En la noche del pasado sábado 24 en la ciudad de Sucre, la mayoría de los integrantes de la bancada del MAS junto con los representantes del MNR y el MBL -143 constituyentes en total- votaron su proyecto de Constitución Política del Estado para Bolivia. Esto ocurrió luego de que fracasaran mil y una iniciativas […]
En la noche del pasado sábado 24 en la ciudad de Sucre, la mayoría de los integrantes de la bancada del MAS junto con los representantes del MNR y el MBL -143 constituyentes en total- votaron su proyecto de Constitución Política del Estado para Bolivia.
Esto ocurrió luego de que fracasaran mil y una iniciativas fogoneadas por el gobierno de Evo Morales de sacar el nuevo texto constitucional por una vía «pactada»… El último intento lo había encabezado García Linera mediante la conformación de un «Consejo Político» que estuvo reunido a lo largo de semanas sin lograr cerrar acuerdo alguno.
Estalla la vía «pactada»
Ante esta realidad y frente al asedio de estudiantes y parte de la población de Sucre embanderados en el falso reclamo de la capitalidad, el MAS -luego de semanas y semanas de cavilaciones- terminó trasladando la convención a un cuartel y procedió a la votación inmediata del nuevo texto constitucional.
El gobierno de Evo Morales venia temiendo de manera creciente el ver echada por tierra una de sus principales banderas, por las cuales logró el apoyo electoral de una mayoría popular y originaria del país. Hace semanas que se venía hablando de que la constituyente había «fracasado». Pero más importante aún es que, en ese marco, estaba siendo sometido a la creciente presión de los movimientos sociales que reclamaban que la Constituyente no quedara frustrada. Es en estas difíciles condiciones que se terminó tomando esta dura y «unilateral» decisión, echando por la borda casi año y medio de búsqueda de una salida pactada.
Así, Morales y García Linera se vieron obligados a reconocer que toda su política de obtener una nueva Constitución mediante un acuerdo con las oligarquías y la derecha, amenazaba con ser un rutundo fracaso. Colocados en una posición extrema y ante al acercamiento de la fecha de vencimiento de las sesiones (el 14 de diciembre), terminaron haciendo votar su proyecto de Constitución.
Una constitución que no cuestiona el capitalismo boliviano
El texto de la nueva Constitución no ha sido hecho público aún. Sin embargo, es un hecho casi inevitable que el mismo no podría escapar a los límites del reformismo masista. Así, todo indica que se han introducido constitucionalmente una serie de reformas «democráticas», pero sin tocar ni franquear los límites de la propiedad privada; es decir, del capitalismo boliviano.
Sin embargo, esto no significa que desde SOB Bolivia consideremos a la Constitución recientemente votada como «ilegitima», tal cual plantea la derecha oligárquica. Porque es un hecho que el MAS logró -en su momento- una categórica mayoría electoral para sus representantes en la convención. A la vez, hay que dejar sentada una clara delimitación del desconocimiento de la nueva Constitución, por parte de figuras de la oligarquía ultra reaccionaria, como «Tuto» Quiroga (ex vicepresidente del antaño golpista y dictador Hugo Banzer Suárez). «Tuto» ha salido a decir que el texto constitucional tendría «menos valor que un papel higiénico»… Es decir, se trata de un cuestionamiento que, de llevarse adelante de manera consecuente, podría abrir graves alternativas para la unidad nacional de Bolivia.
Sin embargo, aunque desde desde SOB Bolivia no consideramos -digamos- «ilegítimo» el texto constitucional, no quiere decir que lo apoyemos políticamente. Porque si se confirman los límites políticos que casi inevitablemente el texto debe contener, se tratará de una versión reformada pero aún enteramente capitalista de la Constitución del estado boliviano. Y, en ese sentido, claro está, no podrá dar real satisfacción a las necesidades más sentidas de la población explotada y oprimida del país. Esto lo señalamos y decimos con toda claridad. Pero el no dar apoyo político -desde la izquierda- al nuevo texto constitucional, es algo muy distinto que cuestionar su legitimidad, como hacen «Tuto» y la derecha.
A nuestro modo de ver, el nuevo texto Constitucional se haría -por así decirlo- «legítimamente ilegitimo», no de la mano del rechazo de la derecha recalcitrante, sino como subproducto de la experiencia que la población trabajadora y originaria vaya haciendo con los límites capitalistas de la misma.
Por la independencia política de los explotados y oprimidos
En estas condiciones, los recientes y graves desarrollos políticos ha puesto una vez más sobre el tapete las dramáticas tensiones que afectan la unidad nacional de Bolivia. Se trata de la eventualidad de una división entre «campos» donde, de un lado, aparecen las oligarquías «cívicas» del Oriente y los partidos de la derecha; y del otro, el gobierno de Morales, que cuenta hoy por hoy con el apoyo popular.
Sin embargo, esto no quiere decir que el gobierno de Morales sea -como habitualmente se cree- el representante de los reales intereses obreros, campesinos y populares. Está claro que se trata de un gobierno que está implementando -la más de las veces con enorme tibieza- una serie de reformas democráticas y sociales; pero sin embargo, en la medida que no ha dado ningún paso que afecte de fondo, estructuralmente, el carácter capitalista del país, de ninguna manera es capaz de resolver de manera consecuente las demandas populares.
En un eventual enfrentamiento civil -alrededor de la unidad del país- entre la oligarquía de la Media Luna y el gobierno de Morales, los socialistas revolucionarios nos ubicaremos del lado de la trinchera «física» del gobierno electo constitucionalmente. Pero esto, en ningún caso, podría significar el apoyo político a un gobierno que no por eso deja de ser -en el fondo- una variante de izquierda de gobierno reformista y capitalista. Y por esto mismo, una dirección completamente inconsecuente y timorata para esta lucha que podría abrirse.
En las condiciones anteriores, y como parte de la pelea por abrir la vía a una Bolivia realmente Socialista, Obrera, Originaria y Popular, las organizaciones obreras y populares como la COB, la CSUTCB, los mineros de la FSTMB, etc., deberían afirmar su independencia política de cualquier campo patronal por más «izquierdista que se presente», en la vía en pie una verdadera alternativa de lucha, organización y poder, ya que de alguna manera comienza a superarse la experiencia de la Constituyente.
Es significa, concretamente ir dando pasos hacia la conformación de una Asamblea de Trabajadores, Nacional, Popular y Originaria, como la que se comenzó a ensayar cuando las jornadas de mayo y junio del 2005.