20 de noviembre de 2014. A ciento cuatro años del inicio de la Revolución Mexicana, y que según testimonios de padres de familia de los 43 normalistas desparecidos y estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, las instituciones surgidas de la Revolución, más precisamente el Estado Revolucionario Mexicano ha muerto. Ya no garantiza la vida, […]
20 de noviembre de 2014. A ciento cuatro años del inicio de la Revolución Mexicana, y que según testimonios de padres de familia de los 43 normalistas desparecidos y estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, las instituciones surgidas de la Revolución, más precisamente el Estado Revolucionario Mexicano ha muerto. Ya no garantiza la vida, sino la muerte. Ya no garantiza la paz, sino la violencia. Ya no garantiza la libertad, sino la represión. No garantiza ni el presente ni el futuro para los jóvenes. No garantiza la educación para todos, ni la formación de maestros, que requieren los más pobres del país.
Recojo las lecciones que estudiantes y padres de familia, de la caravana informativa Julio Cesar Mondragón, dejaron a su paso por Guadalajara.
Venimos de Ciudad Juárez, Chihuahua, Durango y Zacatecas. Todo el norte es Ayotizinapa. Lo mismo dicen los compañeros de la caravana del interior del estado de Guerrero y del sureste mexicano: todo el país es Ayotzinapa. En todo el país hay fosas, muertos y desaparecidos. El dolor es uno sólo. La tragedia es nacional. En todas las ciudades nos ha recibido el llanto, la desesperación, la rabia y la impotencia de madres, padres, hermanos, hermanos, abuelos, familiares y amigos de algún ser querido desaparecido. Sobre nuestro dolor las autoridades han echado la carga de la impotencia, porque no resuelven nada; la carga del insulto con sus mentiras de telenovela.
Las participaciones se fueron alternando, lamento no registrar los nombres, pero ante el lleno del auditorio Salvador Allende de la UDG, estaba en un pasillo, desde dónde oía pero no veía. La narración expresa el sentido en un esfuerzo de acercarse a la expresión literal.
No podemos creer la versión del Procurador de que nuestros compañeros fueron asesinados por el crimen organizado, quemados en el basurero del Papayo y en quince horas reducidos a cenizas, arrojadas al rio de Cocula.
No somos expertos en estos crímenes ni en incineración de cadáveres. Pero conocemos la naturaleza, somos del campo. En una noche de lluvia no arde una fogata. En una noche de lluvia no se transportan 43 muertos, al fondo de un barranco de setenta metros, sin dejar rastro. El fondo del barranco está arbolado, ese intenso fuego que calcinó a 43 cadáveres, no dejó rastro de calor en las hojas de los árboles.
En el campo quemamos los animales que se nos mueren, los llevamos retirado, fuera de nuestras comunidades, porque el olor a muerto quemado dura días y a lo lejos. Alrededor del basurero nadie oyó o vio camionetas, nadie vio humo, nadie olió a muerto quemado. ¿Cómo creer la versión del procurador? Esperaremos los resultados del laboratorio, con la esperanza de que nuestros compañeros sigan vivos. Nosotros los seguiremos buscando hasta encontrarlos.
Sí, tenemos miedo, porque ser joven, además estudiante y además normalista de Ayotzinapa, el gobierno nos ve como criminales; pero el miedo al gobierno no es el más grande. «El más grande miedo que tenemos es el miedo al silencio de la sociedad, que nos dejen solos. Porque lo que nos está pasando en todo México, es porque la sociedad lleva años siendo ciega, sorda y muda.» Si seguimos igual, el rumbo de violencia, muertes y desaparecidos, no cambiará. Vendrán tragedias mayores.
Algunos dicen que salga Peña Nieto. Nosotros decimos que no es la solución, ponen a otro para que las cosas sigan igual. Nosotros decimos que hay que ir a fondo, a cambiar el sistema. Y no creemos que sea necesario cambiar la Constitución. Tenemos una bonita Constitución. A dónde tenemos que ir nosotros es a cambiar de actitud: a no dejar que los gobernantes violen la constitución. Allí están todos nuestros derechos y también todas las obligaciones de los gobernantes. Allí está el derecho a la educación para todos, ¿por qué siendo estudiantes para ser maestros de nuestras comunidades, nos quieren desaparecer?
Una caravana que no sólo está informando al país, sino que nos está educando en el ejercicio ciudadano. Admirable que, desde su dolor y rabia, el respeto con el que compartieron su mensaje.
Me queda claro que ellos no son los provocadores de violencia que han pasado las televisoras y que amenaza reprimir EPN y su gabinete, por impedir su proyecto de nación. Me queda claro que ellos son portadores de un proyecto de Nación de respeto a los Derechos Humanos y vida digna.
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