¡Hay una forma milenaria de enfrentar el calor extremo! ¡Cuidar los bosques, los montes nativos y los humedales!
Los incendios, el fraking, la megamineria, la sojizacion, el uso irracional y la contaminación del agua, la destrucción de las costas de ríos y mares, están acabando con la vida
Y arriba quemando el sol, cantó Violeta Parra. Calor sofocante, cortes de luz, tormentas eléctricas, bosques ardiendo y sequías, combinan sus efectos para el verano más tórrido. La sensación térmica ha multiplicado el mal humor y la bronca, por una pandemia que multiplica los contagios.
Una combinación de fenómenos globales y locales, que genera el cambio climático, el modo de producir el espacio urbano y rural, el mantenimiento de recursos y servicios básicos en manos de empresarios, gobiernos que no controlan, se cruzan para hacer insoportable la cotidianidad, sin ningún indicador verosímil de cambio.
En todas las escalas, desde el cambio climático hasta la deficitaria infraestructura de servicios, está la irresponsabilidad del hombre, y por tanto, es posible modificar el curso, actuar y en todo caso es factible prevenir, estar preparados para enfrentar la contingencia y la emergencia.
Mientras por esta región nos freímos, en el norte se congelan; cuando unos se inundan, otros ven la tierra resquebrajarse por la sequedad más absoluta. La modificación de las condiciones del clima en el planeta, hace tiempo que ha dejado de ser una teoría a demostrar, para convertirse en un dato fehaciente e incuestionable, una amenaza con fecha cierta, que ningún científico se atreve hoy a poner en duda. Ninguna región está exenta de este impacto y, obviamente, nosotros tampoco.
Nuestro mundo ha perdido la capacidad de autorregularse, adolece de estrés planetario. La tierra libera calor como si tuviera fiebre, se comporta como un paciente ante una infección y esa enfermedad es provocada por los actos depredadores del hombre.
Es un fenómeno de dimensión planetaria, que introduce dramáticos cambios, derretimiento de los hielos polares y retroceso de los glaciares, modificación de las corrientes marinas con su consecuente impacto en la flora, la fauna y los ciclos biológicos, virajes bruscos en el clima, sequías y la consecuente pérdida definitiva de su hábitat para el hombre y miles de especies. El calentamiento produce crisis alimentaria, condena al hambre y al desarraigo a millones.
El incremento de 2 a 5 grados en la temperatura de la tierra traerá consecuencias catastróficas, no a largo plazo, ya puede medirse.
Las multinacionales y los gobiernos que las representan están dispuestas a sacrificar a toda la humanidad y al resto de la vida que evolucionó en millones de años, por no reducir su cuota de ganancia. El capitalismo sustentable con desarrollo verde es una falacia.
Las grandes corporaciones y quienes hacen culto al desarrollo a cualquier costo, imponen, a través de campañas mediáticas y publicitarias, el doble mensaje de una noción de progreso y desarrollo basada en la super explotación de la naturaleza y degradación ambiental y por otro lado amenazan con el chantaje de la crisis, el desempleo y el caos que supone pensar en otra opción que no sea el capitalismo más voraz. El crecimiento ilimitado en un mundo con límites, que constituye un sistema cerrado, es una aporía.
“La crisis ecológica, se vuelve un caso paradigmático de la propia crisis de un mundo modelado por la producción destructiva cada vez mayor y más irremediable del capital” -István Mészáros
La pregunta es: porque a pesar de todas las evidencias irrefutables, no solo teóricas, empíricamente comprobadas, seguimos sin tomarlo en serio? Los científicos exageran? O es que tal vez una parte de la humanidad se ha vuelto adicta a un modo de vida irracional donde el único motor es el consumo, no podemos imaginar otro tipo de civilización, y esa adición nos mata. Como pensamos sobrevivir, en un mundo de precariedad y salvajismo donde todos los lazos comunitarios desaparecerán en la disputa feroz por los elementos básicos para la supervivencia?
Si asumimos las variaciones en el clima y que la geografía está mutando velozmente, no puede sorprender que las temperaturas modifiquen su ciclo y amplíen sus registros Porque entonces, no implementar políticas que podrían mitigar, prevenir catástrofes y responder con mejor eficacia a las emergencias?
Mientras se siguen aprobando construcciones y megaproyectos sobre la costa del rio, se impide la circulación de aire y se multiplican los efectos de la isla de calor y el rio contaminado dejó, desde hace años, de ser una opción para paliar las temperaturas sofocantes
El estío no solo ha castigado a los citadinos, se han multiplicado los incendios forestales, accidentales o provocados, que están arrasando bosques en distintos puntos del país, con un daño que, en el mejor escenario, tardará muchos años en recuperarse y que se suma a la deforestación sistemática del modelo sojero, que cuenta con el auspicio activo de gobiernos locales y de la nación.
La pérdida de bosques, solo en Salta se registra que producto de la sojizacion se arrasaron 350.000 ha, implica la destrucción de bio-diversidad, inmensas zonas pierden fertilidad, lo cual influye negativamente en el comportamiento del clima, aumentando la desertificación. Los incendios provocados en las zonas donde habitan comunidades de los pueblos originarios se han convertido en práctica siniestra, que combina despojo, violencia y crimen contra la naturaleza. Para el capital la naturaleza es solo tierra explotable, totalmente desgajada de la vida.
El sistema de prevención de incendios es de una precariedad absoluta, pocos aviones hidrantes, escaso personal y recursos, siempre actuando tardíamente sobre el siniestro, con miles de hectáreas de bosque ya perdido, sin planes que reduzcan el riesgo, lo cual confirma el lugar que ocupa el medio ambiente en la atención de quienes tienen a su cargo proteger los bienes naturales del país.
Las prioridades políticas del Estado, están en ser garante de este tipo de desarrollo rentista malsano y socio ambiental insustentable.
Nada puede hacer más irritante y sofocante en los días tórridos, que vivirlos sin electricidad,, el agua que no llega a los pisos altos, con alimentos que se descomponen y subiendo escaleras a oscuras entre otros males de la vida urbana en trance.
No es creíble que quienes gobiernan, descubran ahora que las empresas beneficiarias de enormes subsidios no invierten, que no han hecho nada para evitar que el sistema siga funcionando al borde del colapso, sin margen alguno para enfrentar previsibles picos de demanda.
Si no fuera dramático, llama a sorna la justificación exhibida: en verano hace mucho calor y por tanto la gente consume mas energía. La misma lógica pueril, argumenta , cuando llueve la ciudad se inunda y si los árboles están secos se incendian. Las promesas altisonantes han dado lugar en el avestrucismo, los responsables no saben y no contestan, asi nada indica que a corto o mediano plazo las condiciones cambien.
No solo el comportamiento de las empresas es indignante, en medio de cortes de luz generalizados, la ciudad sigue encendida, iluminando a pleno plazas y calles, incluso en la madrugada hay edificios públicos y particulares con sus luminarias a giorno. Carteles publicitarios, propaganda oficial incluida, marquesinas y vidrieras, brillan gastando watts, al lado de barrios en penumbra, donde los vecinos aguantan sudando con linternas y velas.
Una sociedad que vive un presente con una perspectiva a corto plazo, donde los proyectos de cambio solo alcanzan el horizonte de la próxima votación, hace difícil cualquier intento de reflexionar y actuar en perspectivas más amplias. El hedonismo ha roto el sentido de solidaridad, la posibilidad de afrontar contingencias y proyectos comunes. Un replanteo radical del modo de pensarnos, que debe terminar con el pensamiento antropocentrista y autorreferencial, el individualismo, el consumismo y la acumulación.
O cambiamos o morimos.
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