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El desarrollo de la contrainsurgencia y la guerra sucia en México

Antecedentes del narco-paramilitarismo (III)

Fuentes: Rebelión

Continuación sobre algunas de las características de la insurgencia del siglo pasado y la represión por parte del Estado. En la década de los sesenta, los movimientos obreros y campesinos se encontraron controlados, sometidos y reprimidos por el gobierno mexicano que, desde Miguel Alemán, hasta López Portillo, se caracterizaron por aplicar distintas políticas económicas que […]

Continuación sobre algunas de las características de la insurgencia del siglo pasado y la represión por parte del Estado.

En la década de los sesenta, los movimientos obreros y campesinos se encontraron controlados, sometidos y reprimidos por el gobierno mexicano que, desde Miguel Alemán, hasta López Portillo, se caracterizaron por aplicar distintas políticas económicas que beneficiaron en esencia al desarrollo industrial nacional, en complicidad con los intereses de la cúpula empresarial estadounidense.

Campeando la retórica revolucionaria frente a la inexistencia del reparto agrario, se ocasiono que millones de campesinos se encontraran en pobreza extrema, a la vez que decenas de familias acaparan las mejores tierras en cada estado. Tan solo con Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), diez mil propietarios poseían 80 millones de hectáreas, equivalentes a 38% de la superficie nacional. Mientras que, dos millones de ejidatarios tenían en conjunto 40 millones de hectáreas.

En el caso de Chihuahua, estado donde se daría el primer levantamiento armado, 300 personas poseían la tercera parte de las áreas de riego, unos seis u ocho millones de hectáreas, correspondientes a más de la cuarta parte de los 24.5 millones de hectáreas del territorio estatal. 100 mil ejidatarios tenían legalmente 4.5 millones de hectáreas. Y 50 mil hombres no tenían tierra.

Llevándose así a la descapitalización del campo, y ante las muestras de inconformidad expresadas a partir de luchas electorales o armadas, por parte de sectores campesinos o urbanos, el gobierno los acuso de agitadores, subversivos y traidores a la patria. Lo cual estaría unido a la represión desatada por policías judiciales, militares y guardias blancas, que en conjunto se dedicaron a proteger la propiedad y la vida de los grandes caciques y terratenientes.

Volviéndose así caso común, la quema de ranchos, los asesinatos, las acusaciones de despojo y el encarcelamiento contra campesinos que eran poseedores de títulos legítimos de sus parcelas. Ejemplo de tales hechos lo dará la compañía Bosques de Chihuahua, que demandó a dos campesinos por «haber invadido» Los Aguajes y El Durazno, predios donde los acusados habían vivido durante 40 años. Además de que dicha compañía contaba con sus guardias privadas conocidas como «hombres de paja», que asolaban a los campesinos1.

Más aun, bajo tal tesitura, serían dos escuelas normales rurales en particular, las que, asentadas en el estado de Chiuhuahua, tuvieron que soportar la ira del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien desató una campaña militar en la región: la Abraham González, ubicada en Salaices; y la Ricardo Flores Magón, en Saucillo.

La primera, para varones, sufriría los primeros embates gubernamentales y no concluiría la década. Sería cerrada junto con casi dos decenas de escuelas más en todo el país. La segunda, para mujeres, sigue vigente hasta el día de hoy y es integrante de las 16 escuelas hermanas de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM).

Sin ser dato menor, el hecho de que, actualmente las alumnas de esta escuela encabezan en Chihuahua las movilizaciones estudiantiles que demandan la presentación con vida de los 43 alumnos detenidos-desaparecidos de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, Guerrero2.

De suerte que, después de las manifestaciones rurales de inconformidad que cobraron visibilidad y trascendencia con Rubén Jaramillo y Florencio Medrano Mederos, (el Güero Medrano). Y después de la primera respuesta ante los atropellos cometidos contra los campesinos de Chihuahua, bajo la organización de una delegación estatal en Chihuahua, de la Unión General Obrera Campesina de México (UGOCM).

Se presentará el 23 de septiembre de 1965, a partir del asalto al Cuartel Madera, la guerrilla rural encabezada por Arturo Gámiz y Pablo Gómez. Mismos que instaurarán la tradición guerrillera socialista, dando origen a una nueva etapa de la lucha armada revolucionaria.

Proponiéndose los nuevos guerrilleros la construcción del socialismo en México como objetivo final, se formará con ellos los vestigios de los movimientos socialistas contemporáneos y el uso de la guerra de guerrillas como una herramienta más de la lucha del pueblo mexicano.

Arturo Gámiz García.

Arturo Gámiz, nació en el pueblo de Suchil estado de Durango, el 28 de febrero de 1940. Fue hijo del señor Emilio Gámiz Fernández y la señora Elodia García. Siendo Arturo el mayor de cinco hermanos, enseguida de él nacieron: Emilio el 19 de mayo de 1945, luego Dolores , Jacobo y Amalia que fue la más chica.

A principios de la década de 1950, el señor Emilio Gámiz decide emigrar con su familia al estado de Chihuahua, radicándose originalmente en el pueblo Flores Magón. Una vez en Chihuahua, trabajará como obrero en la fábrica de Celulosa de Chihuahua S. A., procesadora de madera, ubicada en Anáhuac.

Su hijo, Arturo Gámiz, iniciará la educación primaria en la Escuela Federal de Súchil. Cuando concluye la primaria es enviado a la ciudad de México, al Instituto Politécnico Nacional, donde estudiaban dos familiares de don Emilio: el joven Salvador Gámiz Fernández y Miguel Ángel Gámiz Rodríguez.

En aquellos años el Instituto Politécnico Nacional ofrecía estudios en tres niveles, desde secundaria, que de acuerdo al sistema de educación técnica se denominaba Prevocacional, la Preparatoria que se denominaba Vocacional y diversas escuelas superiores. No se cobraban colegiaturas y en años anteriores, se había creado un gran internado donde se les daba cama y comida a cientos de estudiantes de provincia. Se cree que Arturo tuvo acceso al internado desde que inició sus estudios en el Politécnico.

Y durante el tiempo que estuvo Arturo, los estudiantes del Politécnico realizaron importantes movimientos huelguistas, por diversos motivos, unos de carácter meramente estudiantil y otros por cuestiones más generales. Dentro de tales procesos, en 1955, el licenciado Vicente Lombardo Toledano tenía mucha influencia entre los estudiantes del Politécnico.

Siendo el presidente de la Federación de Estudiantes Técnicos, Salvador Gámiz Fernández, y entre 1954-1955, a la edad de catorce años, Arturo empezará a participar con los jóvenes del Partido Popular Socialista (PPS). Pero, después del 23 de septiembre de 1956, cuando en un acto sorpresivo, el ejército mexicano ocupa las instalaciones del internado del Politécnico. Levantando de sus camas a cientos de estudiantes, a media noche y a punta de culatazos, patadas e insultos, sin darles tiempo ni de recoger sus pertenencias. Se cree que entre los jóvenes que sufrieron el desalojo y la represión de esa noche se encontraba Arturo Gámiz, y al quedarse sin un lugar donde vivir y alimentarse abandonará los estudios y regresa a Chihuahua.

En Chihuahua, para ese entonces se había revitalizado la lucha campesina de la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM), dirigida por miembros del PPS, por lo que pronto se vincularía a sus luchas y movilizaciones. Recibiendo formación teórica de Guillermo Rodríguez Ford y los hermanos Gaitán, se compenetra de la situación de miseria y explotación que privaba en esos años en el campo chihuahuense, situación a la que se agregaba la política represiva del gobernador militar, general Práxedes Giner Durán3.

Así, fue presentado Arturo al profesor Amador Hernández, quien le ayudará a obtener la plaza de profesor de primaria en el año 19574. Y sin abandonar sus tareas políticas, trabajó de maestro rural en la sierra y posteriormente se matriculó en la normal y se graduó de profesor.

De forma que, su activismo en el medio estudiantil sería la vía de contacto político con grupos estudiantiles, especialmente con jóvenes y profesores de las normales rurales y la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM). Mismos que a través de Arturo, se convertirían en aliados y partícipes fundamentales en las acciones organizadas por la Federación de Obreros y Campesinos de Chihuahua (Focech), brazo regional de la UGOCM.

Abandonando en 1959 Arturo el magisterio, se incorpora a la lucha social de manera total. Teniendo lugar en 1960, el primer mitin masivo que se celebró en ciudad Madera, acto que sería determinante para el futuro de la organización y de varios jóvenes que acudieron desde Chihuahua a apoyar a los campesinos.

Entre los oradores del mitin estuvo Arturo Gámiz quien se ganó inmediatamente la confianza de los campesinos, gracias a su forma de exponer las ideas, clara y convincente. Allí los campesinos le pidieron que los ayudara más directamente en su lucha, por lo que a partir de entonces Arturo se comprometió de lleno con la causa de los agraristas chihuahuenses, decidiendo para ello abandonar los estudios que recién había iniciado en la Normal del estado.

Dos años después, en 1962, Arturo participó junto con Álvaro Ríos en la organización de un evento muy importante que se llevó a cabo en Parral, allí estuvieron dirigentes campesinos de: Chihuahua, Durango, Sonora, Coahuila y Zacatecas con el fin de formar el Frente Rural del Norte. Los planes de una gran organización campesina avanzaban rápidamente.

Además, el esfuerzo organizativo de la UGOCM se extendió al estado de Durango, donde miles de campesinos también reclamaban la desaparición de latifundios y el reparto de la tierra para formar ejidos colectivos.

Las formas de acción campesina fueron diversas y permanentes entre 1961 y 1965: desde el trámite agrario hasta la invasión pacífica de latifundios. Enfrentándose a enemigos poderosos económica y políticamente: banqueros, empresarios, ex gobernadores y ex presidentes, dueños de grandes concesiones forestales y latifundios ganaderos: la nueva élite de latifundistas revolucionarios.

Por contraparte, la nula respuesta a las demandas y gestiones agrarias, así como intensificación de la represión; asesinatos, vejaciones, encarcelamientos, torturas, desalojos y quema de poblados de campesinos, hizo cada vez más inviable la lucha legal y pacífica.

De forma que, tras el recrudecimiento de la persecución de miembros de la Focech, organización en la cual Arturo se encontraba al frente, determinaron en 1964 formar el Grupo Popular Guerrillero (GPG), e iniciar acciones armadas en la sierra en contra de latifundistas y sicarios.

Siendo la primera acción de la guerrilla, según la Dirección Federal de Seguridad, el desarme y detención por parte de los insurgentes de un grupo de agentes estatales que fueron enviados para detener a los «sedicentes». Hechos ocurridos, el 21 de julio de 1964, a mediados de mayo de ese año, en Mineral de Dolores, municipio de Madera, Chihuahua. Ahí, cinco agentes, encabezados por el comandante Rito Caldera Zamudio, habían sido comisionados para ubicar y detener a los insurgentes. Sin embargo, los sorprendidos fueron los policías: los guerrilleros detectaron antes el lugar en el que los agentes pernoctaban.

Encontrándose los policías en la casa habitación de Florentino Ibarra, ubicado en la población de Mineral de Dolores, preparando sus armas y alimentos para perseguir a los guerrilleros, el Agente Manuel Gómez Licón oyó un disparo y se sintió herido en un talón, por lo que el resto del grupo salió, disparando hacia donde se veían los destellos de los agresores, los que empezaron a lanzarles bombas molotov incendiando la casa.

Horas después, el Jefe de Grupo, Caldera Zamudio, viendo que se les había terminado el parque, ordenó que salieran los hombres a su mando con las manos en alto, siendo capturados por Arturo Gámiz García, fueron obligados los agentes a acostarse boca abajo, y amarrados de pies y manos.

Gámiz portaba un rifle 30-06 y una pistola 38 calibre especial, además se encontraba acompañado por Antonio Escobel [Scobell], quien portaba un rifle M-1, y los hermanos Salomé y Antonio Gaytán que portaban rifles 30-06 y otros dos individuos no identificados, armados con iguales rifles. Todos ellos tenían carrilleras cruzadas en el pecho y en la cintura5.

Mucho después de tales sucesos, a iniciativa de Gámiz, el GPG, dirigentes de la Focech y la Federación de Obreros y Campesinos de Durango (Foced), realizaron el segundo Encuentro de la Sierra Heraclio Bernal, en el latifundio invadido de Torreón de Cañas, Durango, en febrero de 1965.

El encuentro discutió y aprobó cinco resoluciones políticas elaboradas por Arturo sobre problemáticas internacionales y del país, donde la más trascendente sería, la que fundamentó la estrategia de lucha revolucionaria de los guerrilleros populares y reiteró la continuidad del hermanamiento con el movimiento del que habían surgido, resolución denominada El único camino6.

Así, Gámiz en la cuarta resolución escribió: «Estamos convencidos de que ha llegado la hora de hablarle a los poderosos en el único lenguaje que entienden; llego la hora de que las vanguardias más audaces empuñen el fusil, porque es el único que respetan y escuchan; llegó la hora de ver si en su cabeza penetran las balas, ya que las razones nunca les entraron; llego la hora de apoyarnos más en el 30-30 y en el 30-36, más que en el Código Agrario y la Constitución».

Con tales palabras se darán distintas expresiones de la guerrilla. Al respecto, el 29 de febrero de 1964, de acuerdo con la prensa local, un grupo de más de cien campesinos que se encontraban levantados en la sierra, volaron un puente. Un mes después, el 5 de marzo, Salomón Gaytán, pistola en mano, se apersonó en el rancho del cacique Florentino Ibarra, lo retó a enfrentarse hombre a hombre y lo mato de un balazo en el pecho. El 12 de abril, el mismo grupo incendió una casa y una estación de radio. Tres días después atacó a una patrulla de judiciales. Días más tarde emboscaron a un pelotón de soldados del 52 Batallón de Infantería.

Para septiembre del mismo año, el periódico Acción publica el primer comunicado perteneciente a un grupo guerrillero en la historia de México en el siglo XX. Manifestando dicho comunicado que: «Viendo que las autoridades nunca atienden los problemas del pueblo y que a los atropellos de los caciques se suman los de las fuerzas armadas del gobierno, decidimos empuñar las armas para hacer justicia por nuestra propia mano, para castigar a los latifundistas que amargan la vida de los campesinos.

Seguiremos en pie de lucha y lucharemos hasta el fin de nuestros días. Nada ni nadie nos hará deponer las armas.

El día en que se resuelvan los principales problemas del pueblo, que se repartan las tierras y se haga justicia al oprimido, ese día dejaremos las armas. Antes moriremos en pie de lucha».

Tales pronunciamientos y acciones darían pauta a una de las etapas más violentas del país, columnas de guerrillas se multiplicaron en zonas rurales del país: Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Guerrero, Oaxaca y Chiapas. Y se enfrentaron en una lucha cruenta contra las tropas del Ejército. Mediante emboscadas, masacres, persecuciones, comunicados, torturas, asesinatos y demás métodos7.

En tal contexto, el 23 de septiembre de 1965 a las 5:00 a.m. una docena de maestros, líderes agrarios, estudiantes y campesinos pertenecientes al Grupo Popular Guerrillero, y donde se encuentra su cabeza político-ideológica, Arturo Gámiz, intenta tomar por asalto el cuartel militar de Ciudad Madera, Chihuahua, en la región suroccidental de la sierra Tarahumara que colinda con Sonora.

La intención era realizar un asalto relámpago para obtener armamento, tomar la población, expropiar el banco local y transmitir un mensaje revolucionario a través de la radioemisora local, para posteriormente internarse de nuevo en la sierra chihuahuense.

Tal acción sería la última importante del GPG, ahí morirían sus principales líderes y casi todos sus miembros: Arturo Gámiz, su hermano el poeta Emilio Gámiz; Pablo Gómez, médico convertido en líder agrario del norte del país, pero abandonado por su propio partido, el Popular Socialista de Vicente Lombardo Toledano; Antonio Scobell Gaytán, uno de los líderes de la Unión General Obrera Campesina de México; Rafael Martínez Valdivia y Óscar Sandoval, ambos estudiantes normalistas, además del profesor Miguel Quiñones.

Siendo que, el GPG se encontraba infiltrado por Lorenzo Barajas, un presunto sargento desertor del ejército mexicano, éste les había proporcionado adiestramiento militar y los había preparado para el asalto al cuartel Madera. Pero Barajas seguía cumpliendo funciones militares y era parte de una red de inteligencia que había logrado infiltrar a los rebeldes. Así, el cuartel de Ciudad Madera contará con información del día que habría de realizarse el ataque guerrillero, por lo que duplicó y pertrecho a sus tropas.

Además, el ejército concentra una compañía (125 soldados), ubicándolos estratégicamente alrededor de la población y del cuartel para cercar y aniquilar desde diferentes direcciones al núcleo armado.

Una vez asesinados los rebeldes, sus cadáveres serían exhibidos en un camión descubierto en el centro del poblado de Ciudad Madera, como medida intimidatoria. Horas más tarde, serían arrojados al suelo en la Plaza de Armas, donde permanecerán toda la noche. El 24 de septiembre de 1965 serían enterrados los cuerpos en una fosa común, con excepción del cadáver de Salomón Gaytán Aguirre.

Sin embargo, no obstante tales hechos, se dieron movilizaciones para reclamar los cuerpos de los guerrilleros e intentar detener la represión que se cernía sobre la región, que estuvieron a cargo de los estudiantes de las escuelas normales rurales de Salaices y de Saucillo. Además de que los alumnos participarían también en acciones de desagravio a los rebeldes caídos y en una campaña informativa para honrar la memoria de los muertos.

Motivo por los cuales desde entonces, se han cometido distintas agresiones en contra de los estudiantes normalistas, por parte corporaciones policiacas y de elementos militares, así como se ha generado su denostación ante la sociedad a partir de los medios de comunicación masiva. Estigmatización que se ha gestado en contra de los profesores en general y de los profesores normalistas en particular, al tacharlos de vándalos, ignorantes, grillos, y las normales rurales como nido de guerrilleros.

Pasando por alto el hecho de que son jóvenes politizados, pero no guerrilleros, y que como todo ciudadano mexicano, al menos en el papel, tienen un derecho constitucional a manifestarse políticamente cuando lo consideran necesario, además de que pueden estar organizados políticamente.

Más toda vía, no se puede sacar de contexto el hecho de que las normales rurales, a principios del siglo XX, se crean para atender la necesidad urgente que tenía México de formar maestros, ante la promesa de la Revolución Mexicana y el Artículo 3 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, de educar a los hijos de los campesinos8.

Lo cual ira inevitablemente de la mano con el reparto de tierras, para mejorar las condiciones de vida de los campesinos. Pero cuando se empieza a despojar al campesino desde 1940, para beneficiar al desarrollo industrial del país, también se comenzara a golpear a las escuelas normales rurales, dado que no encajan dentro de la lógica industrial, máxime cuando se oponen por su misma esencia al desmantelamiento del campo en aras del desarrollo industrial.

Hechos que se exacerbaran durante la década de 1960, cuando se agudizan las agresiones armadas por parte del Estado mexicano, para cumplir con la industrialización del país, desatándose la contrainsurgencia. Política que se revitalizara en México en 1994 y en el año 2000, con el neoliberalismo de fondo, para beneficiar ahora al capital nacional monopólico que coludido con el capital trasnacional, ha impulsado la extracción de minerales, la creación de parques eólicos, hidroeléctricas y demás zonas de «desarrollo», para lo cual han despojado de sus tierra a grupos indígenas y campesinos.

Situación que se viene manifestando de manera similar en partes de África, ante una ola de expropiaciones de tierras tras la necesidad de energías renovables alternativas como los agrocombustibles, considerados erróneamente como una solución a la crisis climática.

Expropiaciones de tierras y recursos que en África se han conseguido gracias a inversiones del sector financiero e industrial, que trabajan mano a mano guiados por el ansia de obtener beneficios y controlar las materias primas. Inversiones que al igual que en América Latina incluyen transacciones de tierras para la minería, la agricultura y el turismo.

De forma que, al igual que en México y el resto de Latinoamérica, el histórico acaparamiento de recursos que se ha dado con total impunidad por parte de las empresas no se detuvo con la independencia de muchos países de África del Sur, sino que continua con la colaboración de las nuevas élites gobernantes, quienes han justificado su actuar ante la necesidad de impulsar «proyectos de desarrollo», disfrutando de la protección y el apoyo del Estado.

Así, cientos de miles de campesinos y pueblos indígenas han seguido trabajando la tierra en zonas marginales, viviendo en la pobreza y el hambre. Mientras que las tierras más ricas en minería y agricultura han sido controladas por unos cuantos. Situación que empeora en los años ochenta, con el neoliberalismo.

Especialmente cuando se impulsan programas como los Programas de Ajuste Estructural (PAE), que piden se dé la apertura de las fronteras nacionales al libre flujo de bienes, la retirada del Estado de la economía para dedicarse a la mera «supervisión», se dé un flujo del capital financiero sin restricciones, y de lo cual formará parte indisoluble, la hegemonía de las empresas transnacionales.

Generándose así, un aumento de expulsiones de campesinos de sus tierras y territorios, nuevas formas de control por parte de los monopolios sobre la tierra y el agua, la imposición global de sistemas de propiedad intelectual que roban las semillas de los campesinos, la invasión de las semillas transgénicas y la proliferación de plantaciones de monocultivo, megaproyectos y minas9.

Lo que a su vez ha suscitado también la resistencia local contra el poder empresarial, de suerte que las comunidades locales afectadas, sobre todo en el campo, no se han limitado a ser víctimas pasivas, sino que han organizado todo tipo de acciones como sabotajes, desobediencia civil, huelgas y acciones judiciales.

Al respecto, en agosto de este año el Tribunal Permamente de los Pueblos sobre las Empresas Transnacionales se reunió en Johannesburgo, Sudáfrica, para denunciar a nivel regional los abusos de las empresas, así como la celebración de un protagonismo rural comprometido y resolutivo. Siendo el Tribunal Permanente de los Pueblos, un tribunal de opinión pública reconocido internacionalmente que funciona con independencia de las autoridades estatales.

En esta reunión, ocho comunidades presentaron casos que demuestran que la imparable acumulación de capital de las ETN destruye sus medios de subsistencia, el medio ambiente y, a la larga, la soberanía de sus países. Y ante la resistencia de las comunidades, las empresas llegaban a criminalizar la resistencia y las protestas.

En tal sentido, en Mozambique, donde los campesinos y activistas que luchan contra ProSavana, programa agrícola trilateral propuesto por los Gobiernos de Mozambique, Brasil y Japón para sembrar cultivos comerciales y otros productos agrícolas para la exportación en la zona del Corredor de Nacala, al norte de Mozambique. Denuncian que se ven acosados y amenazados con ser encarcelados10.

Y para el caso de México, la presencia creciente de las trasnacionales extranjeras se viene manifestando en el sudeste del país, provocando una acelerada ruptura del tejido social en las comunidades indígenas, quienes además son víctimas de una acelerada militarización del Estado.

Al respecto Rosalinda Dionicio Sánchez, activista de la Red de Defensoras y Defensores Comunitarios de los Pueblos de Oaxaca (REDECOM), ha dicho que tal situación está estrechamente ligada a los muy diversos megaproyectos que se instalan no solo en Oaxaca sino en diversas zonas del país.

Peor aún, la joven al liderar la resistencia contra la Mina San José, de la empresa Cuscatlán, filial de la canadiense Fortuna Silver Mines. En su calidad de protagonista de esta lucha, sufrió un atentado en 2012 del cual salvó milagrosamente su vida, aunque le produjo lesiones cuyas secuelas de motricidad todavía son visibles. En dicha agresión fue asesinado otro dirigente popular, Bernardo Vásquez Sánchez, en tanto un hermano de éste resultó gravemente herido.

Acciones que al igual que en el pasado, como hemos revisado, no se pueden desvincular de medidas contrainsurgentes. Mismas que se prevé se potencialicen cada día más, y donde han venido participando grupos de narcoparamilitares, debido a que si bien, ya sufríamos la presencia de mineras, hidroeléctricas, parques eólicos, gasoductos y super carreteras.

Aun se espera se cree en algunas comunidades proyectos como las Zonas Económicas Especiales, mismas que facilitarán aún más la llegada masiva de transnacionales a estados como Oaxaca. Generando una especie de grandes zonas francas, territorios liberados para dichas empresas, con leyes, reglas, derechos impositivos y poder de decisión casi total para ellas11.

Bibliografía.

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García Cantú Gastón. El desafío de la derecha. Joaquín Mortiz/Planeta. 1987.

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Fazio Carlos. El tercer vínculo. De la teoría del caos a la teoría de la militarización. Joaquín Mortiz, primera reimpresión 1997.

Hemerografía.

Todo lo que debería saber sobre el crimen organizado en México. Instituto Mexicano de Estudios de la Criminalidad Organizada, A.C. Ediciones Océano, 1998.

Contralínea. Del 8 al 14 de agosto de 2016. Año 15, número 500.

Contralínea. Del 14 al 20 de agosto de 2017. Año 16, número 552.

Proceso. Número, 1631, 3 de febrero de 2008.

Proceso. Número, 1574, 31 de diciembre de 2006.

Proceso. Número, 1873, 23 de septiembre de 2012.

Proceso. Número, 2049, 7 de febrero de 2016.

Proceso. Número, 1794, 20 de marzo de 2011.

Proceso. Número, 1775, 7 de noviembre de 2010.

Proceso. Número, 1956, 27 de abril de 2014.

Proceso. Número, 2029, 20 de septiembre de 2015.

Proceso. Número, 2026, 30 de agosto de 2015.

Proceso. Número, 1287, 1 de julio de 2001.

Urbe, número 10, febrero de 2016.

Rebelión. La lucha por la tierra es esencialmente feminista, dice una investigadora de Ghana. Entrevista. 31-10-2017

  

Rebelión. La lucha contra la ola de expropiaciones de tierras tras una crisis alimentaria global. Boaventura Monjane, 24-10-2017.

Rebelión. El poder creciente de las empresas trasnacionales. «Están militarizando cada día más a la sociedad mexicana». Por: Sergio Ferrari, 14-10-2017.

Notas

1 Sierra Guzmán Jorge Luis. El enemigo interno. Contrainsurgencia y fuerzas armadas en México. Centro de Estudios Estratégicos de América del Norte, Universidad Iberoamericana, Plaza y Valdés editores, 2003. Pp. 36.37.

2 Normalistas rurales, los primeros estudiantes guerrilleros – Contralínea

www.contralinea.com.mx ‘ Home ‘ A-Interna ‘ D

3 prof. arturo gámiz garcía – Diario de Chiapas

www.diariodechiapas.com/landing/opinion/prof-arturo-gamiz-garcia/

4 23 de septiembre de 2004. 39 años del asalto al … – Madera, 1965

www.madera1965.com.mx/prensa/2004/39.pdf

5 Normalistas rurales, los primeros estudiantes guerrilleros – Contralínea

www.contralinea.com.mx ‘ Home ‘ A-Interna ‘ D

6 La Jornada. Arturo, el profesor de la sierra. Por: César Navarro, Viernes 4 de septiembre de 2015.

7 Sierra Guzmán Jorge Luis. El enemigo interno. Contrainsurgencia y fuerzas armadas en México. Centro de Estudios Estratégicos de América del Norte, Universidad Iberoamericana, Plaza y Valdés editores, 2003. Pp. 44-45.

8 Normalistas rurales, los primeros estudiantes guerrilleros – Contralínea

www.contralinea.com.mx ‘ Home ‘ A-Interna ‘ D

9 Rebelión. La lucha contra la ola de expropiaciones de tierras tras una crisis alimentaria global. Boaventura Monjane, 24-10-2017.

10 Rebelión. La lucha contra la ola de expropiaciones de tierras tras una crisis alimentaria global. Boaventura Monjane, 24-10-2017.

11 Rebelión. El poder creciente de las empresas trasnacionales. «Están militarizando cada día más a la sociedad mexicana». Por: Sergio Ferrari, 14-10-2017.

Ramón César González Ortiz es Sociólogo y Maestro en Estudios Políticos y Sociales por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.