«A contra ruta» tituló la historiadora Roxana Barragán su discurso de presentación de la conferencia que dictó el antropólogo francés, Jean Paul Amselle, el 18-03-O7, en el Museo de Etnología y Folklore (MUSEF), de la ciudad de La Paz, con el propósito de hacer notar que, en tanto en la Bolivia actual hay un marcado […]
«A contra ruta» tituló la historiadora Roxana Barragán su discurso de presentación de la conferencia que dictó el antropólogo francés, Jean Paul Amselle, el 18-03-O7, en el Museo de Etnología y Folklore (MUSEF), de la ciudad de La Paz, con el propósito de hacer notar que, en tanto en la Bolivia actual hay un marcado empeño por segmentar, diferenciar, aislar, confinar y excluir a regiones y grupos sociales, el connotado investigador había logrado establecer las conexiones vigentes entre muchas de las 600 ó 700 etnias africanas, que, según sus profesores de la Sorbona de París, existen en el continente negro, al que se califica de «la tierra privilegiada de las etnias».
Amselle advirtió que las poblaciones africanas se habían dispersado a fin de evitar la captura masiva de esclavos por los colonialistas europeos. Recalcó que mientras los antropólogos tradicionales consideraban un triunfo «descubrir» una nueva diferencia entre las etnias, por su parte encontró entre ellas sólidas conexiones religiosas, políticas y económicas. En efecto, si una tribu sufría una epidemia o una sequía, sus habitantes realizaban rogativas a sus totems para librarse de esos males. Si no eran escuchados, acudían a los dioses de tribus vecinas y, en caso de prolongarse las desgracias, viajaban a lugares más lejanos en pos de totems más eficaces. Al terminar las calamidades, los dioses exitosos se convertían en patrimonio permanente de la tribu agradecida. Así finalizaba el cuento de atribuir a cada etnia africana cosmovisión propia y pureza religiosa.
En lo político, las consecuencias fueron peor que las epidemias. Misioneros del viejo continente interpretaron la historia de Ruanda y de sus reinos principales, los Hutus y los Tutsis, a la luz de la contradicción binaria que existió en Francia, entre francos y galos, y en Inglaterra, entre anglosajones y normandos. Así contribuyeron a exacerbar un antagonismo étnico, que culminó, en 1994, en una guerra civil que causó casi un millón de muertos y la violación de cada mujer antes de ser asesinada. Las masacres costaron 134 millones de dólares, provenientes de los programas de ajuste estructural desembolsados por el Banco Mundial y el FMI.
Las ONGs no valoraron el papel del Islam en la articulación de vínculos culturales y religiosos, los que, pese a todo, se consolidaron en el norte africano. Llegaron a decir que el Corán era la base para sacrificios sangrientos, lo que es una aberración, explica Amselle, en la ortodoxia musulmana. Calificaron al islamismo de «bastardización del animismo», dice Doris Bonnet. Tampoco se puso de relieve que, gracias al Islam, se generalizó la vestimenta en parte del África, lo que desarrolló los cultivos de algodón y la confección de telas, a diferencia de otras regiones en las que prevalece la desnudez. África ha vivido, en consecuencia, la fetichización colonial de sus etnias. A su vez, potencias occidentales africanizaron a Yugoslavia y ocasionaron enfrentamientos fratricidas entre bosnios, croatas y servios.
Para astillar a Bolivia, se busca congelar nuestras ancestrales culturas, que motivan nuestro orgullo, y dividir a la población boliviana en 36 «naciones», funcionales a intereses foráneos y al separatismo de oligarcas cruceños, que pretenden pedir pasaporte a los collas. De manera paralela, el deterioro planetario hizo desaparecer la división entre recursos renovables y no renovables. Los no renovables, petróleo y minerales, son el objetivo de las trasnacionales. Los renovables, el agua y los bosques, se han tornado no renovables y tratan de ser controlados por ONGs de Europa y EEUU, a través de la vigencia forzaba de decenas de «naciones» originarias, cada vez más numerosas. El gobierno debería identificar a los beneficiarios del dinero que las ONGs gastan en la Asamblea Constituyente. Sepamos, por lo menos, quienes son los responsables de la africanización de nuestra Patria.