Recomiendo:
0

Al final la culpa la tenemos nosotros

Fuentes: Rebelión

Asombra como te presionan para que te definas por la «derecha golpista» o por el » gobierno popular». Cierto, sería demasiado arriesgado decir «izquierda» . Ahora la definición es el campo o la «señora». Asombra por su repetición, porque sufrimos las mismas presiones cuando las elecciones a jefe de gobierno de Buenos Aires. Nos repetían […]

Asombra como te presionan para que te definas por la «derecha golpista» o por el » gobierno popular». Cierto, sería demasiado arriesgado decir «izquierda» . Ahora la definición es el campo o la «señora». Asombra por su repetición, porque sufrimos las mismas presiones cuando las elecciones a jefe de gobierno de Buenos Aires. Nos repetían que el que no se alineara con Filmus iba a ser el responsable prácticamente de la victoria macrista, y tuvimos intensas discusiones, pese a que nos habíamos hartado de denunciar que la práctica política y la gestión de gobierno de ese progresismo trucho era quien había alfombrado el camino para la victoria de la derecha desembozada. Pero el eje de la culpabilidad éramos nosotros si no acompañábamos eso que habíamos denunciado. Entonces dijimos «con Macri ni a la esquina» y salvamos cualquier posición dura que de una u otra forma nos hubiese dividido. Hoy se repite la historia y vuelven las viejas discusiones pero ahora es más complicado porque este gobierno tiene un estado difuso en tantas áreas que muchos compañeros creen que se puede profundizar la faceta progresista que perciben en el mismo.

Y escuchamos repiquetear que por un lado están los privilegiados y por el otro la lucha contra esos privilegios. Ahora bien, hay múltiples casos que nos permiten dilucidar si esto es así o es una falacia más de este equipo de gobierno.

Muchas cuestiones de fondo nos hace aseverar que este gobierno defiende como siempre y, a veces, mejor que antes los privilegios de esta sociedad capitalista, tiran migajas a los excluidos, traicionan al lenguaje y dicen algo para hacer todo lo contrario, se rodean de lo peor y reflotan un partido ( ? ) que hace un buen tiempo lo único que hacía era macartear, empobrecer y consolidar la riqueza de empresarios amigos, sindicalistas vergonzantes y multinacionales. Y que como hemos opinado varias veces es un conjunto de tribus unidas por la chequera gobernante.

El último ejemplo de negociado e indiferencia al trabajador que viaja diariamente en condiciones infrahumanas es ese tren bala, rápido para unos pocos, el apoyo sin fisuras a Cristóbal López y sus patotas en el conflicto del casino, la intervención y la persecución de los compañeros del Indec (Instituto de Estadísticas) para brindar guarismos en los cuales no creen ni ellos mismos, el dejar caer a los hospitales a un estado deplorable sin invertir en ellos, que representan el cuidado de la salud popular, y sin preocuparle la misma.

Pero pese a lo anterior … ¿por qué tanto compañero insiste en lo nacional y popular del gobierno kirchnerista antes y de Fernández ahora?

Lógicamente, están en contra de que no se protejan los recursos minerales, el petróleo y la energía que se depreda sin ninguna atisbo de protección, de que continúe la política neoliberal en muchos sectores estratégicos de la economía, de que el gatillo fácil continúe… pero entonces ¿que es lo que defienden de este gobierno que se dice nacional y popular?

Un gobierno que supo descifrar lo del 2001 y no se creyó el cuento de que la defensa de los Derechos Humanos era cuestión de pocos sectores y no importaba a nadie más, tomó parte de esas banderas y llevarlas adelante políticamente le sirvió para cooptar a gran parte de los organismos defensores de esos derechos y le dio plafond para hoy seguir ignorando el de millones de compatriotas que carecen de ellos. Ya los organismos de Derechos Humanos no actuaron de conjunto ante este elenco gobernante. Incluso las Madres de Plaza de Mayo abandonaron esa autonomía ante los partidos políticos y brindaron su apoyo sin tapujos.

Pero millones de integrantes de nuestro pueblo siguen careciendo de derechos humanos elementales.

¿O una de nuestras consignas centrales no es acaso «ni un pibe menos, el hambre es un crimen» Y si el hambre es un crimen, hay criminales. Y la responsabilidad principal de terminar con ese desastre presente que generará un futuro de ausentes, sin duda alguna es de quien ejerce la gestión gubernamental.

Repetimos continuamente y es otro de nuestros ejes centrales «asignación universal para los jóvenes y los mayores» y afirmamos que solamente con esa medida terminamos con la indigencia… solo tomando esa decisión. Pero se ignora, se hace oídos sordos a las voces de alerta ante esta emergencia y continuamente se declama que disponemos de 50.000 millones de dólares en las arcas de gobierno. ¿Qué pasará por la cabeza de aquellos que tienen hambre y frío cuando escuchan dichos logros económicos?

Un simple razonamiento nos hace deducir que si en momentos de esplendor económico no distribuimos riqueza, ¿acaso vamos a hacerlo cuando sobrevenga una nueva crisis?

Este gobierno proteje y ampara, incentiva incluso, la sojización del país, donde han sido socios cobrando jugosos dividendos, que no han ido, NO, a hospitales y caminos, a vivienda y educación, no ha ido a terminar con la indigencia o la pobreza, ni a lograr que nuestros mayores cobren jubilaciones dignas, ni ha atendido los reclamos, compartidos en muchas movilizaciones, que reclamaba poner coto a estos privilegios y a sus beneficiarios. Nunca interesó atender esos reclamos ni terminar con el despojo (que aun hoy continúa) de los pueblos originarios, o atender las justas exigencias de los movimientos campesinos.

Ahora resulta que por el miedo al que vendrá hay que aplaudir y respaldar al que nos engaña continuamente, al que timorato, (o coherente con su actuación real) se ha negado a otorgar la personería jurídica a la CTA (Central de los Trabajadores de la Argentina) pero ha mantenido a rajatabla la alianza con lo peor del sindicalismo argentino, llámese Moyano, Andrés Rodríguez o Caló, gremialistas devenidos en empresarios de una CGT nada creíble. Gobierno que se ha opuesto electoralmente incluso a sectores progresistas, de centro izquierda, como Binner en Santa Fé o Sabatella en Morón.

Este gobierno «popular» que mantiene cercado con vallas el Congreso y enrejó la Casa Rosada, el mismo que le pagó toda la deuda al FMI y tocó alegremente la campanita en Wall Street, el que sigue manteniendo una deuda externa de casi 180.000 millones de dólares, sin atender la posibilidad de pelear de una buena vez por una auditoría de la misma o apoyarse en fallos judiciales basados en la investigación de Olmos que permitirían detener esa sangría, que sin duda alguna, termina menoscabando los Derechos Humanos de millones de argentinos.

Jorge Julio López continúa desaparecido, las amenazas de los grupos operativos siguen creciendo, a la compañera María del Carmen Verdú de Correpi, entre otros, incluso el secuestro amenazante de Pablo Micheli, secretario general de ATE (Asociación de Trabajadores del Estado).

No se han unificado causas para evitar que cada testigo tenga que declarar una y otra vez, recordando hechos terribles y exponiéndose continuamente. Y estamos hablando del campo donde mejor se ha movido este gobierno.

Dicen que nadie puede pasar 90 días sin trabajar. Se nota que no conocen el drama de la desocupación, la angustia del hambre, porque hay millones que están meses y años sin trabajar , que producto de ese neoliberalismo salvaje se han vuelto pobres estructurales sin posibilidad alguna de inclusión social y solo algunos de ellos dependen del recurso miserable otorgado por un gobierno «popular» que se jacta, repetimos, de tener las arcas repletas de millones de dólares. Esa es la primera deuda social que hay que atender y no hemos sentido discurso alguno que nos diga que parte de ese ahorro vaya a cambiar, no a paliar, a cambiar esta situación. Hay un dicho que grafica muy bien la diferencia entre el que da y el que recibe, «la mano que da siempre está arriba de la mano del que recibe».

Dejemos de seguir la zanahoria, hemos pasado por engaños diversos, hemos crecido, estamos algo más desconfiados y curtidos de cicatrices.

Aprovechemos esta ocasión donde hasta Alberto Fernández, hoy Jefe de Gabinete, otrora compañero de ruta de Cavallo (impulsor si los hubo de este modelo neoliberal), habla de redistribuir riqueza, de eliminar la pobreza que genera tanta exclusión… exijamos a esos tantos que jamás hablaron de los que menos tienen y hoy se llenan la boca como si fuesen sus mensajeros.

¡Obliguémoslos a cumplir lo que su lengua irrefrenable nos dice a todas horas! Que la traición del lenguaje se les vuelva compromiso ineludible.

Treinta hospitales si, pero también arreglar los que tenemos, sueldos dignos para todos los trabajadores que hacen que pese a su decadencia sigan funcionando, caminos pero también trenes para todos como alternativa válida, correcta e indispensable para revivir a ciudades del interior de nuestro país, donde las vías era la sangre que permitía la circulación y la vida.

Y mucha vivienda, generadora de trabajo genuino, multiplicadora de industria y oficios nacionales, derecho constitucional siempre obviado.

Y que ello no dependa de una recaudación que quizás nunca se recaude.

¡Qué bueno sería que la movilización popular, que la organización de los que menos tienen, que la dignidad de los nadies, se viera acrecentada a pesar de un gobierno que tiene tantos agujeros negros en su quehacer cotidiano!

¡Qué bueno sería que los De Vido, los Aníbal Fernández, los Cavallieri y Pedraza, los Alberto Fernández, y tantos más que rodean a este gobierno autodenominado «nacional y popular» se muestren sin tapujos en la vereda de enfrente donde siempre estuvieron, y se desprendan de esa careta progresista que aporta tanto al engaño de la multitud!

Estamos de acuerdo con las retenciones, estamos de acuerdo con un Estado presente e interviniendo, actuando. ¡Cómo no estarlo! Durante años nos engañaron con un Dios mercado que daba premios y castigos, y era cierto que los daba, pero siempre los castigos fueron para las mayorías y los premios para unos pocos amigos y entenados, para multinacionales ávidas de lucro porque ese es su cometido primordial.

Por ello, el destino de las tan declamadas retenciones no puede ser la caja de gobierno, sino la distribución, la generación de condiciones adecuadas de vida que reporten a jubilaciones y salarios dignos. Y que se implementen en otros sectores como el minero, petrolero y pesquero, e incluso en un sector, que oh paradoja, sigue inmune, el sector financiero.

Pero si algo demuestra, nuevamente, esta coyuntura histórica, es que el campo popular sigue sin tener la referencia de ninguna dirección política, sigue huérfana en esa construcción y mientras no seamos capaces de elaborarla, la salida siempre va a ser por derecha, porque como decía Borges, «siempre se puede estar peor». La construcción de esa alternativa debe ser la prioridad absoluta en todas aquellas organizaciones e integrantes de un campo popular disgregado y atomizado que sabe de su necesidad pero aún no encontró la clave común que les permita soñar un futuro semejante pese a la diversidad de sus planteos.

En fin, estamos grandes para seguir creyendo en los reyes magos.

¿Saben qué? los reyes no existen y sin organización popular detrás no hay mago que nos salve.