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Fragmento de la ponencia "Tercer Informe de Gobierno 2014-2015: la otra versión". presentada en FES Acatlán, UNAM, en la 2ª Jornada de Conferencias "Analizando la actualidad"

Asesinatos de periodistas en México, ¿cuestión de Derechos Humanos?

Fuentes: Rebelión

Hace dos semanas, el 3 de mayo, como cada año, el mundo «conmemoraba» el «día mundial de la libertad de prensa» y el Secretario General de las Naciones Unidas, mandaba su acostumbrado mensaje desde Nueva York. Consistía en un simple razonamiento: «Los Derechos Humanos (DDHH), las sociedades democráticas y el desarrollo sostenible dependen de la […]

Hace dos semanas, el 3 de mayo, como cada año, el mundo «conmemoraba» el «día mundial de la libertad de prensa» y el Secretario General de las Naciones Unidas, mandaba su acostumbrado mensaje desde Nueva York. Consistía en un simple razonamiento: «Los Derechos Humanos (DDHH), las sociedades democráticas y el desarrollo sostenible dependen de la libre circulación de la información. Y el derecho a la información depende de la libertad de prensa.» [1]

El Secretario cerraba el mensaje con preocupación e instaba a los gobiernos, a los políticos, a las empresas y a los ciudadanos a comprometerse a proteger la libertad e independencia de los medios de comunicación.

Preocupación no en vano. Según el 25° Informe de la Federación Internacional de Periodistas (FIP) presentado el 3 de febrero de 2016 en Bruselas, en el mundo han ocurrido al menos 2 mil 297 asesinatos a periodistas y trabajadores de los medios desde 1990 y dichos crímenes, asegura el informe, afectan a todo el mundo, «desde Pakistán a Palestina hasta Sri Lanka a Somalia y Siria, Rusia, Irak, México y las Filipinas». [2]

Si bien este amplio trabajo da cuentas de la situación del asesinato de periodistas en los últimos 25 años, cuando acortamos el periodo, los casos se acentúan en regiones y países muy específicos. Por un lado, tenemos la región del Medio Oriente y partes del sureste de Asía (inmersas en guerras civiles) y, por el otro, algunos países de América Latina.

Tan sólo en 2015 se registraron 27 en nuestro continente, cometidos en los países de Honduras, Guatemala, Colombia, Brasil, Paraguay, República Dominicana y México. A propósito del tema, hace unos meses, la CIDH, en su informe anual sobre la libertad expresión declaró que el «hemisferio se ha vuelto una de las regiones más peligrosas del mundo para ejercer el periodismo». [3] De hecho, 14 de los 25 homicidios fueron en nuestro país, por ello, México encabeza la lista de los países más peligrosos para profesar.

Situación del periodismo en México

En el caso de México, se cuentan más de 120 crímenes desde 1992 (18 de ellos en el estado de Veracruz, bajo el mandato del priísta Javier Duarte, 2010-actualidad), sólo un caso ha sido resuelto desde entonces. En lo que va del año ha fenecido la vida de seis periodistas, el último sucedió apenas el pasado fin de semana.

Un periodista es agredido cada 22 horas y desaparecen en promedio a dos por año, según Artículo 19, una de las Organizaciones Internacionales que defiende la libertad de expresión en el mundo. Pero dejemos de cifrar e intentemos dar una posición del porqué de los asesinatos.

¿Es de verdad una cuestión de DDHH?

Esto, no es una cuestión solamente de DDHH, ni de falta de protección jurídica y vacíos legales. México ha ratificado 181 tratados relativos a los DDHH, a su vez, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos hace lo propio en sus primeros 29 artículos, además, se cuenta con el Mecanismo de Protección para personas defensoras de los DDHH y periodistas. Tampoco es cosa de falta de «voluntad política». Exigir la aplicación de la ley a quien de manera histórica y sistemática la ha violado resulta algo contradictorio, problemático, engorroso, estresante, frustrante y, sólo en algunas contadas ocasiones, útil. Sin duda alguna, el Derecho deja algunos resquicios que podremos aprovechar y que puede ser un paso hacia la resolución de conflictos. Pero hasta ahí, es sólo un paso, un momento de la lucha. No hay que perder de vista el carácter sintomático de la ley, ese elemento particular que subvierte su fundamento universal, pues, qué es la libertad de expresión sino una expresión restringida, censurada, acotada.

Por otro lado, alguien podría afirmar que el asesinato a periodistas, como las desapariciones forzadas, es azaroso, lo mismo le puede pasar a un periodista de la BBC de Londres que a uno de un medio libre, autónomo, autogestivo, o como se llamen. Pero cuando hacemos un «zoom» encontramos que (para ya no hablar de los terribles asesinatos) colaboradores de medios como Desinformémonos, Contralínea, Regeneración Radio, Ke huelga, Proceso, ABC Veracruz, Subversiones, SinEmbargo, han sido víctimas de un hostigamiento y amenazas constantes en el último año.

¿Qué es, pues, lo que podría determinar ser o no víctima de un vil y cobarde asesinato? Si nos sumergimos en lo que están dando a conocer estos medios, encontramos una cierta posición frente a los problemas que dan cuenta.

Por poner un ejemplo, todas las obras que EPN presume en su Tercer Informe de Gobierno, como las 17 nuevas autopistas, con una longitud total de 60 km, la modernización de 45 carreteras federales, la «nueva» y «bonita» Terminal Multimodal Ferroviaria de Durango, el «novedoso» Puente Ferroviario Matamoros-Brownsville, el elitista Tren Interurbano México-Toluca, el «prestigiado» Tren Eléctrico Urbano de Guadalajara, el «elegante» y simbólico Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, hasta un paso a desnivel, un segundo piso, plazas comerciales, enormes edificios de departamentos, casas gigantes y «blancas», libramientos, corredores culturales/peatonales/comerciales, no son un camino hacia el progreso, sino uno de los negocios más redituables en la actualidad, el nuevo patrón de acumulación en México -aunque no el único- y que desarrollan empresas oligopólicas como la ibérica OHL, Carso, ICA, Grupo Higa, Prodemex, Pinfra, Tradeco y financiadas por los mismos bancos de siempre: HSBC, Citybank y JP Morgan. Y así podemos rastrear varios de los temas que han puesto a debate y encontrar su vínculo con el neoliberalismo.

Entonces, ya no se trata solo de cuestiones legaloides o azarosas, sino de acallar esas voces que hagan público este tipo de cosas, de amedrentar al mensajero que trae malas noticias y con ello, sepultar cualquier posibilidad de información veraz. Asesinan la verdad, la esperanza y, además, nos dicen que no pueden manchar la imagen de este lugar, que no es el mejor de los mundos posibles, pero que es el menos peor y aquel que contradiga cualquier «verdad histórica» u oficial, va en contra del progreso, igualdad, oportunidades y felicidad que el capitalismo te va a llevar hasta la comodidad de tu hogar. En fin, cada nota que se ha publicado en estos medios en lo que va del sexenio peñanietista es un acto de valentía. Bravo, periodistas.

A modo de conclusión podemos afirmar que los DDHH, las sociedades democráticas y el desarrollo sostenible no dependen de la libre circulación de la información ni de la libertad de prensa, al menos no de manera lineal como lo expresa Ban Ki Moon. De hecho, a la luz de la experiencia histórica, podemos decir que las democracias representativas, como las que imperan por el globo, congenian muy bien con la violación de los DDHH, sin representar peligro alguno a su mandato.

Notas

[1] http://www.un.org/es/events/pressfreedomday/2016/sgmessage.shtml

[2] http://www.ifj.org/nc/es/news-single-view/backpid/1/article/at-least-2297-journalists-and-media-staff-have-been-killed-since-1990-ifj-report/

[3] Notimex. » En 2015 más de 27 periodistas fueron ultimados en América, dice la CIDH», en La Jornada. México, Sec. Mundo, 26 de marzo de 2016.

Ricardo Hernández Ruiz, militante de Colectivo Ratio y periodista independiente de la Gaceta «Praxis». Este es un , el pasado.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.