 7,6 por ciento; Corporación Financiera Internacional 5 por ciento; y Anglian Water Limited 4,5 por ciento.
En realidad estos números no son exactos, ya que hay un 5% que pertenece al propio Banco Mundial
Mientras se discute el reparto del botín que el gobierno de Kirchner les va a asegurar que se reparta, la gente en Quilmes vive con la mierda hasta las rodillas adentro de sus casas cada vez que hay sudestada. Si bien esto no es nuevo, con la suba de las napas freáticas debido a la eliminación de la extracción por bombas de agua y la falta de obras cloacales, el problema se ha agudizado.
Estos problemas habían comenzado a aparecer hace alrededor de 12 años, pero los medios televisivos, gráficos y radiales se han encargado, cuando la población denunciaba todos los incumplimientos de la empresa, en vez de levantar dichas denuncias, taparlas con avisos pagos por Aguas Argentinas.
Aguas Argentinas invirtió en esta publicidad en los medios para callar las denuncias y protestas, 28 millones de dólares en los 12 años.
La empresa no realizó ninguna obra de infraestructura cloacal; no realizo los estudios de rebalanceo hídrico a causa del cambio del sistema de extracción, ni estudios de impacto ambiental. Y los sucesivos gobiernos, desde Menem hasta Kirchner, lo único que hicieron fue tapar y subsidiar las deudas que contraía.
Para el Banco Mundial, «el objetivo que se busca es la preservación del agua de la contaminación y el desarrollo sustentable», pero en realidad esa «preservación» lo que esconde es una privatización, ya que cada vez que el Banco Mundial implementa este tipo de proyectos, los recursos no pueden ser usados por quienes habitan en la región o país, y son entregados a empresas monopólicas y multinacionales.
Para el Banco Mundial y los países del primer mundo, el agua es una mercancía más sujeta a las leyes de la oferta y la demanda del mercado.
«En el Foro Mundial del Agua celebrado en La Haya, Holanda, en el año 2000, la Organización de las Naciones Unidad (ONU), en comunión con el Banco Mundial y las compañías de agua, se opusieron a que el acceso al agua fuera inscripto en la declaración final como un derecho humano, afirmando que se trata «solamente» de una necesidad vital y no de un derecho».
Entonces, de acuerdo a la actual tesitura, el agua nunca será nuestra, a no ser que salgamos a luchar por ella como lo han hecho nuestros hermanos bolivianos, volteando cuanto gobierno quiera entregar el vital recurso.