Al llegar Amlo (Andrés Manuel López Obrador) a la mitad de su gobierno de la Cuarta Transformación (4T) el balance no puede ser más contundente: se encuentra empantanado sin posibilidades de salir rápida y exitosamente de tal situación.
De las enormes expectativas que determinaron el extraordinario triunfo del tsunami electoral de julio de 2018 que llevaron a AMLO al Palacio Nacional, los amargos resultados de las elecciones intermedias de este año, con la especial señal de alarma de la derrota crucial en el bastión que durante más de 20 años fue la Ciudad de México para el obradorismo, la segunda mitad de su gobierno no se vislumbra fácil ni mucho menos para AMLO.
Alud de conflictos
La desilusión que en múltiples casos se ha convertido en clara desafección, apatía o franca oposición señalan que los próximos meses serán cruciales para enfrentar la cita que el propio AMLO ha acercado con su torpe decisión de destapar tres años antes de las elecciones de 2024 la carrera abierta por la sucesión presidencial. Hay por lo menos tres claros, fuertes y empeñados precandidatos y precandidata (Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal) a dicha candidatura que ya escenifican pugnas y conflictos interburgueses con saldos confusos y del todo negativos para la estabilidad de su gobierno.
La lista de los conflictos que enfrenta AMLO aumenta y se complica. Precisamente días antes de escribir estas línea estalló un conflicto en uno de los megaproyectos favoritos de su gobierno, la refinería de Dos Bocas en Paraíso, Tabasco, en el cual trabajan 25 mil obreros cuya situación ha sido crudamente expuesta con lo ocurrido el 12 y 13 de octubre en un sector de cinco mil trabajadores adscritos a la compañía ICA Fluor que decidieron hacer un paro con el objetivo de extenderlo hacia los demás sectores para transformarlo en una huelga de los trabajadores de todo el proyecto, fue rápidamente intervenido y aplastado por las fuerzas represivas. Sus protestas ante su situación determinada por bajos salarios, explotación sin pago de horas extra, dominio de los líderes charros que exigen derecho de piso a los trabajadores recibió como respuesta un asalto de tropas represivas en el que intervinieron la Guardia Nacional y policías estatales con la participación activa incluso de elementos de la Marina. En una palabra la 4T no significa ni de lejos un real mejoramiento de las condiciones de trabajo y organización de los trabajadores, a pesar de su jactansioso alarde de un aumento del salario mínimo oficial que es del todo insuficiente ante los males del desempleo masivo, del aumento de la pobreza, de la inflación y demás pesadillas consecuencias de la peor depresión económica en 90 años ocurrida el 2020 que está lejos todavía de superarse.
Pero los conflictos están abiertos en otros frentes. La comunidad de profesores e investigadores de las instituciones de educación superior, cuyos miembros votaron en 2018 abrumadoramente por AMLO, han sido amenazados como delincuentes por la Fiscalía General de la Republica (FGR) basándose en cuentas presupuestarias de altos científicos y funcionarios privilegiados de un foro de expertos adjunto al Conacyt que ameritan transparencia pero que no son de ninguna manera delitos de la delincuencia organizada o sea delitos penales que ameriten, como anunció la autoridad su reclusión en el penal de alta seguridad del altiplano..
Más la cuestión de la reforma de los artículos constitucionales 25, 27 y 28 que norman la industria eléctrica es la que confronta a AMLO a su situación más problemática.
Las reformas constitucionales
Las reformas constitucionales que tiene el objetivo de echar atrás parcialmente la privatización de la industria eléctrica que se inició con el giro neoliberal encabezado por los gobiernos del PRIAN desde los años 80s del siglo pasado, se enfrenta a un complejo frente de poderosas compañías capitalistas nacionales y extranjeros que incluye a una mayoría de éstas: la empresa de los grandes capitalistas como Salinas Pliego (el tercer hombre más rico sw México), Claudio X. González, las grandes empresas como la mexicana Bimbo y la española Iberdrola, las estadounidenses Walmart, Ienova, BlackRock, Femsa (Coca Cola) y muchas más.
Durante más de tres décadas todas estas compañías han hecho negocios con ganancias extraordinarias de miles de millones de pesos. Con la actual ley vigente forjada durante los gobiernos del PRIAN la Comisión Federal de Electricidad (CFE) es ordeñada de la manera más cruda por los grandes capitalistas en deterioro completo de sus finanzas. La ley que AMLO propone al Congreso Legislativo quiere revertir esta situación y permitir que la CFE vuelva a dominar el mercado eléctrico y restringir el dominio de los capitalistas privados mencionados.
Como se aprecia el gobierno de AMLO no pretende ni mucho menos renacionalizar la industria eléctrica, sino que considera que es posible resucitar una suerte de verdadera economía mixta en el sector. Según los portavoces de la CFE la ley propuesta aspira a una transición energética que sea de la responsabilidad de los mexicanos, en especial de los empresarios mexicanos, no de los extranjeros. Considera posible así que al mismo tiempo los grandes negocios que representan estas compañías, muchas extranjeras van a permitir sin resistencia feroz que se les arrebaten ganancias extraordinarias a cambio de que se les deje coexistir con la CFE en la parte minoritaria del mercado. Una utopía.
El sarcasmo de la historia
Pero no se queda allí la cuestión, hay todavía más y mayores incongruencias. Debido a una torpeza colosal del presidente, esperó hasta este mes de octubre para enviar al Congreso de la Unión su proyecto de reformas constitucionales en materia eléctrica. Ahora bien al perder su gobierno en las pasadas elecciones de junio su mayoría calificada de fuerzas necesaria para votarlas en el Congreso de la Unión, AMLO se ha visto obligado por tanto para lograr sus objetivos parlamentarios a recurrir a la colaboración de otros partidos. ¿Y en cual ha puesto el ojo? En el PRI.
Como se sabe las ironías son abundantes en la historia de los países y tienen momentos de gran alcurnia. Pero lo que estamos presenciando en México en estos días rebasa las sutilezas irónicas y cae crudamente en los dominios del sarcasmo: el gobierno del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) pide ayuda a uno de los protagonistas históricos principales de la descomposición que pretende superar.
¿Y el proletariado?
Se supondría que en su afán de colocar a su gobierno como la cuarta transformación histórica de México, AMLO tomara como modelo la histórica gesta de la nacionalización del petróleo emprendida por el gobierno de Cárdenas en 1938 y que tuvo como testigo de excepción al líder bolchevique León Trotsky en esos años exilado en este país. Vanas expectativas. El charrismo está bien firme en el Suterm, el sindicato de la CFE y las promesas obradoristas de campaña de volverlos a reintegrar a la industria hechas a los más de 40 mil trabajadores electricistas del SME que fueron echados al desempleo con motivo de la liquidación de la compañía estatal de Luz y Fuerza ordenada por el presidente Felipe Calderón en 2011, no se han cumplido ni mucho menos. Para el obradorismo el proletariado, la clase obrera no existen como tales. Son meros ciudadanos sin conciencia de clases, sujetos cuando mucho a ser portadores de una tarjeta que les conceda un muy modesto subsidio alimenticio cada mes.
Ciertamente no corresponde a un gobierno de la burguesía mexicana, encabezado por un demagógico líder que cuenta todavía con importantes bases sociales que le dan márgenes de maniobra, realizar las reformas radicales urgentes que se necesitan para superar la profunda crisis socioeconómica que atravesamos. Pero la reorganización de las filas del proletariado mexicano es un proceso que avanza, cada vez con más potencialidades pero todavía sin el ímpetu requerido para enfrentarse al gran desafío de la situación. Pero como hemos apuntado en las líneas precedentes, la situación del país se vislumbra muy compleja y los acontecimientos señalados de los enfrentamientos de los trabajadores de la refinería de Dos Bocas en Tabasco anuncian cambios importantes de sectores claves de la clase obrera mexicana.
Manuel Aguilar Mora, militante de la Liga de Unidad Socialista (LUS), profesor de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), En 1968 integró el Comité de lucha de Filosofía y Letras al lado de José Revueltas. Autor de numerosos libros sobre la historia política y social de México.
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