Sangre, impudicia y publicidad. A fuerza de ostentar impunemente su mediocridad escandalosa, algunos sedicentes «periodistas» cobran (cara) su mansedumbre cómplice para hacer rentable el secuestro de las oligarquías mass media contra los espacios para la comunicación pública. Usan el espacio público, que no les pertenece, salvaguardados por concesiones, o permisos, legalitos e ilegítimos a todas […]
Sangre, impudicia y publicidad.
A fuerza de ostentar impunemente su mediocridad escandalosa, algunos sedicentes «periodistas» cobran (cara) su mansedumbre cómplice para hacer rentable el secuestro de las oligarquías mass media contra los espacios para la comunicación pública. Usan el espacio público, que no les pertenece, salvaguardados por concesiones, o permisos, legalitos e ilegítimos a todas luces. Cantan «a grito pelado» la desfachatez de su insolencia disfrazada de «noticia» para regodearse en el chiquero de un «periodismo» mercenario que hace pasar por señoritos de la «objetividad» a unos cuantos vocingleros genuflexos especialistas en degenerar la realidad y criminalizar las luchas sociales. Los hemos visto hasta el hartazgo.
Ese show de los noticieros matutinos quiere asustarnos y desesperanzados. Nos quieren infestados de angustia, infelicidad, miedo… quieren que anide en nuestra inteligencia un dios degenerado que vende su pontificado de calumnias como «noticias» para estar «actualizado». Dicen ser «periodistas», «comunicólogos», esos lebreles entrenados para recoger la presa «informativa», entrenados para traducirlo todo al lenguaje de sus amos, entrenados incluso en universidades y claustros de alta alienación, para ahogar la verdad en saliva mercenaria. Exhiben, con cinismo triunfal, la médula ideológica de un muerto que deambula en las campiñas de la historia: el capitalismo mismo. Eso si, un muerto farandulero adornado con escándalos, corrupción y oscuridad luminosa, como las pantallas de la tele. Los muchachos alquilados por la oligarquía mass media para leer sus noticias son dueños de una mansedumbre dócil, servil, funcional, útil a la causa que consiste en fabricar «información exclusiva de última hora» para engañar con siempre más de lo mismo. Sangre, sangre y más sangre.
El «mercado» de las noticias efectistas compra y vende muchachos con doble moral: bravucones y mansos. Talentos de la información «espectacular» que venden payasadas y degeneración galopante leídas como noticia. Se piensan «simpáticos» y alguien les hace creer que son muy listos porque cobran mucho por sus servicios que contribuyen a criminalizar la lucha obrera, campesina, de movimientos sociales… minuto a minuto y «desde el lugar de los hechos». No importa qué bajeza haya que usar: chistes vulgares, testigos falsos, jueces corruptos, políticos prostituidos, clérigos en desgracia… Salen en la tele cada mañana esos periodistas de la mansedumbre que siempre están bien dispuestos a bajarse los pantalones para cobrar fama y dinero. Sus fines (mercenarios) justifican a sus noticieros.
¿El «fin» (mercenario) justifica sus «noticieros» (mediocres)?
¿Alguien en su sano juicio puede aceptar que ese circo sanguinolento y canalla es oficio de periodistas verdaderos? Los medios burgueses venden como «noticia» su evangelio de violencia y desgracia cotidiana… venden huracanes, terremotos, sequías, balaceras, traiciones, corrupción y terrorismo mediático depurado como producción informativa de espejismos ante las miradas atónitas de la población, los niños, los adolescentes, los adultos, hombres y mujeres y lo convirtieron en negocio: lindos muchachos, científicos de la «información», «profesionales» de la noticia, «salvaguardas» de los hechos… sepultureros de la verdad.
Son, en México, esos «periodistas» buitres mañaneros que saborean y cobran (desde la posición más cómoda) su complicidad con los fraudes electorales, por ejemplo… que babean tras las chequeras de las «celebridades». Medran esos mismos «periodistas» vividores en Argentina, Chile, Perú, Bolivia, Venezuela… incluso, algunos, se hacen «catedráticos» o «presidentes». Nos sirven como desayuno amargo sus jugos de sangre «informativa» para mantener la «atención» de ese público al que imaginan (con odio de clase) estúpido, holgazán, postergado para siempre, idiota crónico o idólatra consuetudinario, derrotado para siempre mientras, claro, compre y compre diarios, noticieros, informativos con «candente actualidad». Esos lectores de noticias mansos son la cara viva del mensaje neofascista e imperialista. Se llenan la boca, una y otra vez, con todo tipo de cinismos típicos del discurso burgués para resaltar el valor supremo de la «libertad de mercado noticioso», inventan y acosan, mienten y agreden, tergiversan y traicionan cualquier cosa que les deje dinero con la excusa retrograda de que la impunidad empresarial privada es intocable. Esos bravucones mansos lectores de sus noticias son la servidumbre visible de una industria de la alienación basada en producir rating con noticias farandulizadas y escandalosas. Guerra simbólica para desfalcar la verdad y hacer invisible la miseria y la barbarie que el capitalismo engendra a fuerza de explotar a los trabajadores. No nos cansaremos de aclarárselos.
Las «noticias» burguesas «cantadas» a gritos modulados por cierta estética de la estupidez mediática, en voz de los lectores de noticias mansos, contribuyen a la acumulación del capital y al aseguramiento de capital ideológico que anhela inocular en la clase trabajadora su odio, su pánico y sus estrategias geniales para reprimir voluntades rebeldes con un circo decadente de mentiras «informativas». Y cuentan con «patrocinadores» que no son otra cosa más que barbarie cultural desatada en la ruta de la destrucción de toda organización revolucionaria de las fuerzas productivas, de las fuerza creativas des-alienadas y de las fuerzas comunicacionales apasionadas por la verdad y la emancipación de clase… las fuerzas nuestras.
No nos quedaremos mirando (a-críticamente) su «tele»
Sólo nos falta organizarnos y entrar en acción contraofensiva porque ya nos damos cuenta de toda esta payasada obscena y la combatimos como podemos sin mansedumbre a pesar de la desigualdad de fuerzas y armas en esta hora. Que ellos tengan tecnología y componendas para usufructuar lo que es nuestro y enderezarlo contra los pueblos es una de las tantas calamidades del absurdo capitalista que tiene sus días contados con el reloj de una revolución social que también es comunicacional en todo el continente. El escenario de Guerra Mediática que se expande mundialmente nos llama a luchar organizados y firmes ayudados también por una Corriente Internacional de la Comunicación con los ojos y los programas tácticos y estratégicos de lucha bien puestos en el socialismo científico, nuestro, revolucionario y permanente. Está a la vista.