Hoy que los gobernantes hacen discursos por la soberanía en abstracto con motivo del centenario de la invasión de Estados Unidos al puerto de Veracruz, y juegos retóricos para eludir la entrega de la plaza sin combatir por el Ejército al mando del general Gustavo Maass y, en contrapartida, la resistencia popular durante la ocupación […]
Hoy que los gobernantes hacen discursos por la soberanía en abstracto con motivo del centenario de la invasión de Estados Unidos al puerto de Veracruz, y juegos retóricos para eludir la entrega de la plaza sin combatir por el Ejército al mando del general Gustavo Maass y, en contrapartida, la resistencia popular durante la ocupación de seis meses, resulta oportuno ocuparse de una de las formas que usa el imperio para mantener subordinado a México.
La Unidad de Evaluación y Control de la Cámara de Diputados entregó un reporte a la Auditoría Superior de la Federación para analizar el informe de la Cuenta Pública 2012, en el que advierte que la dependencia alimentaria del país aumentó «de manera alarmante», derivada del «abandono gubernamental». Es una política deliberada desde 1982, pero inalterable con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
También contempla la desarticulación de la agricultura con la industria, mala calidad y bajo rendimiento de la tierra, baja productividad en varios cultivos, niveles bajos de capitalización física y humana, caída drástica en la inversión pública, carencia de infraestructura y tecnología, y falta de créditos, entre otras causas.
La importación de básicos cubre el 45 por ciento de lo que consumen los mexicanos, debido al abandono gubernamental del agro y el control por las trasnacionales del mercado de las semillas y los alimentos, mismas que desplazaron a las unidades familiares de producción, no rentables para la banca extranjera oligopólica.
La dependencia alimentaria mexicana respecto de Estados Unidos llegó a niveles que hace tiempo superaron el límite recomendado por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, que es de 25 por ciento. La compra de alimentos básicos en el extranjero cubre 45 por ciento de lo que consumen los mexicanos.
Para la UEC de San Lázaro, según información de Enrique Méndez, las importaciones de productos agropecuarios crecieron casi cinco veces, al pasar de 2 mil 726.7 millones de dólares en 1993, en el sexenio de Carlos Salinas (el que juró llevar a México al primer mundo, pero sólo lo logró para familiares y socios), a 13 mil 231.4 millones de dólares en 2012, con Felipe Calderón.
Los casos del maíz y el frijol «son preocupantes» para la UEC, pues el valor de las importaciones creció 43 y 52 veces, respectivamente, en el mismo periodo. El arroz se elevó más de cinco veces; el de la soya, casi cuatro, y el del trigo, más de seis. Por supuesto que la dependencia en estos productos aumentó notablemente.
A lo anterior es preciso agregar que las divisas provenientes de las exportaciones son del todo insuficientes para financiar las compras de productos agropecuarios que permitan complementar la insuficiente producción interna y garantizar el abasto del mercado azteca.
El reporte menciona que los aumentos en los precios de los alimentos incrementaron la pobreza alimentaria y ello generó erosiones en la seguridad alimentaria, porque se deterioró el poder adquisitivo de los ingresos. La población vulnerable por ingresos, que no tiene carencias sociales, pero su ingreso es inferior a la línea de bienestar, aumentó de 6.7 millones de personas en 2010, a 7.2 millones en 2012.
En diciembre de 2012, otros 27.4 millones de personas sufrieron inseguridad alimentaria, definición que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social utiliza para explicar que las personas no cuentan con comida suficiente para una vida activa y sana; de ese universo, 16 millones sufrieron inseguridad alimentaria y 11.4 millones inseguridad alimentaria severa, miseria pues.
Fuente original: www.forumenlinea.com