fundador de WikiLeaks, Julian Assange, acusó a Washington de aumentar su control sobre las redes sociales Facebook y Twitter, al tiempo que estos servicios globales, según sus palabras, se abren cada vez más a la ‘vigilancia’ de EE.UU. En una entrevista concedida a Point.fr, el activista australiano, que se encuentra asilado en la embajada ecuatoriana […]
fundador de WikiLeaks, Julian Assange, acusó a Washington de aumentar su control sobre las redes sociales Facebook y Twitter, al tiempo que estos servicios globales, según sus palabras, se abren cada vez más a la ‘vigilancia’ de EE.UU.
En una entrevista concedida a Point.fr, el activista australiano, que se encuentra asilado en la embajada ecuatoriana en Londres desde junio pasado, indicó que en los últimos años se ha registrado un aumento considerable en el número de solicitudes de información presentadas por parte del FBI a varias fuentes de Internet, incluido Twitter.
No obstante, Assange precisó que en un principio esta red de ‘microblogging’ trató de resistir a la presión de Washington advirtiendo a ciertos usuarios que se vio obligada a divulgar parte del contenido de sus conversaciones privadas, mientras que algunos otros importantes servicios como Google o Facebook ni se molestaron en hacer nada semejante.
Pese a ello, debido a que la presión para eliminar a los usuarios «políticamente problemáticos» llegó a ser demasiado fuerte, Twitter se rindió y el año pasado cerró un número importante de sus cuentas con decenas de miles de seguidores, entre ellos la página de Anonymous Suecia.
Assange calificó como grave la situación actual acerca del control de datos en la Red, teniendo en cuenta que en nuestros días, para Occidente Twitter es un medio de comunicación muy influyente que tiene más de 500 millones de usuarios en todo el mundo.
El fundador de WikiLeaks subrayó que las instituciones responsables de esta presión tienen suficiente poder para «eliminar las voces discordantes». La mayor red social, Facebook, a su vez, no parece resistir dicha manipulación proporcionando sistemáticamente a las autoridades estadounidenses una gran cantidad de información amparándose en el pretexto de proteger la «seguridad nacional».