El cargo de Ministro de Energía e Hidrocarburos en Bolivia es más volátil que el camión de nitroglicerina conducido por Yves Montand en el clásico del cine francés ‘El Salario del Miedo’ (Palma de Oro en Cannes, 1953). Montand debe llevar el explosivo para apagar el incendio de un pozo de petróleo en los campos […]
El cargo de Ministro de Energía e Hidrocarburos en Bolivia es más volátil que el camión de nitroglicerina conducido por Yves Montand en el clásico del cine francés ‘El Salario del Miedo’ (Palma de Oro en Cannes, 1953). Montand debe llevar el explosivo para apagar el incendio de un pozo de petróleo en los campos de una transnacional sudamericana. Desde octubre del 2003 una decena de personas han pasado por la cartera más importante del país. Tan importante y explosiva que ha hecho olvidar por completo otras carteras, la de minería por ejemplo, donde el país en su conjunto está mal o poco informado de las discusiones sobre Comibol, el conflicto de Huanuni y Caracoles o el tema de los impuestos mineros que las cooperativas mineras se niegan a pagar.
Debo confesar que como cientos de miles de ciudadanos bolivianos (como lo demostraron las encuestas de prensa), me quedé sorprendido por la renuncia de Don Andrés Solíz Rada. A Solíz Rada lo conocí mediante cortes de prensa de los desaparecido diarios Hoy y Presencia cuando redacté en 1997 un nota sobre la Capitalización para la revista ‘Problémes d’Amérique Latine’ de la Documentation Française. Casualidad del destino, en el mismo número aparece una nota del sucesor de Solíz Rada, el Ministro Carlos Villegas. Cité al entonces senador por Condepa, quien alertaba que la capitalización de YPFB representaba un daño al Estado Boliviano de unos 4,000 millones de dólares, sin contar la pérdida de control de la cadena de los hidrocarburos. Lo que me llevó en ese entonces a concluir mi ensayo diciendo que existía el fuerte riesgo de la aparición de un ‘super-estado’ de las capitalizadas (similar al de los ‘Barones del Estaño’) frente a un Estado Boliviano huérfano de su empresa más grande. Algo que en la práctica sucedió, en particular cuando se discutió del proyecto de exportación de gas natural por Chile.
Quiero destacar que el Solíz Rada quien escribía en los matutinos Hoy y Presencia, el mismo que dedica un capítulo entero (‘La Agonía del Estado Nacional’) en su libro ‘La fortuna del Presidente’ y luego en el sitio bolpress.com, fue coherente antes y durante el ejercicio del cargo con su política de defensa de los recursos naturales. La posición negociadora del Ministro, que llevó al Primero de Mayo y calificada como ‘dura’, corresponde a la que ejercería cualquier Estado que pretende recuperar el control de los hidrocarburos. Los cronistas bolivianos en ese sentido, se preocupan más del ‘eventual daño’ a la confianza del inversor extranjero, que al daño que se hizo durante todos estos años al Estado Boliviano al haber mantenido una de las políticas impositivas más favorables para las petroleras, no sólo en la región, más en el mundo entero. No es un azar que Venezuela (y no la inversa como se cree o se dice) haya seguido el rumbo de Bolivia, como lo hicieron luego Ecuador y ahora Argelia, en el tema impositivo. El debate se dio incluso en países como Francia y Estados Unidos sobre la ‘utilidades inesperadas de las petroleras’. En una posición negociadora pueden haber encontrones y hasta encontronazos. Uno de ellos parece haber costado el puesto a Solíz Rada, quien como Yves Montand, maneja hasta su destino el camioncito forrado de explosivos.
En cierto modo, muchos bolivianos buscamos que el Estado retome su lugar en temas donde fue avasallado. Mientras se ha hecho al menos la mitad del camino en hidrocarburos (no se fue hasta ahora de Bolivia ni una sola petrolera), en temas estratégicos como el minero parece que estamos en fojas cero. A pesar de que los precios de los minerales que exporta Bolivia se han duplicado o triplicado no hay definición en el código minero que debe ser actualizado, Comibol sigue siendo un alma en pena, y como siempre los mineros asalariados son los que pagan los platos rotos. El Estado no ve en este caso ‘las utilidades extraordinarias’, incluso asumiendo la estructura de costos variables más alta que tiene la minería.
Mientras no haya coherencia en lo que proyecta el Estado Boliviano como propietario de bienes de producción en asociaciones con privados cuando lo amerite, los sillones de los Ministros serán tan volátiles como en los últimos años. Eso sí, a pesar de todo, Solíz Rada trabajó en el cargo fiel a su ideal de defensa de Bolivia, lo que nos proyectó estos meses como un Estado más creíble y hasta algo temido y admirado. No sólo basta tener los yacimientos y contratos de una potencia energética. Hay que saber pensar y comportarse como tal.