Katu Arkonada, un joven politólogo vasco, tiene la particularidad que decidió hace ya algunos años atravesar el Atlántico para instalarse en Bolivia, un interesante laboratorio social y político a partir del ascenso al poder del dirigente indígena Evo Morales Ayma, con el propósito de meterse de lleno en el apasionante proceso de cambio que se […]
Katu Arkonada, un joven politólogo vasco, tiene la particularidad que decidió hace ya algunos años atravesar el Atlántico para instalarse en Bolivia, un interesante laboratorio social y político a partir del ascenso al poder del dirigente indígena Evo Morales Ayma, con el propósito de meterse de lleno en el apasionante proceso de cambio que se vive en este país andino tanto como militante como aportando en el ámbito institucional desde su experticia académica como especialista en políticas públicas.
Por eso aprovechando su presencia en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires en donde participó como expositor de las II Jornadas de Estudios de América Latina y el Caribe, el Observatorio Sociopolítico Latinoamericano www.cronicon.net lo entrevistó para que a partir de su mirada particular analizara las perspectivas de transformación en el Estado Plurinacional de Bolivia.
Para Arkonada, el proceso de cambio boliviano «avanza por la senda de la irreversibilidad en muchos ámbitos, y uno de ellos es de la ampliación de los límites de la democracia que en estas elecciones presidenciales posibilitó que las y los migrantes en 33 países donde Bolivia tiene un consulado o embajada hayan podido ejercer su derecho al voto después de años de neoliberalismo en que sus derechos civiles y políticos fueron pisoteados». Este primer horizonte que se le abre al proceso de cambio, agrega, debe posibilitar dar un paso más, consistente en poner en marcha desde el Estado un Plan Retorno para que la comunidad migrante boliviana pueda regresar a su país a hacer parte de la transformación política, económica, social y cultural que se viene dando desde 2006 cuando el presidente Morales asumió el gobierno.
Sobre los alcances del profundo cambio que experimenta este país latinoamericano que históricamente vivió una desestabilidad política, en el que se conculcaron los derechos de sus mayorías populares por parte de una oligarquía apátrida que siempre manejó el Estado como un botín para satisfacer sus mezquinos intereses, este investigador social vasco considera desde un punto de vista gramsciano, que el debate político en la actual coyuntura «se sitúa en torno a la construcción de hegemonía y la consolidación de un sentido común de época en Bolivia a partir del nuevo bloque histórico cristalizado en el movimiento indígena originario campesino».
«Afortunadamente -agrega- esa construcción de hegemonía que hace a lo simbólico y a lo cultural, permite la transformación estructural de una sociedad que camina hacia el Estado integral, que en Bolivia adopta la forma de Estado Plurinacional, no depende de pactos, alianzas ni sumas que, como advertía Lenin, a veces se convierten en restas».
Sobre el contundente triunfo del presidente Morales, quien logró su reelección el pasado 12 de octubre superando el 61% de los votos, Arkonada sostiene que dicho guarismo muestra que luego de más de ocho años de gobierno el hecho de superar el porcentaje con el que se ganó en 2005 y acercarse al que permitió la victoria en 2009 (64%) implica no solo que el temible desgaste del poder no ha afectado al primer mandatario, lo cual constituye un mérito notable para él por lograr mantener sólido su liderazgo.
En el corto plazo el reto es el de enfrentar las elecciones municipales y departamentales que se celebrarán en marzo del 2015. Si bien el Movimiento al Socialismo (MAS) de Morales ganó ahora por la fragmentación de la oposición, no lo tendrá tan fácil en las próximas elecciones, explica este politólogo.
Considera que la integración latinoamericana es una necesidad para subsistir y al mismo tiempo para solidificar los cambios que se vienen dando gracias a varios gobiernos progresistas de la región. En el ámbito político sostiene que hace falta mayor interrelación de los sectores de izquierda y los movimientos populares a nivel continental en un momento clave para América Latina que se debate entre la emancipación definitiva y la restauración capitalista-hegemónica.
Arkonada es diplomado en Políticas Públicas y participa como expositor invitado de eventos académicos en diversas universidades de América Latina y Europa. Se ha desempeñado como asesor del Viceministerio de Planificación Estratégica y de la Unidad Jurídica Especializada en Desarrollo Constitucional de la Cancillería de Bolivia. Ha coordinado las publicaciones «Transiciones hacia el Vivir bien» y «Un Estado muchos pueblos, la construcción de la plurinacionalidad en Bolivia y Ecuador». Es miembro de la Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad y c olabora habitualmente en medios de comunicación como Gara, Le Monde Diplomatique o Rebelión.org, además de ser analista político del canal Telesur, donde mantiene un blog donde publica sus notas periodísticas.
América Latina, única región del mundo donde realmente hay procesos posneoliberales en marcha
– Ante todo, ¿qué hace un vasco en Bolivia?
– Bueno, yo milito desde los quince años en el Movimiento de Liberación Nacional Vasco, en la izquierda independentista vasca y siempre he militando en el ámbito del internacionalismo, por lo tanto he tenido la suerte, el privilegio de ir muy jovencito a Cuba, de poder vivir en Venezuela, en la Venezuela pos golpe de Estado. Si bien para mí la lucha está obviamente en mi país, en donde también tenemos un proyecto político, como internacionalista no solamente me siento vasco sino latinoamericano y uno aprende muchísimo porque es aquí, en América Latina, es donde están pasando las cosas, los procesos de cambio. Entonces trato de aportar pero sobre todo de aprender.
– ¿Cómo es su vinculación con Bolivia?
– En Bolivia uno milita y aporta de alguna manera en el proceso de cambio, un proceso en el que se entrelazan los diferentes niveles del gobierno, de los movimientos sociales, etcétera. Yo me considero militante del proceso y estoy donde pueda aportar, en ese sentido me ha tocado trabajar en diferentes instancias del gobierno boliviano. He sido asesor del Viceministerio de Planificación Estratégica del Estado; de la Unidad de Desarrollo Constitucional de la Cancillería; y obviamente más allá del aporte que yo pueda hacer en un ámbito más institucional, sobre todo uno está aprendiendo permanentemente con los compañeros y compañeras de los movimientos sociales y del Movimiento al Socialismo (MAS).
– ¿Cuál cree que es el principal reto del tercer gobierno del presidente Evo Morales?
– En Bolivia es cierto que hay un 60% de apoyo popular al gobierno del cual un 30% o 40% corresponde al núcleo de los movimientos sociales pero eso se llega a ampliar en épocas electorales y eso es lo que sucedió en estas elecciones. Pero ese apoyo tan masivo se da en una situación en que en el continente los procesos no están teniendo esos grados de respaldo popular, por lo tanto un nuevo gobierno del presidente Evo Morales se va a dar en un contexto internacional bien complicado de crisis, de reconfiguración geopolítica, de un cierto reflujo, de relentalización de los procesos, como por ejemplo del propio proyecto del ALBA, como núcleo duro de este proceso emancipador. En ese sentido hay varias tareas, varios desafíos. El primero es mantener las conquistas y seguir en lo posible ampliando los márgenes de la democracia como se ha se hecho Bolivia desde que comenzó el proceso de cambio. Y luego varios niveles, un primero, el de satisfacer las necesidades básicas, el de sacar a buena parte de población de la pobreza lo que implica garantizar los servicios básicos, electricidad, luz, agua potable, etcétera, para el 100% de los habitantes del país. Implica además seguir redistribuyendo la renta nacional a través de medidas rápidas como los bonos, pero al mismo tiempo se requiere industrializar el país. Se necesita entonces un proyecto de más largo plazo de industrialización y de diversificación productiva. También está el debate del modelo de desarrollo para salir de la dependencia. El presidente Evo Morales tiene un plan muy ambicioso para convertir a Bolivia en un centro de producción de energía, además por su ubicación clave, geoestratégica en el corazón de Suramérica, y otra serie iniciativas que hacen ver cómo se va renovando y actualizando el proyecto político en la medida en que se incorporan nuevas capas de las clases medias, nuevos sectores de la juventud que no han conocido el neoliberalismo y ahí está el reto de renovar un proceso político que tiene que seguir seduciendo permanentemente a la sociedad boliviana.
– ¿Bolivia con todo el avance político y socioeconómico que ha tenido durante la gestión del presidente Evo Morales acelera el paso para consolidar un proceso de lo que se podría denominar socialismo de Estado más rápido que los experimentos políticos de Ecuador y Venezuela?
– Es muy difícil compararlo con otros procesos. Lo que sí puedo decir es que Bolivia tiene una ventaja sobre Venezuela y Ecuador porque su gobierno radica en la fuerza de los movimientos sociales, claramente, y con un Evo Morales que hace parte activa de ellos: un indígena Aymara que se campesiniza, que se forma como dirigente sindical. Evo es pueblo evidentemente. En ese sentido tiene muchas ventajas. En cuanto al modelo económico boliviano, la Constitución reconoce cuatro tipos de economía: una economía plural, reconociendo, respetando, la economía privada capitalista; la economía estatal; la economía social cooperativa; y la comunitaria. El modelo económico ahora es simplemente una fase de transición en la que obviamente se está reforzando el capitalismo de Estado o si queremos llamarlo socialismo de Estado, pero es una fase en la que el peso de la economía estatal se refuerza en detrimento del peso de la economía privada capitalista pero siempre pensándolo como una transición en el que el horizonte que hay que seguir construyendo e impulsando es el de la economía comunitaria. Impulsar, forjar, fortalecer los tipos, las formas de economía que no son la privada capitalista ni tampoco la estatal, sino la cooperativa y la comunitaria. En ese sentido Bolivia está en una transición en la que el horizonte es el Socialismo Comunitario del Vivir Bien, que definimos, y que el tiempo dirá en qué medida se va profundizando. Creo que las condiciones están mucho más dadas que en Ecuador que, por ejemplo, debió firmar un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea.
– Con los términos en aymara y quichua respectivamente de sumak qamaña y sumak kawsay se ha denominado tanto en Bolivia como en Ecuador este concepto del Buen Vivir, que a su vez el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos lo asimila como un elemento principal de lo que llama una epistemología del Sur. ¿Usted lo ubica también en ese plano?
– Lo importante del Vivir Bien es que, principalmente, es la construcción de esa nueva epistemología propia del Sur de la que habla Boaventura. Es decir, la ruptura epistemológica con las tradiciones del capitalismo y de la modernidad. El Vivir Bien como un horizonte que cuestiona el capitalismo y la modernidad, no los niega pero que tiene que ver con cómo se va construyendo otro modelo de sociedad, otro modelo de Estado, otro modelo de ordenamiento territorial, y por supuesto, otro modelo económico. Un Vivir Bien que recoge también los valores ancestrales de los indígenas, la complementariedad, la reciprocidad, una serie de valores que nos alejan en contraste de esos otros valores que heredamos del neoliberalismo, del capitalismo, de las ideas individualistas, egoístas, en que priman la competitividad, el consumismo y una serie de antivalores. Entonces el Vivir Bien debemos verlo en ese sentido, como un horizonte. Eduardo Galeano tiene una metáfora muy bonita cuando habla de la utopía. La utopía está ahí, en el horizonte, y uno se acerca, avanza, y ella se aleja, avanzas dos pasos y ella recorre dos pasos, entonces alguien le pregunta, para qué sirve la utopía y responde: para avanzar. El Vivir Bien es una especie de utopía para el proceso de cambio boliviano, precisamente para avanzar bajo otro horizonte.
– En su charla en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires usted señaló que si en algún sitio o región del planeta se podría generar algún cambio al sistema criminal neoliberal y al capitalismo ese sería América Latina. ¿Por qué lo consideras así?
– Porque América Latina es la única región del mundo donde realmente hay procesos posneoliberales en marcha, que además tiene unos lazos, unos vínculos a nivel de integración, aunque todavía son procesos con unas particularidades propias de cada nación pero en cualquier caso claramente se ha dejado atrás el neoliberalismo en una serie de países. Por lo tanto, ante un mundo en el que el neoliberalismo ha barrido con todo, con cualquier otro proyecto social y político, la única posibilidad de que se pueda construir un proyecto alternativo al del capitalismo, sólo puede surgir en América Latina que ya le abrió paso al proyecto posneoliberal. Ahora lo que falta es dar otro paso que no es menor, y es pasar del posneoliberalismo al poscapitalismo.
Fuente: http://www.cronicon.net/