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Algunas notas sobre Bolivia

Fuentes: www.revistapueblos.org

Para entender la situación actual de Bolivia y comprender todas las claves de su proceso, como para cualquier país del continente americano, será importante tener presente la historia de los últimos quinientos años. Sin embargo, no tiene cabida en este documento hacer un repaso pormenorizado de esos años; simplemente señalar que este país vivió prácticamente […]

Para entender la situación actual de Bolivia y comprender todas las claves de su proceso, como para cualquier país del continente americano, será importante tener presente la historia de los últimos quinientos años. Sin embargo, no tiene cabida en este documento hacer un repaso pormenorizado de esos años; simplemente señalar que este país vivió prácticamente el mismo proceso de colonia y de independencia que el resto de los estados de ese continente bajo dominación española.

Interesa, acercándonos bastante más a nuestra época, saber que el racismo contra la mayoritaria población indígena del país (34 pueblos y más o menos el 63%) por parte de las élites políticas y económicas, ha sido una constante de la vida republicana hasta prácticamente nuestros días. Igualmente, ese poder económico y político ha estado hasta muy recientemente (18 de diciembre de 2006) en muy pocas manos y partidos políticos, quienes se han ido alternando en el poder en las dos últimas décadas, sin alterar el orden político y social establecido.

Por citar algunos elementos destacables de las últimas décadas, podríamos señalar la revolución de 1952 que trajo consigo una importante reforma agraria, concentrada en las tierras altiplánicas (casi la mitad del país). Otro rasgo caracterizador es la importancia en la explotación del estaño, base de la economía durante mucho tiempo y origen, a su vez, de fuerza de la Central Obrera Boliviana (COB), quien supuso uno de los movimientos obreros más fuertes del continente hasta prácticamente los años 80 del siglo XX. En estos años, el mercado mundial y los procesos iniciales de la globalización económica, marcan el nulo interés en la explotación de este metal, lo que supone el cierre de las minas y el desempleo para millares de familias. Para esos años, y hasta muy recientemente, la otra mitad del país, la parte amazónica, era la parte desconocida en su sentido casi literal. Esta área era habitada por pueblos indígenas muy minoritarios y dispersos por el territorio, cuya base de vida era principalmente la caza y recolección, salvo espacios y pueblos muy puntuales. Precisamente el cierre de las minas de estaño y la política de colonización que procura el Estado como opción para el sector minero, lleva consigo un proceso de colonización de muchas de estas zonas.

Es interesante este proceso, pues años después aquí tendrá su base de fortalecimiento, en gran medida, la Confederación Sindical de Colonizadores de Bolivia (CSCB), especialmente en el área del trópico cochabambino, y cuya base de subsistencia se conformará, ante la inexistencia de otras opciones, en el cultivo de la coca. La defensa de esta planta traerá consigo una de las luchas más organizadas de los nuevos movimientos que se van estructurando en los años 90 del siglo XX, como respuesta a las políticas impuestas por EE UU para la erradicación de la hoja de coca en su lucha contra el narcotráfico. De aquí, igualmente, se originará lo que posteriormente será el Movimiento Al Socialismo (MAS), partido hoy en el poder.

En este repaso rápido de elementos definitorios de la situación de Bolivia hoy, señalar que en el área altiplánica, principalmente, se forma la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), con importante base agrarista y sindical. Tanto de esta Confederación como de la anterior, una característica inicial es precisamente esa base sindical, incluso de lucha de clases en sus inicios, aunque son organizaciones formadas, casi en su totalidad, por población quechua y aymara (principales pueblos de Bolivia, con varios millones de personas).

En años posteriores, y con planteamientos muy comunes, se forma la Federación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia – Bartolina Sisa (FNMCIOB-BS) que inspira su nombre en una de las mujeres protagonistas de uno de los muchos levantamientos indígenas contra la colonia española. Las «Bartolinas», como a veces se las denomina, están hoy muy activas en el país y en movimientos internacionales como Vía Campesina.

En los años 90 del siglo pasado y, en gran medida, como una escisión de la CSUTCB, se forma el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qollasuyo (CONAMAQ). Esta organización, como su nombre indica ya, se desliga de la corriente sindical dominante hasta esos años y se conforma como una instancia donde la reivindicación claramente indígena (quechua y aymara) es su característica principal, reivindicando el derecho a los «usos y costumbres», como sistema organizativo y normativo propio, y el derecho a la estructuración del territorio con base en los ayllus y markas, estructura que la reforma agraria de 1952 había destruido en gran medida.

La quinta gran organización del panorama boliviano es la Confederación de los Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), la que se forma en todo el área amazónica y que hoy tiene presencia en siete de los nueve departamentos del país. La CIDOB es claramente una organización indígena, alejada de planteamientos sindicales o de clase y encuadrada en lo que se puede denominar como corriente indígena del continente americano, donde los derechos de los pueblos indígenas, el derecho a la tierra y el territorio, etc. son su base identitaria como organización.

Por supuesto, además de estas organizaciones, en los últimos años hay otro número importante de organizaciones que actúan en el medio urbano y rural, desde organizaciones guerrilleras hasta instancias vecinales (Federación de Juntas Vecinales – FEJUVE, en la ciudad de El Alto) y de otro orden.

La parte más política, en su sentido más tradicional, como señalábamos antes, está conformada por una serie de partidos que desde la revolución de 1952 van naciendo y constituyéndose en alternancias en el poder, desde la socialdemocracia (Movimiento de Izquierda Revolucionaria – MIR) hasta la derecha (Movimiento Nacional Revolucionario – MNR, heredero de la revolución, Nueva Fuerza Republicana – NFR), y coaliciones electorales en función de intereses de la oligarquía por no perder el poder (PODEMOS, en las últimas elecciones). Todo esto, sin olvidar que hasta 1984, Bolivia tenía el record de golpes de Estado del continente, llegando a tener más que años de vida republicana.

Los últimos años

En los últimos años Bolivia ha ido ganando un espacio cada vez mayor en el plano internacional, principalmente por los diferentes levantamientos protagonizados por los movimientos populares que llevaron a la expulsión del poder a dos presidentes (Sánchez de Lozada, en 2003 y Carlos Mesa, en 2005) y, que culminan, en esta fase, con la llegada al poder del MAS, encarnado en la figura del dirigente cocalero Evo Morales. Sin embargo, se puede decir que estos momentos culminantes son la parte más visible de un movimiento que se ha ido estructurando en las dos últimas décadas.

Como señalábamos, la desaparición de la minería del estaño y la crisis de la izquierda tras la caída del llamado bloque socialista, trajo consigo el declive del movimiento minero y de la COB. Así mismo, en el nuevo panorama de la globalización, Bolivia no es más que un proveedor de materias primas, especialmente tras el importante desarrollo de la explotación petrolera y gasística (segundas reservas del continente en esta última materia), que se entrega a las multinacionales del sector. También se desarrolla en el área amazónica el extensionismo en cultivos para el mercado mundial de la caña de azúcar y de la soja.

Otro elemento en esta nueva etapa será la destrucción del territorio amazónico, condenado, además de por la explotación de las materias anteriormente citadas, por la tala indiscriminada de madera y por la creación de enormes extensiones para el ganado vacuno (en Bolivia una cabeza de ganado posee muchas más hectáreas que una persona). La tónica dominante es la de una pocas familias, principalmente afincadas en la ciudad de Santa Cruz (que crece hasta convertirse en el polo de desarrollo económico del país y segunda ciudad) que obtienen prácticamente todos los beneficios derivados y que, consiguientemente, dominarán el panorama no sólo económico, sino también político. Por el contrario, Bolivia se hunde en los índices de desarrollo humano (IDH) y se convierte en el país más pobre de América, rebasado únicamente por Haití.

Paralelamente, las distintas organizaciones sociales, populares, indígenas, van estructurándose y planteando las distintas reivindicaciones de derechos y por un reparto más justo de la riqueza. En los primeros años de la década de los noventa del siglo pasado, las organizaciones indígenas del área amazónica, organizan una marcha a pie hasta La Paz y exigen ya la formación de una Asamblea Constituyente que refunde el país en términos de justicia y derechos para todos/as. La política de sumisión a la llamada lucha contra el narcotráfico de los EE UU exige a los gobiernos bolivianos la criminalización de la sagrada hoja de coca y por lo tanto su erradicación de aquellas zonas donde considera se produce para el tráfico. Esto ocurre de forma muy clara en el área del Chapare, trópico cochabambino, donde la mayoría de las familias son antiguos mineros, desplazados a esta zona tropical, pero que al no tener posibilidad alguna de subsistencia, se dedican a este cultivo. Hemos dicho ya que será aquí precisamente donde se dé uno de los movimientos más fuertes de respuesta, no sólo a esta política, sino a toda la injusta estructura social y económica dominante.

Un polo más de organización se da en la ciudad de El Alto. Nace también al calor de la destrucción de la minería que origina una fuerte emigración del altiplano hacia la capital. Así, desde hace poca más de veinte años, esta ciudad nace de la nada y hoy, con enorme emigración también del campo, se constituye como la tercera ciudad del país, colindante con La Paz. Curiosamente, se dice que esta es la primera ciudad indígena del continente, dado que su población es mayoritariamente aymara y quechua. Aquí se da un fuerte proceso de organización en respuesta a las demandas necesarias para una mejor habitabilidad de la nueva estructura urbana, pero también por la importante incidencia de los anteriores movimientos organizativos mineros, en respuesta a la cada vez más grave situación del país.

Si bien a lo largo de los años 90 y principios de la primera década del nuevo siglo se van a ir dando diferentes momentos críticos, con marchas a la capital, cierres de carreteras, reivindicaciones y luchas en defensa de la no privatización del agua, etc., será con el gobierno de Sanchez de Lozada y el 2003 cuando la situación llega al límite. Decretos como la Ley de Hidrocarburos, que desmantelan totalmente la empresa estatal y entregan por nada los beneficios de la explotación a las multinacionales y otra serie de actuaciones, llevan al país a una situación explosiva. La reivindicación de la no exportación del petróleo y gas que, además se pretendía exportar a EE UU a través de los puertos chilenos (con quien Bolivia sigue en situación de conflicto por la pérdida de su salida al mar), y la demanda de la Asamblea Constituyente, serán, entre otros, los detonantes de la revuelta conocida como «guerra del gas», en octubre de 2003.

La brutal represión gubernamental (más de 70 muertos) y la respuesta popular que se extiende por todo el país, tiene como consecuencia directa la huida del presidente. El relevo cae en manos del hasta entonces vicepresidente, Carlos Mesa, quién asume la demanda de convocatoria de Asamblea Constituyente y recuperación para el país de los hidrocarburos. Igualmente, los sucesos de octubre, marcarán el declive y desprestigio casi absoluto de los partidos tradicionales.

Carlos Mesa sujeto a muy diversas presiones no hace sino alargar la situación sin procurar ninguna de las salidas demandadas mayoritariamente, a la que ahora se ha sumado la petición de extradición de Sanchez de Lozada (exiliado en Miami) y su procesamiento. La situación sigue agravándose y culminará en el 2005 con la caída del presidente. Ante la total oposición popular y riesgo de guerra civil abierta si asumieran la presidencia el presidente del Congreso, o el del Senado, ambos adscritos a los partidos tradicionales, asume la presidencia el presidente del tribunal Supremo, con el único mandato de convocar elecciones generales en el plazo de seis meses.

Toma del gobierno

Es así como se llega al 18 de diciembre de 2005, cuando se produce la gran sorpresa al alcanzar el MAS la mayoría absoluta (54%). Se esperaba la victoria, pero ni los análisis más optimistas preveían ese porcentaje y sí que se abriera una nueva etapa de incertidumbre al no saber qué mayorías se iban a conformar (peligro de unión de todos los partidos tradicionales) y la respuesta que daría la población.

La victoria se produce incluso en departamentos como el de Santa Cruz (segundo), coto de la oligarquía y donde ésta, controlando los medios de comunicación y con campañas incluso de tintes fascistas, había desarrollado un proceso de demanda de autonomía para éste y otros departamentos. Es necesario aquí clarificar que estos departamentos (área amazónica) son donde se ubican las principales reservas hidrocarburíferas del país, por lo que se entiende que las multinacionales del sector y la propia embajada estadounidense estuviesen encauzando estas demandas.

Las primeras declaraciones del nuevo presidente, respecto a que los pueblos indígenas por fin han llegado al poder, actuaciones como la toma de posesión en las ruinas prehispánicas de Tiahuanacu (antecedente de la cultura incaica y culturas aymaras), la rebaja del salario presidencial y de los nuevos altos cargos de la administración, etc. se imponen como elementos que verdaderamente marcan el cambio. Y entre ellos la promesa de convocatoria inmediata de la Asamblea Constituyente, que se hace realidad al haberse definido ya las fechas previas que establecen esa convocatoria. El sábado 4 de marzo se aprueba en el Congreso la Ley de Convocatoria que establece que el 2 de julio se elegirán los 255 constituyente: 3 por cada una de las 70 circunscripciones electorales (de ellos obligatoriamente una mujer), más 5 por cada uno de los 9 departamentos del país. El 6 de agosto, día de la independencia de Bolivia, se iniciarán las sesiones de la Asamblea Constituyente, la cual se prevé sesionará durante un año, hasta definir la nueva Constitución Política del país, que deberá someterse a referéndum. Las diferentes organizaciones ya están planteando las líneas principales, las propuestas, que debe asumir la nueva Constitución.

Mientras tanto, y respecto a la formación del nuevo gobierno, éste se ha constituido principalmente por personas provenientes de diferentes sectores populares, intelectuales, independientes y de las propias Confederaciones Nacionales. Hoy, muchos diputados/as del MAS son dirigentes de las organizaciones y confederaciones y se ha establecido un central trabajo de coordinación con los movimientos populares, quienes se plantean como la base organizativa y demandante del nuevo gobierno. Así mismo, se camina hacia el control de los hidrocarburos, la capitalización estatal de los sectores estratégicos, el llamado a «corrupción cero», el establecimiento de la educación bilingüe, la alfabetización en castellano y en lenguas indígenas (ya iniciada en un proceso fijado para 30 meses) y toda otra serie de demandas planteadas en estos años.

En el plano internacional Bolivia se ha alineado claramente en un frente continental antineoliberal, junto con países como Cuba y Venezuela, pero también con otros quizás más moderados en esa oposición como Brasil y Argentina. Sin duda, la victoria en Bolivia se convierte en un elemento que dará fortaleza a otros procesos en el mismo continente, donde se empieza a ver que otras opciones son posibles.

Sin duda, el país pasará por momentos difíciles y quizás no se alcancen todas las demandas, quizás se den situaciones discutibles o quizás, no se avance todo lo rápido que algunos/as quisieran, pero se han abierto las posibilidades que antes no había y como reza el lema electoral del MAS «ahora es cuando», cuando es posible cambiar el injusto sistema político, económico y social imperante en el país desde hace demasiados años.

Algunos datos:

Bolivia:
-  Aproximadamente 9 millones de habitantes
-  90% de las tierras productivas en manos de 200 familias
-  4 millones, con menos de 1$/día
-  86% en sit. de pobreza; de éstos:
-  95% en extrema pobreza
-  90% población indígena