El pasado 30 y 31 de mayo la agencia estatal ABI informaba sobre la reclusión de algunos activistas anarquistas acusados de la colocación de artefactos explosivos. Se trata sin duda de un tema sensible para las izquierdas, aun más en la actual coyuntura que enfrenta Bolivia y la región. Una de las detenidas en la […]
El pasado 30 y 31 de mayo la agencia estatal ABI informaba sobre la reclusión de algunos activistas anarquistas acusados de la colocación de artefactos explosivos. Se trata sin duda de un tema sensible para las izquierdas, aun más en la actual coyuntura que enfrenta Bolivia y la región. Una de las detenidas en la cárcel femenina de Obrajes es Nina Mansilla, la hija del embajador en México Coco Manto y madre de un niño de 3 años. Se trata de una cantante del grupo punk feminista «Malditas dinamiteras» y está detenida por los atentados dinamiteros contra cajeros automáticos, Burger King, Pollos Copacabana, y otras instituciones públicas y privadas. A su vez se mencionó que este grupo apoyaba la marcha del TIPNIS.
A Nina se la acusa de haber colocado una bomba en un cajero automático en Obrajes en La Paz el 21 de diciembre de 2011, la prueba es un video filmado por el cajero del banco donde se aprecia supuestamente su rostro; la fiscal dice que hubo un peritaje altamente especializado, los defensores de la activista dicen que ese estudio nunca existió.
El tono del artículo de ABI parece propio de otras épocas. Habla de Henry Zegarrundo como el «ideólogo» de la Organización Anarquista por la Revolución Social (OARS), con «conexiones» en varios países de la región. Y quizás sea hora de abandonar las «presentaciones» de los detenidos ante la prensa, y prácticas policiales similares. La imagen de este acto habla de un Estado represivo que toda la vida cuestionamos desde la izquierda.
Pero o más desmesurado es la acusación de terrorismo.En uno de los párrafos se pone al mismo nivel las «armas de fuego» encontradas en los allanamientos con «símbolos, manuscritos, afiches, panfletos con mensajes contrarios al Gobierno, pasamontañas, pelucas y otros objetos que fueron exhibidos ante el juez Guerrero».
La Fiscal Patricia Santos agregó que Zegarrudo -profesor de una unidad educativa- es un peligro para los estudiantes porque en lugar de impartir educación impartía sobre la ideología de la OARS. Pero ese sería en todo caso un problema aparte, y su declaración raya en la criminalización ideológica, además de de un caso de prejuzgamiento.
Uno de los acusados, en prisión domiciliaria (no conozco los motivos del juez para hacer la diferencia), Renatto Vincenti, descalificó a los individualistas-
La OARS señala, por su parte: «Creemos necesario primeramente, sentar bien claro que la O.A.R.S. (Organización Anarquista por la Revolución Social) jamás reivindicó ni jamás reivindicará actos de violencia o terrorismo, pues esta organización social (no célula terrorista) apela a la formación intelectual de la juventud y los trabajadores, apela a trabajar culturalmente y políticamente por una sociedad donde la democracia sea profundizada, en busca de un poder popular en libertad e igualdad para todos».
¿Es sincero? No se…Yo no conozco a estos militantes, y no soy un simpatizante del anaquismo, aunque creo que las ideas libertarias (o más precisamente parte de ellas) son una advertencia insoslayable para los proyectos de izquierda con pretenciones emancipatorias a la luz de la historia del siglo XX. Con todo, parece obvio que quienes colocaron las bombas están políticamente despistados (si el Capitalismo fueran los pollos Copacabana… o un par de cajeros qué fácil sería acabar con él), y con sus acciones de vanguardismo infantil e irresponsable ponen en peligro vidas humanas.»Estamos por todas partes, mientras el capital seguirá difundiéndose por los rincones más profundos del mundo, nosotros lo golpearemos. En efecto, mientras los dueños de empresas multinacionales pueden explotar seres vivos y destruir la naturaleza sin que sus cuerpos estén presentes, nosotros también podemos atacar directamente a sus intereses» -decía un panfleto. Dudo que los capitalistas tiemblen frente a tales amenazas, pero algún transeúnte sí podría caer bajo estas bombitas improvisadas.
Muchos grupos viven de sus mártires, creando una sociabilidad sectaria mesiánica. Y eso tiene poco de libertario.En eso no hay ambigüedades. Pero debería evitarse -desde los gobiernos de izquierda- apelar tan rápidamente a términos como terrorismo y otros caro a la seguridad nacional. Algunos compañeros parecen pronunciar esas palabras con un indisimulable placer de la tortilla dada vuelta. Y eso es un mensaje peligroso hacia policías, fiscales y jueces a los que no les llegó el cambio.