Con la decisión de suspender la construcción de la carretera que debía vincular los departamentos de Cochabamba y Beni (demorada desde hace 185 años), Bolivia es el primer país de América del Sur (y tal vez del mundo) en el que grandes ONG controlan el poder. A partir de ahora, todas las obras viales necesitarán […]
Con la decisión de suspender la construcción de la carretera que debía vincular los departamentos de Cochabamba y Beni (demorada desde hace 185 años), Bolivia es el primer país de América del Sur (y tal vez del mundo) en el que grandes ONG controlan el poder. A partir de ahora, todas las obras viales necesitarán la aquiescencia de grupos indígenas que responden, entre otras, al Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (CEJIS), financiado por países de Europa Occidental), y al Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA), subvencionada por la Embajada de EEUU. Lo anterior incluye intentos de construir hidroeléctricas o termoeléctricas, plantas concentradoras de minerales, modernizar la agricultura o la agroindustria y promover flujos poblacionales en un país en el que hay escasa población donde muchos árboles y mucha población dónde hay pocos árboles. En consecuencia, Evo Morales ya no preside un gobierno con la presencia de ONG, sino un presidente prisionero de las ONG, que buscan consolidar su propia dictadura.
Tales avances están respaldados por el Convenio 169 de la OIT (1989) y de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007), a los que Bolivia adhirió sin reparos. Si transgrediera estas normas, podría ser demandada ante la Corte Interamericana de Justicia, cuyos fallos pretenden ser obligatorios. Lo ocurrido tiene como antecedente la preocupación europea por la contaminación de sus aguas y el agotamiento de sus tierras. Por este razón pretende mantener intocadas a regiones periféricas, que podría ocupar en el futuro. Las presiones para declarar a la Amazonía «reserva de la humanidad» y la acelerada compra de tierras en África y América Latina respaldan esta afirmación. Las ONG han arremetido a un país sin cohesión interna, con graves antagonismos regionales y que, por tanto, carece de defensas para detener intereses foráneos que buscan disgregarlo. Las ONG son como un vaso de whisky, que puede ser bebido sin problemas por una persona adulta. Pero que daña gravemente a un país casi niño como Bolivia.
EL EJEMPLO DE EEUU Y LOS ABOGADOS DE BRUSELAS
Entre el 9 y el 14 de julio pasados, la Embajada de EEUU en La Paz auspició conferencias de los académicos Lindsay Robertson, Stephen Greetham y Amanda Cobb. Greetham dijo que en su país «las tribus son dueñas de los recursos naturales que están sobre la tierra y debajo de ella». Robertson añadió que «dónde hay gas, su propiedad es de los pueblos indígenas y no de toda la población». Los especialistas puntualizaron que Bolivia había caminado por similar camino. Lo que no dijeron es que los recursos naturales, una vez en manos aborígenes, son transferidos a las transnacionales, a cambio de poder y dinero, que los han corrompido hasta la médula. (Jaime Salvatierra: «Rebelión.org, 23-09-11).
Las conquistas indigenistas se consideran inamovibles. El ex viceministro de tierras, Alejandro Almaraz (CEJIS), aclaró que no se aceptará el referéndum que propuso Evo para viabilizar la carretera que atraviesa el Territorio Indígena y Parque Isiboro Sécure (TIPNIS) y que si se insiste en éllo, tendría que cambiarse la Constitución Política del Estado, la que, según los indigenistas, reemplazó al Estado colonial por un Estado plurinacional. La intangibilidad del parque no satisface a las ONG. Ahora exigen una disposición legal expresa para que nunca más se intente construir la obra. Los habitantes del TIPNIS han pedido la modificación de leyes aprobadas en los últimos meses y que no contemplaron totalmente sus exigencias. Se refirieron, por ejemplo, a la Ley de Deslinde Jurisdiccional, en la que la administración de territorios, jurisdicciones y manejo de recursos naturales aún es nebulosa. También demandan mayor independencia y atribuciones para la justicia comunitaria, pese a que numerosos linchamientos producidos bajo su invocación han quedado impunes. Dirigentes de la Central de Pueblos Indígenas de La Paz (CPILAP) dijeron al Vicepresidente Alvaro García Linera que su pedido de explorar hidrocarburos en el departamento debía ser discutido con sus abogados en Bruselas. El organizador de la visita de los académicos estadounidenses, Eliseo Abelo, coordinó la resistencia en el TIPNIS con Adolfo Chávez, de la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano (CIDOB), y Rafael Quispe de la Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qollasuyo (CONAMAQ).
TORPEZAS QUE AGLUTINARON A IZQUIERDISTAS Y NEOLIBERALES
Los grupos indígenas que se opusieron a la obra contaron con sucesivas torpezas del gobierno, como el pedido de Evo a sus partidarios de enamorar a las aborígenes, a fin de cambiar la decisión de sus dirigentes, impedir, por medio de policías, que inclusive niños y embarazadas que realizaban una marcha de protesta, se abastezcan de agua de un arroyo cercano, para luego reprimirlos con ferocidad de esbirros. Cuesta creer que la misma persona que hizo aprobar en la ONU los derechos de la madre tierra y declarar al agua como derecho humano, hubiera tolerado que el líquido elemento sea negado a caminantes abrasados por la sed. Estos antecedentes conformaron un abanico opositor que abarcó desde los dirigentes trotskistas del magisterio de La Paz hasta los gobernadores del Beni y Santa Cruz, identificados con el terrateniente Branco Marinkovic, a quien se expropiaron sus propiedades, antes de que fugara del país. De esta manera, quedó borrada la línea que separa la defensa de derechos humanos con la demanda de impedir la construcción del camino.
La amalgama incluyó al aymara Víctor Hugo Cádenas, ex vicepresidente de Gonzalo Sánchez de Lozada, quien, junto al resto de partidos opositores, aseguró que la ruta sólo beneficiaría a cultivadores de coca, como si fuera imposible que un Estado construya caminos, sin favorecer al narcotráfico. La parálisis de obras se produce en momentos en que los pueblos de tierras bajas recibieron alrededor de ocho millones de hectáreas cultivables, en tanto el 25 % de la población boliviana (unos 3 millones de personas) se fueron de Bolivia por falta de trabajo o de un pedazo de tierra para sembrar alimentos. Sólo en Buenos Aires viven un millón de bolivianos expulsados de su Patria por razones económicas (Periódico «La Razón», 24-09-11).
El reciente discurso desarrollista de Evo perdió credibilidad. El 26-XII-10, casi duplicó, por presión de las transnacionales, el precio de los combustibles. La medida tuvo que ser derogada ante la indignación popular. A ello se sumó la lamentable gestión pública, que convirtió al país en importador de gasolina, GLP, diesel, arroz, maíz y azúcar. La administración minera provocó que Huanuni, empresa en manos del Estado, produzca estaño a más de 9 dólares la libra fina, en tanto que yacimientos similares en el Perú lo hacen a 4.50 dólares. 5.000 cooperativistas fueron incorporados a Huanuni como trabajadores regulares, para luego disminuir la edad de los jubilados, en tanto los trabajadores activos no dejan de exigir más beneficios. Las utilidades de la japonesa Sumitomo, que explota San Cristóbal, en Potosí, ascienden a 1.000 millones de dólares anuales, en tanto que su tributación no alcanza a pagar el agua que consume y que tiene enorme valor en la zona desértica donde se halla el yacimiento.
DEL ESTADO COLONIAL AL ESTADO PLURINACIONAL
Los soldados israelíes logran aplacar sus remordimientos por la ocupación de Palestina repitiendo el siguiendo pensamiento: «Hemos sufrido tanto (como pueblo judío), que tenemos derecho a matar» . El indigenismo boliviano podría repetir casi lo mismo: «Hemos sufrido tanto que tenemos derecho a matar a Bolivia». La base del razonamiento se halla en predicar que Evo, desde su llegada al gobierno, el 2006, ha reemplazado al Estado Colonial por un Estado Plurinacional. Los defensores de ese punto de vista no pueden explicar cómo el supuesto Estado Colonial permitió que un candidato indígena triunfara en las elecciones presidenciales del 2005 y se le abrieran las puertas del Palacio de Gobierno. Cómo el supuesto Estado Colonial puso en vigencia el voto universal, hace más de medio siglo, con lo que todos los ciudadanos del país fueron equiparados jurídicamente. Cómo en el supuesto Estado Colonial hubo decenas de representantes indígenas (cada vez más numerosos) en el Parlamento Nacional, a partir de la Revolución Nacional del 9 de abril de 1952.
Es verdad que la sociedad post-52 mantuvo resabios coloniales, que excluyeron a quechuas, aymaras y guaraníes del Colegio Militar, la Academia de Policías, las Asociaciones Empresariales, las Embajadas y gran parte de la administración pública. Estos perjuicios, de raíz cultural antes que jurídica, fueron debilitándose a través de los años, hasta que el gobierno de Evo terminó por liquidarlos con importantes disposiciones legales como la ley contra el racismo y nuevos diseños institucionales a través de la creación del Viceministerio de Justicia Comunitaria, el viceministerio de Salud Tradicional, el Programa de Salud Familiar Comunitaria Intercultural o el viceministerio de Coordinación con los Movimientos Sociales. Estas y otras medidas paralelas han convertido a Evo en uno de los Presidentes más importantes de la Historia Republicana.
La caracterización de Estado Colonial es aplicable a la Bolivia pre-52, en la que, en un año no tan lejano como 1945, existía todavía una suerte de inmobiliarias de indios, como puede constatarse por los siguientes anuncios publicados en «El Diario».
«Arturo Hinojosa vende una finca en Sorata con 15 indios por Bs. 330.000» (22 de mayo de 1945)
«Arturo Hinojosa, vende una finca en el altiplano, a la hora de viaje de La Paz en automóvil, tiene una casa de hacienda, ganado vacuno, pastales y colonos. Bs. 320.000» (22 de mayo de 1945)
«Vendo una hermosa finca en el valle con 40 peones…». Referencias Comercial Bustos. (11 de mayo de 1945)
El colonialismo interno iba, sin embargo, debilitándose en forma implacable por rebeliones indígenas, el surgimiento de nuevas organizaciones políticas como el MNR y el fortalecimiento de estructuras sindicales, como la Federación de Mineros. Estas organizaciones de resistencia tienen como antecesores a los combatientes indios y mestizos (de donde emerge lo indo-mestizo) de nuestra gesta por la independencia del Imperio Hispano. Lo indo mestizo permitió que Bolivia no desapareciese pese a tres conflagraciones internacionales, la última de las cuales tuvo tres años de duración. Lo indo mestizo hizo emerger al sector patriótico de las FFAA, que nacionalizó a la Standard Oil, en 1937, en el gobierno del general Toro, obligó a los barones del estaño a depositar sus divisas en el Banco Central, en el régimen del Tcnl. Germán Busch, y que convocó al primer congreso indigenal, en la gestión del coronel mártir Gualberto Villarroel.
EL INDIGENISMO Y LOS ESTADOS CONTINENTE
El indigenismo de las ONG no ofrece futuro alguno. Se limita a acuñar frases ecologistas y etnicista, que se contraponen y anulan apenas dos teóricos de esta tendencia pretenden ponerse de acuerdo. La corriente nacional – popular, en cambio, considera erróneo ignorar la Historia de Bolivia, con sus luces y sombras. El indigenismo mutila la historia al ocultar, por ejemplo, la lucha coordinada entre los ejércitos auxiliares de las Provincias Unidas y los ejércitos del caudillo aymara, Juan Manuel Cáceres, de cuyo pacto formaron parte destacados mestizos como Esteban Arce.
No la valora al restar importancia a los pensadores nacionales que combatieron al Estado Colonial, como Montenegro, Céspedes, Sergio Almaraz, Quiroga Santa Cruz y Zavaleta, y que tienen en Franz Tamayo y Carlos Medinaceli a sus precursores. No capta la trascendencia de figuras como las del patriota cruceño José Ortiz Mercado que elaboró, junto a un importante equipo de economistas, la Estrategia para el Desarrollo Nacional (gobierno del general Ovando, 1969-1970), en la que, a diferencia de ahora, el esfuerzo interno y no la ayuda foránea debían ser el motor del desarrollo.
Los pensadores nacionales enseñaron la importancia de construir dignidad. Esto es algo que no aprendió Evo al aceptar donativos de ambulancias españolas, computadoras francesas, carros bomberos de Gran Bretaña y cheques venezolanos, que han desordenado la administración pública hasta límites inmanejables. El «vivir bien», la relación armónica con la naturaleza o la elaboración de un nuevo modelo civilizatorio sólo puede emerger de la Nación Continente Sudamericana primero y latinoamericana después, con capacidad de dialogar y negociar con otras naciones continente, como Rusia, India, China, Europa Occidental, Estados Unidos, la Unión Africana y la articulación de países árabes.
Sostener que 36 inventadas naciones son el nuevo sujeto histórico que conducirá los destino del país, como hace Alejandro Almaraz, carece de seriedad. Se necesita persuadir a los grupos étnicos, por pequeños que sean, que la necesidad de mejorar su calidad de vida y la de sus hijos pasa por formar parte de una comunidad nacional que los respete y valore. Lo anterior implica desarrollar y fortalecer el yo colectivo, frente a las acechanzas de predicadores rentados, que lucran con nuestras angustias. Sería injusto ignorar los aportes históricos y antropológicos, desarrollados en los últimos decenios, por intelectuales procedentes del mundo aymara, quechua y guaraní. Ese pensamiento articulador debe impedirnos caer en la explotación irracional de recursos naturales, en lugar de equilibrar desarrollo y preservación del medio ambiente, vigencia de Derechos Humanos Colectivos e Individuales, unidad nacional y respeto a lo diverso.
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