A nueve largos y angustiosos meses de la trágica noche de Iguala, las preguntas siguen siendo las mismas, ¿en dónde están los 43 jóvenes estudiantes de Ayotzinapa, porqué no están tras las rejas los verdaderos culpables de esta barbarie humana, y la justicia para los seis muertos de Ayotzinapa, tres en el año 2012, y […]
A nueve largos y angustiosos meses de la trágica noche de Iguala, las preguntas siguen siendo las mismas, ¿en dónde están los 43 jóvenes estudiantes de Ayotzinapa, porqué no están tras las rejas los verdaderos culpables de esta barbarie humana, y la justicia para los seis muertos de Ayotzinapa, tres en el año 2012, y tres más en la noche y madrugada del 26 y 27 de septiembre del 2014?
No somos ingenuos, como pueblo organizado hace mucho que dejamos de creer en las bondades de un sistema político que jamás ha respondido a los intereses de los más pobres de México, un sistema político y de gobierno en los que la justicia, combate a la impunidad y corrupción no son precisamente su sello de identidad y distinción.
La llamada verdad histórica que en su paso por la PGR esgrimió uno de los tantos ladrones priistas que ha gobernado a el empobrecido estado de Hidalgo, Jesus Murillo Karam, se ha caído a pedazos, y los caminos para esclarecer este crimen de Estado cada vez más nos llevan a las fuerzas de seguridad del gobierno federal, particularmente al 27 Batallón de Infantería asentado en Iguala. Nadie en la vida puede escapar a nivel personal o colectivo de lo que los conocedores del tema suelen llamar modus vivendi o modus operandi, y la forma de vivir y actuar de esta unidad militar en el estado de Guerrero desde los años 60s, ha sido siempre de represión y desapariciones forzadas para con quiénes se oponen al gobierno. Con la protección y cobijo político de la Presidencia de la República, el 27 Batallón de Infantería por décadas se ha distinguido en mantener una actitud de contrainsurgencia hacia toda manifestación social y organizada en las montañas de Guerrero,¿porqué tendría que haber actuado diferente en la cruenta noche de Iguala, si responde a los mismos patrones de conducta de quién espuriamente despacha en Palacio Nacional?
Si México fuera un país con leyes justas y las instituciones encargadas de procuración e impartición de justicia no sirvieran sólo a quienes tienen dinero para comprar sus favores, entonces nada tendría que estar haciendo en México la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. La presencia en tierras de Guerrero de este organismo internacional, significa una derrota política y moral para el gobierno de Enrique Peña Nieto, es un escupitajo en la cara y entrañas de este gobierno de sicarios y ladrones, el mensaje es brutalmente contundente: El gobierno mexicano y sus podridas instituciones en todos los niveles no sirven más que a sus propios intereses, no pueden hacer ninguna investigación imparcial en el caso de Ayotzinapa por una llana y simple razón, el gobierno federal en la persona de Peña Nieto es parte del problema, entonces,¿cómo podría autoinculparse bajo esta lógica, cómo podría el ladrón reconocer públicamente que es ladrón, y el asesino aceptar que por más que comulgue y se santigüe no dejará de ser asesino?
Los medios de comunicación y los serviles voceros del gobierno mexicano hacen su trabajo, muchos de ellos también dicen defender Ayotzinapa, especialmente cuando las cámaras y micrófonos están cerca, pero a la primera de cambio inclinan la cabeza y cual dignos lacayos lustrabotas alegremente declaran que el gobierno de Peña Nieto es bueno, auténtico, dirán en la espera de que su prostitución política sea pagada con la respectiva toma fotográfica o si bien les va con la dádiva monetaria. Así Roma solía pagar la doble moral de quiénes un día decían defender a la República, y al día siguiente se postraban sumisamente domesticados ante el Imperio.
Con Ayotzinapa estaremos hasta el último momento por convicción misma, por ideales, porque sabemos y conocemos la historia y larga tradición de lucha de las Escuelas Normales Rurales.
Estamos y estaremos siempre con Ayotzinapa porque el Normalismo Rural es el último reducto educativo para los más pobres de México, porque en las Escuelas Normales Rurales están en juego los planes y programas de estudio en los cuáles la educación sea obligatoria, pública, laica, de calidad, científica y popular.
No solo son los muertos y desaparecidos de Ayotzinapa, el Narco-Estado mexicano quiere implantar mediante su represiva reforma educativa, planes y programas de estudio dictados desde el extranjero, quieren desclazarnos, robarnos hasta lo último que nos queda de mexicanidad, de nacionalismo. Con las llamadas reformas estructurales, quiere el gobierno mexicano aplastar a sangre y fuego a las Escuelas Normales Rurales, ¡no pasarán! Ayotzinapa no solo es la fosa del acéfalo gobierno de Peña Nieto, es también la fosa común en donde habrá de ser enterrado el neoliberalismo que tanto daño hace a la educación y a los pueblos originarios de México.
A 9 meses de la infamia cometida en contra de la Escuela Normal Rural «Raúl Isidro Burgos» en Ayotzinapa, Guerrero, aquí estamos, dignos y combativos como siempre. La demanda central de los padres y estudiantes de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, es nuestra demanda también: ¡Presenten con vida a los muchachos y lárguense al basurero de la historia!
Alberto Fierro. Cónsul del gobierno de Enrique Peña Nieto en Minnesota.
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