Causando más de 70 muertos en la última semana de su gobierno, Goni Sánchez de Lozada compró el aval político de sus partidos aliados para dar impunidad a las FF.AA. disponiendo millonarias sumas de los «Gastos Reservados»; y antes de renunciar pidió al Banco Central casi 40 millones de dólares con los que se fugó […]
Causando más de 70 muertos en la última semana de su gobierno, Goni Sánchez de Lozada compró el aval político de sus partidos aliados para dar impunidad a las FF.AA. disponiendo millonarias sumas de los «Gastos Reservados»; y antes de renunciar pidió al Banco Central casi 40 millones de dólares con los que se fugó a Washington junto al tenebroso Sánchez Berzaín. Y no fueron los «talibanes» quienes lo derribaron, sino indios indefensos, mendigos y hambrientos, cholas de los mercados, niños y amas de casa en cada barrio donde el dolor nacional se convirtió en la más humana indignación colectiva
«Señor Goni, se lo digo con respeto, tenga dignidad, respétese a usted mismo, vea cómo el pueblo lo insulta, ya no se haga maltratar, váyase del país, déjenos en paz con nuestros indios a los que usted tanto odia, váyase a donde pertenece, váyase a Washington», exclamaba el jueves 16 de octubre del 2003 una madre de familia que se comunicó con la radio «Kancha Parlaspa» de Cochabamba. Al día siguiente, Goni preparaba valijas para embarcarse… a Washington, huyendo como un vulgar delincuente de cuello blanco.
GONI HUYE CON $US 40 MILLONES
Testimonios como aquel prueban que la caída de Sánchez de Lozada no fue producto de una «confabulación bien montada» como sostiene el ex Presidente. Goni fue derribado por una potente corriente ética y ciudadana que emergió desde lo más profundo de la sociedad civil boliviana y que estuvo liderizada, además de los indígenas que son los más pobres y sojuzgados de un país como Bolivia, por amas de casa, mujeres de los mercados (mestizas llamadas cholas), niños, estudiantes, ancianos y gente común que nunca había tenido participación política tan directa en la vida del país como en aquel instante. Ningún partido político tuvo la osadía de atribuirse el liderazgo de aquella gran revuelta.
Al contrario, los principales partidos políticos que dominaban el escenario parlamentario (además del MNR de Goni: el MIR de Paz Zamora, la ADN de Tuto Quiroga, UCS de los hermanos Fernández y NFR de Reyes Villa) cerraron filas en torno al gobierno gonista e incluso firmaron un aval político, el 16 de octubre, para que las Fuerzas Armadas actúen con licencia para matar. Ese aval político significó la muerte de más de 70 bolivianos y centenares de heridos que quedaron lisiados de por vida.
Esa complicidad no fue gratuita. El ministro de Defensa Sánchez Berzaín distribuyó entre los dirigentes de estos partidos maletas rebosantes de dólares que provenían de los famosos «Gastos Reservados» (un presupuesto ultra secreto que no es fiscalizado por ningún órgano legal). El propio Sánchez de Lozada, cuando no tuvo más remedio que salir del país renunciando a la Presidencia de la República, hizo tramitar ante el Banco Central de Bolivia, ya el 14 de octubre, un desembolso irregular de Bs. 300 millones de bolivianos (aproximadamente 40 millones de dólares) con los que salió del país, rumbo a Washington, junto con su tenebroso ministro Carlos Sánchez Berzaín.
Por eso la justicia boliviana los reclama hoy no sólo por los crímenes políticos que cometieron estos delincuentes de alto vuelo, sino también por el desfalco perpetrado contra las arcas del Estado mediante la artimaña de los «Gastos Reservados».
ASÍ SE EXPULSÓ A GONI
Como aquella ama de casa que clamaba premonitoriamente en la víspera del 17 de octubre: «señor Goni, váyase a Washington» por los micrófonos de una radio, cientos de miles de ciudadanos en todo el país usaron los medios de comunicación, especialmente radioemisoras, para expresar sus voces con una lucidez política que ni el más avezado dirigente partidario habría sido capaz de concebir en tan estelar momento del ascenso de las masas.
Por las mismas ondas de radio «Kancha Parlaspa», por ejemplo, se oyó a un campesino de la Provincia Arque expresar, en su nativo idioma quechua, que Sánchez de Lozada no es un «vende-patria» sino algo peor, porque «este gringo desgraciado no vendió al país, sino lo ha regalado». En otras palabras, a juicio del pueblo boliviano, como a juicio de un sabio, Sánchez de Lozada ya había sido señalado como un genuino traidor a la patria, a esa patria que se dejó gobernar por este sujeto que apenas balbuceaba el castellano con su «popular» acento yanqui.
UN REFERÉNDUM PARA EXPULSAR AL GRINGO
«Kancha Parlaspa» es un proyecto radiofónico comunitario dirigido por el académico Fernando Andrade Ruiz, catedrático fundador de la Carrera de Comunicación Social en la Universidad Católica Boliviana (UCB) de Cochabamba. La estación se encuentra enclavada en el corazón mismo de La Cancha, esa populosa zona de mercados de abasto que abarca todo el vecindario de Caracota. El éxito de este proyecto de comunicación popular radica en que los vecinos y comerciantes de la zona, mujeres mayoritariamente (y cholas, casi todas), realizan sus propios programas radiales transmitiendo desde los mercados Calatayd y San Antonio entre otros.
Durante las jornadas de octubre, entre el martes 14 y el viernes 17, «Kancha Parlaspa» propició una consulta ciudadana habilitando mesas de votación en diferentes puntos de la ciudad, donde la gente votó en absoluta mayoría por la destitución de Sánchez de Lozada, poniendo su firma y número de cédula en sendos libros de registro. Era un verdadero referéndum popular y ciudadano. Las mesas de votación fueron instaladas espontánea y voluntariamente por ciudadanos simples y comunes, sin ningún nexo partidario.
Por ejemplo, una mesa de votación para los vecinos de la avenida Simón López, en la zona noroeste de la ciudad, fue instalada en el salón de belleza «Ely» a cargo de la voluntaria Emiliana Guarachi.
En la zona Ticti, al extremo sureste, doña María Fidelia Rodríguez puso una pequeña mesa en la puerta de su domicilio convidando «tutumitas» de chicha (bebida de maíz servida en vasijas de madera) a cada votante.
En el Cruce Taquiña, barrio habitado por ex mineros relocalizados, doña Delia Canedo habilitó una mesa en su quiosco de gaseosas y enarboló como seña una bandera boliviana con crespón negro.
En la avenida independencia de la Zona Sud, Elena Carrillo viuda de Montaño habilitó una mesa en su negocio familiar, el café internet «Gotham Games».
César Gamboa, dueño de la «Talabartería Gamboa», se encargó de recibir a los votantes de la calle Junín entre Jordán y Calama; y don Celestino Panozo registró los votos de repudio a Goni en su puesto de flores del mercado Calatayud.
VOCES LIBERTARIAS EN EL AIRE
Mientras las radios encadenadas a «Kancha Parlaspa» emitían reportes sobre el avance de la votación callejera en cada mesa barrial, miles de ciudadanos discaban sus teléfonos llamando a las emisoras para expresar su indignación ante el genocidio que había empezado el 14 de octubre. El pueblo pedía la cabeza del Presidente Gringo.
A continuación, transcribimos algunas opiniones y testimomios de ciudadanos que, sin obligación de identificar sus nombres, se expresaron con inusitada libertad mediante las ondas radiales:
– De una dirigente femenina de la Federación de Trabajadores Por Cuenta Propia «Unidad & Dignidad»:
«Estimadas madres de familia, compañeras gremiales; tenemos que salir a la marcha, ésta es la única oportunidad que se nos da para poder expresarnos y defender lo que por derecho nos pertenece. Yo lo que pido al señor Sánchez de Lozada es que se vaya con Sánchez Berzaín, los dos agarraditos de la mano, allí donde pertenecen. Señor Goni, usted ya es millonario, ya no necesita robar más, hasta sus nietos y los nietos de sus nietos ya son millonarios antes de nacer, ¿dónde más? ¿qué más quiere?. Se lo digo con todo el respeto que se merece por haber sido Presidente, si es que todavía se lo puede respetar: tenga dignidad, respétese a usted mismo, vea cómo el pueblo lo insulta, ya no se haga maltratar, váyase del país, déjenos en paz con nuestros indios a los que usted tanto odia, váyase a donde pertenece, váyase a Washington».
– De un niño:
«Quería decir que renuncie el Goni. Tanta maldad que nos ha hecho, tantos muertos que hay. Nos hace daño a todos nosotros y por eso están marchando las señoras en las calles. Nos va a vender a nosotros más, como está vendiendo el gas. El Goni le hace mal al ambiente, por eso quiero que renuncie».
– De un campesino:
«Yo nunca le he entendido bien a ese gringo. No se entiende lo que habla. Habla tan mal el castellano que no debe ni saber cantar el himno nacional. Qué cultura tendrá; y es tan maleante como ese Sánchez Berzaín, a los dos hay que colgarles de los huevos… va a disculpar señor periodista».
– De un desempleado:
«Yo lo que quería decir es que este gringo haga más esfuerzo para pensar mejor con es cabeza tan sucia que tiene».
– De un comerciante:
«Es increíble tener que decirle ‘señor Presidente’ a ese Sánchez de Lozada. El problema es claro: Sánchez de Lozada es socio de las transnacionales, cuánta riqueza está teniendo este señor, es dueño de minas auríferas, de la plata del cerro Rico del Potosí. Es increíble. A este sujeto hay que sacarlo del país pero degollándole. Y otra cosa: en abril dijo que para defender a su partido, el MNR, iba a hacerlo usando las armas y ahora lo está cumpliendo al pie de la letra. Ester señor es un grandísimo criminal».
– De una ama de casa:
«Soy una madre de familia de Quillacollo, indignada por estos acontecimientos. Tenemos un gobernante asesino, criminal. Las mujeres tenemos que levantarnos en armas. Que se vaya. No lo queremos. Por su culpa hay tanto desempleo en nuestro país. Ha cerrado las minas del Estado para escogerse y apropiarse de los mejores yacimientos mineros de Bolivia. Ahora, no contento con nada, quiere vender nuestro gas, nada menos que a los chilenos, y dejarnos sin nada. Qué futuro les vamos a ofrecer a nuestros hijos. Tanto que defiende a Chile, que se vaya a ser presidente de los chilenos. Y finalmente si no quiere gobernar para los indios como nos llama, que se vaya donde los gringos. Gracias.
– De una estudiante:
«Tengo 19 años. Mis padres en este momento han salido a bloquear las calles. No sabe la furia y el dolor que siento, que mi patria, mi Bolivia, esté sufriendo de esta manera y que todavía digan que somos ignorantes. Pero tienen razón: yo que estudio he vivido con mis padres y los he escuchado blasfemar porque siempre hemos vivido en la pobreza y en medio de la ignorancia, sin poder salir adelante. Estos gobiernos solamente se embolsillan el dinero que llega de afuera como ayuda para los pobres, pero para nosotros, nada. Yo se lo que es sufrir hambre. Y la gente rica, ¿qué hace?; obvio que tienen sus problemas pero no sufren lo que nosotros sentimos y por eso estamos saliendo a las calles a protestar. Nos dicen que los jóvenes somos el futuro de Bolivia pero vivimos un presente sin ninguna perspectiva. No tenemos ya ni ganas de estudiar sabiendo que no nos darán ni trabajo si salimos profesionales, por que hasta siendo profesionales nos discriminan; y encima lo privatizan todo y ahora quieren regalar el gas. ¿Donde queda entonces el futuro? Nos dicen ignorantes porque no nos permiten educarnos como debe ser, pero sabemos cómo funciona todo esto, nos damos cuenta de lo que está pasando porque lo vivimos en carne propia. Por eso, de una vez que se derrumbe todo, ya todo se ha echado a perder. Eso sería, muchas gracias».