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Bolivia: el 52, Ovando y el MAS

Fuentes: Rebelión

Es erróneo condenar a los líderes de la Revolución de 1952 por no haber instaurado el socialismo o la dictadura del proletariado. Deben ser censurados por el manejo ineficiente y corrupto de la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL). Por no instalar hornos de fundición de estaño, como hizo el general Alfredo Ovando, 17 años más […]

Es erróneo condenar a los líderes de la Revolución de 1952 por no haber instaurado el socialismo o la dictadura del proletariado. Deben ser censurados por el manejo ineficiente y corrupto de la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL). Por no instalar hornos de fundición de estaño, como hizo el general Alfredo Ovando, 17 años más tarde. Por descapitalizar al ente estatal minero con políticas rentistas, que lo pusieron al borde de la quiera, la que fue postergada por créditos foráneos, a cambio de la desnacionalización del petróleo. Lo anterior no disminuye la trascendencia histórica de la abolición del pongüeaje (servidumbre de la gleba), el voto universal, la nacionalización de las minas y la conclusión de la carretera Cochabamba-Santa Cruz, que comenzó a articular nuestra atomizada geografía.

Ovando y Torres (1969-1971) demostraron, con la fundición de estaño y la nacionalización del petróleo (con la importante participación de Marcelo Quiroga Santa Cruz), que el capitalismo de Estado debe ser el motor de la economía nacional y no una artificial «burguesía nacional», creada con prebendas y «cupos» otorgados a dirigentes del partido oficial, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). Sin embargo, el mayor aporte ovandista fue la Estrategia para el Desarrollo Nacional, elaborada por el patriota cruceño, José Ortiz Mercado, según la cual los préstamos externos deben ser complementarios al esfuerzo propio y que los recursos estratégicos, en manos del Estado, deben impulsar los no estratégicos, con participación de empresarios privados y cooperativas de todas las regiones del país. Estos postulados fueron actualizados en el «Libro del Modelo Endógeno», de «Conciencia de Patria» (CONDEPA), en 1993.

El Movimiento al Socialismo (MAS), de Evo Morales, dio un salto histórico en la lucha contra la exclusión social de los pueblos originarios, la que fue precedida por el voto universal del MNR y el haber logrado, por parte de CONDEPA, que Remedio Loza, una chola (mujer de pollera, que se diferencia de las que usan vestidos, a la usanza occidental), sea diputada, candidata presidencial y jefa de un partido político por primera vez en nuestra historia. La designación de David Choquehuanca (apellido aymara) como canciller, pese a sus desaciertos, simboliza la ocupación de espacios públicos por fuerzas emergentes que desplazan a bastiones oligárquicos. Ese avance no puede ser desvirtuado con el invento de 36 naciones indígenas con el que exóticos «ideólogos» financiados por ONG pretenden astillar a la República, al igual que separatistas antinacionales de la región oriental de Bolivia.

Infelizmente, el MAS no está a la altura de la Estrategia económica de Ovando. Anuncia que el Estado instalará reducidas fábricas de papel y de cartón, pero, mediante lesivos contratos, ha abandonado la nacionalización de los hidrocarburos del 1-05-06, no ha recuperado la mayoría de acciones de las petroleras «Chaco (British Petróleum), Andina (Repsol) y Transredes (Enron-Shell) y no aplicó las auditorias que demuestran las estafas de las petroleras foráneas.

En siderurgia, el MAS, gracias a un acuerdo con la Jindall, de la India, detuvo a los depredadores brasileños del hierro del Mutún, pero, infelizmente, las transnacionales mineras, Appex Silver (socia de George Soros) y la norteamericana Cours D’Èlene han comenzado a explotar yacimientos y desmontes de plata de Potosí, con las reglas de juego elaboradas por Sánchez de Lozada. Por el contrario, Evo prefiere usar los excedentes económicos, originados en el incremento mundial de los precios de las materias primas, en bonos de beneficencia y préstamos con intereses ridículos a Transnacionales y Bancos extranjeros.

Si recordamos que la «corrupción es el hueco por donde se escapa la soberanía nacional», la Ley de Investigación de Fortunas, que propusimos desde 1990, debería servir al gobierno para articular, con visión unitaria y respeto a las diversas formaciones históricas de nuestras regiones, un proyecto nacional que ensamble el espíritu revolucionario del 52, la estrategia económica de Ovando, el modelo «endógeno» de CONDEPA y la erradicación de la exclusión social, en la construcción de la bolivianidad aún inconclusa.