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Andrés Soliz Rada falleció este viernes 2 de septiembre

Andrés y el arte de morderse la lengua

Fuentes: El País (Bolivia)

En los últimos años, Andrés había aprendido a morderse la lengua, y no por ese gesto suyo tan característico sino como ejercicio consciente. Crítico toda su vida, su ojo clínico tenía la habilidad de desnudar las incoherencias del régimen de Evo Morales, pero detestaba que sus intervenciones fueran instrumentalizadas por una derecha caníbal. A sus […]

En los últimos años, Andrés había aprendido a morderse la lengua, y no por ese gesto suyo tan característico sino como ejercicio consciente. Crítico toda su vida, su ojo clínico tenía la habilidad de desnudar las incoherencias del régimen de Evo Morales, pero detestaba que sus intervenciones fueran instrumentalizadas por una derecha caníbal.

A sus 77 años, Andrés Soliz Rada había visto demasiado. Periodista, abogado, historiador, político. Lo escribí docenas de veces, lo vi una sola. Unos minutos en su cuartel general instalado en La Kantuta del Hotel Presidente de su amada La Paz donde llegó puntual y abrigado para tomar su tecito y compartir una charla medio acelerada para mí y menos para él, acostumbrado a utilizar la palabra con precisión y las ideas con lucidez.

Soliz Rada es seguramente el pensador boliviano más calificado del último tercio del siglo XX y espina dorsal de la corriente nacionalista emancipadora que se convirtió en gabinete de Gobierno en 2006 de la mano de Evo Morales. Su valor es la sencillez. Huir de las palabras revueltas, de los pensamientos intrincados. Andrés hablaba desde el amor; el amor a la Patria y a las personas que la habitan. Su lógica aplastante hizo levantar ampollas por donde pasó; por su capacidad de destapar la falacia y la impostura. Desde su tribuna ha fustigado con educada vehemencia todo lo que ha atentado contra Bolivia de una u otra forma; desde los espureos intereses de las ONG en Bolivia, la construcción interesada del Estado Plurinacional indigenista, al ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y todas las operaciones digitadas por las transnacionales en el país. Pudo tener detractores, pero pocos enemigos.

Soliz Rada ha pasado treinta años reflexionando sobre la necesidad de recuperar los recursos naturales de manos de las transnacionales y de la imperiosa prioridad de industrializarlos en Bolivia. Llenó de contenido el partido Conciencia de Patria (Condepa) que pasó a la perpetuidad del imaginario colectivo por su conexión con las raíces cholas bolivianas y el compadre Palenque. En 2003 el Estado quebraba y Soliz Rada pasó de la teoría a la acción.

En 2006 se convertiría en el primer ministro de Hidrocarburos del gabinete de Evo Morales. En cinco meses concretó la anhelada nacionalización de los Hidrocarburos de la que el Gobierno sigue recibiendo regalías políticas. A él le duró apenas cuatro meses más. No dudó en retirarse cuando vio que el «núcleo duro» del Gobierno traicionaba el espíritu de la Ley. Lo de los equilibrios no iba con él.

Nunca reclamó reconocimientos, ni plaquetas, ni títulos. Soliz optó por el silencio calculado siempre en función del beneficio del país. Si alzó la voz cuando vio que los intereses personales se superponían sobre los de la Patria. Soliz habrá escrito más de un millar de artículos de prensa, ensayos, discursos, tesis y un buen número de títulos entre los que destacan «La ideología de la izquierda en Bolivia (2016), «La luz en el túnel» (2013), «El imperio en Bolivia» (2000), «La fortuna del presidente» (1996), «La conciencia enclaustrada» (1994), «El libro del Modelo Endógeno» (1993-Coordinador), «El gas en el destino nacional» (1984), «Gas. Liberación o Dependencia» (1983) y «La caracterización de Bolivia y la contradicción fundamental» (1978) es su obra. Una obra fundamental para entender la Bolivia de hoy, con todas sus tensiones, y que aunque no le han hecho famoso es fácil reconocer sus huellas en casi todos los cambios del país.

Y es que Andrés era uno de esos feos seductores, como Bardem o Serge Gainsbourg, capaz de convencer y rendir al adversario desde la bondad. Aquella tarde una pareja de señoras – señoras de copete reunidas para el pasanaku en una mesa contigua se acercaron para verlo de cerca – Ella dice que es usted el periodista y yo le digo que es el diputado – Soy ambos – respondió con su espléndida sonrisa. Al acabar la charla conmigo no dudó en cambiarse de mesa para compartir alguna idea con las septuagenarias. Cosas de sabios. De incansables servidores.

Andrés pasa este viernes 2 de septiembre de 2016 al Olimpo de los pensadores bolivianos, junto a Montenegro, Almaráz, Zavaleta y Quiroga Santa Cruz con la humildad que siempre le caracterizó, con la corrección con la que se manejó en su vida pública y privada, con la conciencia tranquila de haber servido a Bolivia.

Fuente: http://www.elpaisonline.com/index.php/component/k2/item/227992-andres-y-el-arte-de-morderse-la-lengua