Una de las más encarnizadas batallas por la defensa de la vida en el México contemporáneo es, sin duda alguna, la que con firmeza y tesón inigualables ha encabezado el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT). En pocos días esta organización campesina, convertida ya en un referente si de movilización social en […]
Una de las más encarnizadas batallas por la defensa de la vida en el México contemporáneo es, sin duda alguna, la que con firmeza y tesón inigualables ha encabezado el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT). En pocos días esta organización campesina, convertida ya en un referente si de movilización social en el país se habla, cumplirá diecisiete años de resistencia ininterrumpida. Desde el 22 de octubre del 2001, cuando Vicente Fox anunció el decreto expropiatorio que arrebataba las tierras de Atenco y Texcoco para dar paso a la construcción de un nuevo aeropuerto en la Ciudad de México, el FPDT ha enfrentado a toda la fuerza del Estado mexicano. En aquel primer embate, la imaginación, la entereza y el arropo popular que los atenquenses supieron generar fueron los elementos que echaron atrás el decreto, venciendo, sin matiz alguno, a la administración foxista. No obstante, la osadía del triunfo fue cobrada con cárcel para mujeres y hombres del FPDT, así como con la vida de José Enrique Espinoza Juárez.
En agosto del 2002 se anunció la cancelación del decreto expropiatorio, pero las y los atenqueses no echaron las campanas al vuelo. Advirtieron que sus tierras continuarían bajo constante amenaza y que los poderes empresariales no se detendrían hasta conseguir su objetivo. No se equivocaban. En mayo de 2006, con Felipe Calderón como presidente y con Enrique Peña Nieto en la gubernatura mexiquense, llegó la venganza. En una operación represiva sin precedentes hasta ese momento en el país, orquestada y reivindicada por el propio Peña Nieto, se pretendió eliminar al FPDT. El saldo de dicha operación fue el asesinato de dos jóvenes, la incursión policiaca en San Salvador Atenco, detenciones arbitrarias, persecución política, brutales condenas de cárcel y la violación sexual a más de veinte mujeres. Luego de cuatro años aciagos, y de una amplia campaña por la justicia, los presos políticos del FPDT fueron liberados, los perseguidos pudieron regresar a Atenco y la dignidad de las mujeres se convirtió en un pilar invencible capaz de sobreponerse a toda violenta ignominia. De ese modo, con el paliacate y el machete como símbolos, el FPDT se agenció una nueva victoria.
Con el arribo de Peña Nieto a la presidencia de la República el asedio a las tierras de Atenco y Texcoco se incrementó, especialmente desde el año 2014 cuando el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAICM) se promocionó como el proyecto más importante del sexenio peñista. La campaña en los medios de comunicación apuntalando los beneficios del NAICM aumentó; dentro del script, se ha insistido en el desarrollo económico, en el despegue del progreso y, además, en el hecho de que la aerotrópolis está concebida como un proyecto de «primer mundo». Sin embargo, lo que los medios silencian es la cantidad de irregularidades «legales» en las que el gobierno incurrió para la compra de tierras y el cambio en el uso del suelo, así como en el vital abasto del agua hacia tierras ejidales. [1] Asimismo, se oculta el hecho de que aún existen cuatro recursos de amparo que hasta el momento no han sido resueltos, según lo ha expresado Sandino Rivero, abogado defensor de los pueblos afectados. En ese sentido, sólo por la existencia de tales recursos la obra aeroportuaria debería haberse suspendido hasta conocer una resolución definitiva.
El actual avance del veinte por ciento en la construcción del NAICM está cimentado en la sangre, la opacidad y la corrupción. Los empresarios que invirtieron en «el proyecto más ambicioso del sexenio» no eran ajenos a las irregularidades y sabían, además, que la pelea del FPDT no iba a desaparecer. Pese a ello, continuaron su camino en el afán de obtener cuantiosas ganancias, sin importarles la violación de la legalidad y, mucho menos, los costos sociales y ecológicos cuyas implicaciones son ya notorias. [2] En otros términos: la decisión de los empresarios y del gobierno de Enrique Peña Nieto para no frenar el megaproyecto fue plenamente política. Por eso, en la actual coyuntura con la consulta nacional a realizarse del 25 al 28 de octubre, resulta por lo menos anodino que sean los magnates quienes apelen a no «politizar» el tema. [3]
Si bien el 1 de julio millones de mexicanos votaron por la posibilidad de un cambio en la vida del país, lo cierto es que los grandes empresarios, que se enriquecieron siempre utilizando a los gobiernos en turno, no se han ido y están jugando sus cartas para no perder el jugoso negocio del despojo. [4] Por más argumentos «especializados», tanto técnicos como económicos, que pretendan esgrimirse lo cierto es que el punto de la disputa es si ellos pueden o no seguir con el privilegio del mando; si pueden o no imponerse, en aras de su beneficio, a millones de personas; si pueden o no continuar con el saqueo y la devastación con total impunidad; si su imperio de riqueza continúa creciendo al ritmo de su ruindad y de la pobreza que genera para los más humildes. La batalla verdadera es, pues, la de un pueblo entero buscando abrir paso, así sea a los tumbos, a la justicia, a la igualdad y al respeto mínimo de la vida contra quienes, desde la soberbia y el regocijo del dinero y el poder, han arrebatado el elemental derecho a la existencia.
Más allá del siempre necesario debate con respecto a la consulta o de la actuación ante el tema de un gobierno ampliamente votado y respaldado por distintos sectores de la población, la pelea por la cancelación del NAICM en Texcoco es un punto definitorio en el futuro inmediato de México. Se trata de un momento crucial en el que, para el movimiento social que busca la transformación verdadera, no existe punto medio: o el aeropuerto en Texcoco se cancela o los mismos que han llevado al país al acabose se adjudican una nueva victoria.
La ya épica vida del FPDT quedará registrada, con la tinta indeleble de la memoria, en la historia del México bravío que se niega desaparecer. El FPDT vivirá sus diecisiete octubres como en su nacimiento: luchando, resistiendo, gritando; machete en mano, paliacate en cuello y vida y alegría y amor y genuina rebeldía en cada paso. Las y los atenquenses han demostrado, a pesar de la adversidad, del dolor, del odio, de la mentira, que la necesaria necedad de la existencia bien vale vivirse, afrontarse y reivindicarse. Por su sagrada defensa de la tierra, como alguna vez la calificó Eduardo Galeano, bien vale la pena la necedad, la existencia y la vida.
Al FPDT, por sus enseñanzas, su amor inquebrantable, sus caminos recorridos, siempre gratitud, siempre admiración.
Notas:
[1] Véase el análisis realizado por el Colegio de Ingenieros Civiles de México A.C., disponible en http://cicm.org.mx/texcoco-y-
[2] El recorrido realizado el 10 de octubre del año en curso por parte de pobladores y funcionarios del nuevo gobierno no deja lugar a dudas, véase https://www.youtube.com/watch?
[3] Fernando Córdova, Doctor en Ecología por la UNAM, ha señalado las afectaciones ambientales y ecológicas que el NAICM en Texcoco acarrea, véase, por ejemplo, su ponencia en Casa Lamm el 15 de mayo de 2018, disponible en https://www.youtube.com/
[4] Al respecto, vale la pena la serie de investigaciones publicadas en https://torredecontrol.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.