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Aumentan las denuncias de bolivianos esclavizados en talleres de costura de Sao Paulo

Fuentes: Bolpress

Uno de los focos principales de la explotación sufrida por migrantes latinoamericanos es el sector de la confección en algunos sectores de la ciudad de Sao Paulo. Adital preguntó a la Procuraduría Regional del Trabajo de la Segunda Región que está haciendo para combatir a este crimen que viola gravemente la dignidad humana.

 
Daniel Augusto Gaiotto es el procurador del Trabajo, en la Procuraduría Regional del Trabajo de la Segunda Región, Sao Paulo, capital paulista. Ocupa actualmente el cargo de representante regional de la Coordinación Nacional de Erradicación del Trabajo Esclavo (Ministerio Público del Trabajo), actuando específicamente en el Gran Sao Paulo y la Baixada Santista, en el combate al trabajo degradante o trabajo análogo al trabajo esclavo.

P. Se habla mucho de trabajo análogo al trabajo esclavo o degradante. En relación a los migrantes bolivianos en Sao Paulo, ¿Podría usted hacer un breve resumen para comprender como se llegó al punto en que estamos hoy?

R. Mis informaciones están basadas en hechos prácticos y también en datos que voy recogiendo. En el sector de confecciones, sobre todo de ropas femeninas, hay un ciclo de explotación funcionando al menos en los últimos 30 o 40 años. Esto en relación a las confecciones existentes en Brás y en Bom Retiro, las regiones de Sao Paulo que más venden ese tipo de ropa. La persona que trabaja en las confecciones o en los talleres de costura, con el tiempo va juntando su dinero, se enriquece y pasa a ser dueño del taller. Después llega la fase de dueño de tienda, progresa, sale de esa actividad y va a ejercer otra, más calificada y rentable, en otro ramo. Esto sucede a mediados de la década del 60 con muchos coreanos, que pasaron por todas esas fases. Ahora estamos en la fase de los bolivianos. Entonces existe un ciclo de explotación, en el que siempre va siendo explotado quien está en la base. Pero el ciclo de explotación está evolucionando en sentido figurado, obviamente. Siempre existe aquel grupo que es explotado hoy y va progresando, aún a costa de otros, de forma injusta, asciende en la cadena productiva.

P. Antes de los coreanos, ¿había otros grupos? Es interesante conocer ese antecedente, y tal vez el área geográfica en que esa sucesión de grupos se identifica.

R. El Brás y Bom Retiro son las regiones más famosas. Es un poco inseguro, todavía, intentar ir muy atrás y enumerar los grupos que primeramente actuaban por allá. Es necesario también tener cautela para evitar rotular a un grupo social por la conducta de algunos de sus integrantes. Las comunidades predominantes en esas regiones eran de origen sirio, libanes, judío, los italianos también actuaban, aunque en menor número. Operaban en varios sectores del comercio.

Pero según los relatos, los coreanos llegaron a trabajar como costureros, después fueron dueños de talleres y de tiendas. En verdad, trabajaron para alguien que en esa época ya los explotaba en las confecciones y en las tiendas. Debemos ser conscientes en recordar que estamos analizando el pasado con los ojos de hoy, de tal forma que aquello que es visto actualmente como degradante, podría no sufrir tanto rechazo en la sociedad de aquella realidad. Por eso posiblemente no hay registros oficiales de denuncia de explotación de los trabajadores en talleres de costura de aquella época. Estoy hablando sobre lo que ocurrió en el pasado, basado en informaciones de personas que vivieron en la época, que trabajaron como costureros, como dueños de talleres y después como tenderos.

P. ¿Cuál es la dimensión de eso? ¿Cuántas personas están involucradas en ese tipo de explotación?

R. El trabajo en las confecciones y en los talleres de costura es muy disperso, lo que acaba dificultando nuestro trabajo. Si antiguamente era un poco más concentrado, pocos talleres con más empleados, últimamente tenemos talleres funcionando con media docena de personas. El número total de trabajadores involucrados llega a asustar y hay una cierta divergencia en referencia al número de bolivianos. Muchos están en situación todavía no regularizada y continúan llegando. Ya escuché personas hablando de 50 mil, de 100, 200, 300 y hasta 400 mil personas aquí en la Grande Sao Paulo. No tengo datos seguros, pero si son muchos.

P. ¿Cómo actúa la Procuraduría cuando recibe alguna denuncia? ¿Cómo es esta actuación?

R. Nosotros recibimos las denuncias, por e-mail o personalmente, sigilosas o no, son registradas e distribuidas entre los procuradores. Las denuncias también pueden ser hechas por el propio Procurador o por otra autoridad. Abierta la investigación, vamos hasta el establecimiento del denunciado, con apoyo de la Policía Federal. Una vez constatadas las irregularidades, intimamos al dueño y proponemos unos términos de compromiso para que él regularice la situación. Obligaciones de ley, como registrar a los empleados, pagar salario puntualmente, limitar la jornada de trabajo a ocho horas, a lo máximo diez, depositar para los trabajadores el Fondo de Garantía por Tiempo de Servicio (FGTS) y especialmente la regularización de las condiciones de trabajo. Esto porque las condiciones de trabajo son degradantes, los espacios húmedos, mal ventilados y poco iluminados, hay riesgo de incendio a causa del almacenamiento de material textil inflamable. Generalmente esos talleres de costura son precarios. En ese sentido también es necesario hacer programas de salud y prevención de accidentes, dentro de las empresas. A largo plazo, los trabajadores también adquieren enfermedades de trabajo, pues la actividad es desgastante, principalmente porque el mobiliario no es ergonómico.

P. ¿Desde que comenzó ese trabajo cuantas personas fueron introducidas en proceso laboral? ¿Cuántos bolivianos hay en las confecciones? ¿Ellos se consiguen liberar de esas condiciones, o es una aplanadora tan fuerte que después vuelve?

R. No abrimos proceso solo en relación a los talleres de costura. Es necesario ampliar el objeto para abarcar también a quien toma el servicio de los talleres, que clasificamos como lojistas (dueños de tiendas) o captadores de trabajo. En los talleres de costura siempre localizamos documentos (como notas fiscales) que revelan quienes son los dueños de tiendas, que pasan de los cortes de ropas a ser trabajados. En relación a los demandadores de trabajo, establecemos que tienen que seleccionar mejor los talleres de costura que contratan. Entendemos que son responsables por las condiciones de trabajo de los costureros, tanto el dueño del taller de costura, como quien contrata.

Llamamos a los lojistas a comprometerse a seleccionar solamente los talleres que están en una situación regular, es decir los que tengan un ambiente digno y que tengan a los empleados registrados. Aun con esas medidas, no hay como calcular el número de trabajadores de los talleres, porque son muchos.

P. ¿A partir de cuando comenzaron a llegar las denuncias en relación a los bolivianos?

R. Yo prefiero hablar de los «Sudamericanos» porque ya constatamos, aunque en número menor, la presencia de paraguayos en el sector de confecciones de ropa. Las denuncias comenzaron a llegar aquí al final de la década de 90. A partir de esa época, tuvimos una fase en que disminuyeron un poco las denuncias, pero éstas aumentaron considerablemente en los últimos tres meses.

P. Una cuestión crónica en Brasil es la poca infraestructura de que se dispone para ejecutar una determinada acción. ¿En su trabajo dispone de que medios, personas e instrumentos para ejecutarlo? ¿O las denuncias son tantas que no consiguen atenderlas todas?

R. El Ministerio Público del Trabajo no actúa sólo con base en las denuncias recibidas. A veces creamos programas y vamos atrás de las empresas cuando constatamos la repetición de un problema. Nuestra estructura no es la ideal, pero conseguimos buenos resultados. Uno de los caminos que seguimos fue actuar en conjunto con el Ministerio del Trabajo, la Prefectura (Alcaldía) de Sao Paulo, las comunidades involucradas, la Asociación Brasileira de Coreanos, la Asociación de Paraguayos, el CAMI (Centro de Apoyo al Migrante), el Centro Pastoral de los Migrantes, para intentar resolver esta cuestión. Uno de los resultados de la actuación conjunta fue la celebración de un Pacto Social de cara a regularizar las condiciones de trabajo de los trabajadores en el sector de la confección. Primero vamos a orientar, pues ese pacto expresa lo que cada uno tiene que hacer, cuales son las obligaciones de los «lojistas» y las de los talleres de costura. Es un trabajo que no sabemos aun el tamaño que va adquirir en el futuro cuando nosotros partimos para la fiscalización. Esto es una forma que encontramos para contar con la propia participación de los involucrados, para que regularicen su situación voluntariamente. Después en una segunda fase, vamos a verificar si ellos cumplieron con lo que comprometieron.

P. Con relación a los problemas prácticos, los que más surgen en la medida en que se descubre esa cuestión, la dispersión, que incita también a los grandes comercios a aprovecharse de ese trabajo, ¿Podría hablar más sobre el tema?

R. Lo que encontramos en los talleres de costura no son solo las etiquetas y las notas fiscales de pequeñas tiendas localizadas en Brás y en Bom Retiro. Recientemente, fuimos hasta un taller de costura, donde encontramos etiquetas de una red de tiendas de ropa femenina de marca conocida en Centros Comerciales. Otras grandes tiendas, inclusive multinacionales, también ya mandaron sus ropas, aunque indirectamente, para talleres de costura precarios.

Ya hicimos términos de compromiso con algunos de los mayores magazines del país, para que controlen las confecciones que contractan para hacer las ropas que ellos venden. Estamos todavía en fase de acompañamiento de esos «términos de compromiso». Aun no podemos decir que el problema fue totalmente resuelto, pero contamos con otras entidades para ayudarnos, porque el número de abastecedores pasa muchas veces de 200, 300, 400.

En relación a los pequeños comerciantes, el control es más difícil porque es más pulverizado. Son pequeños, a millares; eso vuelve ese control bien difícil. A pesar de todo un problema complejo exige varias soluciones. Estamos ensayando varios caminos y vamos a resolver, al menos aquí en São Paulo. Y uno de los medios que adoptamos es justamente ese Pacto Social, que fue firmado en colaboración con varias entidades de la sociedad civil, comprometiendo también al Ministerio del Trabajo.

Traducido por Ricardo Zúniga.

Fuente: http://www.bolpress.com/art.php?Cod=2009122308